Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 23, Jueves
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Haciendo daño a la conciencia de sus hermanos, pecan
ustedes contra Cristo * Guíame, Señor, por el camino eterno. * Sean
misericordiosos, como su Padre es misericordioso
Textos para este día:
1 Corintios 8, 1-13:
Queridos hermanos: Ya sé que todos ustedes conocen lo que está permitido con
respecto a la carne inmolada a los ídolos. Pero, ¡cuidado!, porque el puro hecho de
conocer, llena de soberbia; el amor, en cambio, hace el bien. Y si alguno piensa que
ese conocimiento le basta, no tiene idea de lo que es el verdadero conocimiento.
Pero aquel que ama a Dios, es verdaderamente conocido por Dios.
Ahora bien, con respecto a comer la carne ofrecida a los ídolos, sabemos que un
ídolo no representa nada real y que no hay más que un solo Dios. Pues, aun cuando
se hable de dioses del cielo y de la tierra, como si hubiera muchos dioses y muchos
señores, sin embargo, para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, de
quien todo procede y es nuestro destino, y un solo Señor Jesucristo, por quien
existen todas las cosas y por el cual, también nosotros existimos.
Más no todos saben esto. Pues algunos, acostumbrados a la idolatría hasta hace
poco, siguen comiendo la carne como si estuviera consagrada a los ídolos, y puesto
que su conciencia está poco formada, pecan. No es, ciertamente, la comida lo que
nos hará agradables a Dios, ni vamos a ser mejores o peores por comer o no
comer. Pero tengan cuidado de que esa libertad de ustedes no sea ocasión de
pecado para los que tienen la conciencia poco formada. Porque si a ti, que sabes
estas cosas, te ve alguien sentado a la mesa en un templo de los ídolos, ¿no se
creerá autorizado por su conciencia, que está poco formada, a comer de lo
sacrificado a los ídolos?
Entonces, por culpa de tu conocimiento haces que se pierda el hermano que tiene
la conciencia poco formada, por quien murió Cristo. De esta manera, al pecar
ustedes contra sus hermanos, haciendo daño a su conciencia poco formada, pecan
contra Cristo. Por tanto, si un alimento le es ocasión de pecado a mi hermano,
nunca comeré carne para no darle ocasión de pecado.
Salmo 138:
Señor, tú me sondeas y me conoces; / me conoces cuando me siento o me levanto,
/ de lejos penetras mis pensamientos; / distingues mi camino y mi descanso, /
todas mis sendas te son familiares. R.
Tú has creado mis entrañas, / me has tejido en el seno materno. / Te doy gracias, /
porque me has escogido portentosamente, / porque son admirables tus obras. R.
Señor, sondéame y conoce mi corazón, / ponme a prueba y conoce mis
sentimientos, / mira si mi camino se desvía, / guíame por el camino eterno. R.
Lucas 6, 27-38:
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Amen a sus enemigos, hagan el bien
a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los
difaman. Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el
manto, déjalo llevarse también la túnica. Al que te pida, dale; y al que se lleve lo
tuyo, no se lo reclames.
Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes; porque si aman sólo a
los que los aman, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores aman a
quienes los aman. Si hacen el bien sólo a los que les hacen el bien, ¿qué tiene de
extraordinario? Lo mismo hacen los pecadores. Si prestan solamente cuando
esperan cobrar, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores prestan a
otros pecadores, con la intención de cobrárselo después.
Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar
recompensa. Así tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, porque él es
bueno hasta con los malos y los ingratos. Sean misericordiosos, como su Padre es
misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y
serán perdonados; den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida,
apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con
que midan, serán medidos”.
Homilía
Temas de las lecturas: Haciendo daño a la conciencia de sus hermanos, pecan
ustedes contra Cristo * Guíame, Señor, por el camino eterno. * Sean
misericordiosos, como su Padre es misericordioso
1. Un Camino Práctico de Ejercer la Caridad
1.1 Una de las virtualidades de las Cartas de san Pablo es que, partiendo de
situaciones muy concretas y limitadas, saben darnos lecciones maravillosas de un
alcance inmenso, y prácticamente universal. La primera lectura de hoy es un buen
ejemplo de ello.
1.2 La situación era esta: en un ambiente pagano como el de la ciudad de Corinto
algunos vendedores ofrecían o consagraban sus productos en ofrenda a los dioses,
con la esperanza manifiesta de que esos poderes sobrenaturales les ayudaran a
hacer buen dinero. Además del afán de lucro, siempre presente, su petición tenía
algo de angustioso cuando se trataba de vender carnes, pues la falta de sistemas
apropiados de conservación hacía de cada día de venta un día de riesgo.
1.3 En ese contexto, algunos cristianos sentían escrúpulos de comer esa carne
comparada en el mercado, porque sentían que comían algo que de algún modo
pertenecía a los dioses falsos, es decir, en últimas, a los demonios. Otros en
cambio, obraban con libertad de conciencia, muy seguros de que la fuerza de la
bendición que hemos recibido en Cristo es más poderosa que cualquier supuesta
maldición o atadura que estuviera ligada al consumo de ese alimento. Pablo
evidentemente pensaba de esta última forma.
1.4 Y sin embargo su enseñanza es bella: no hagas de tu libertad de conciencia tu
máxima norma de vida: aún más importante que tu libertad es buscar el bien de
todos. Más importante que tener libertad es tener caridad. Y por eso propone lo que
hemos leído: que nuestro amor vaya más allá de preservar nuestros derechos.
2. Una vida extraordinaria
2.1 En el evangelio de hoy, Cristo, como queriendo romper toda barrera y
trascender todo límite, nos lanza hacia lo extraordinario: el amor a los enemigos.
2.2 Y no es poca la fuerza de lo extraordinario. El amor a los enemigos, la
capacidad de perdonar y compadecer, y otras virtudes por el estilo, aparentemente
"inútiles" y "débiles", fueron muy probablemente una causa próxima de la
propagación del Evangelio en el mundo antiguo. Ver que alguien pretende imponer
sus ideas, así sean ideas sobre lo bueno y lo santo, es común; es lo que uno
esperaría del ser humano. Pero uno no espera del ser humano la capacidad de
acoger el dolor de un desconocido o de gastarse por alguien que ni siquiera lo
agradece, o de ofrecer una mano al que antes ha maltratado y humillado.
2.3 En tiempos, pues, de la antigua Roma, todas estas palabras tenían que sonar a
fantasías y debían parecer simplemente absurdas. La "realidad", la dura y cruda
realidad era el lenguaje del poder y de los poderosos, es decir, de aquellos que
tenían potestad hasta para hacer morir ignominiosamente a los cristianos. Veinte
siglos después, el Evangelio se propaga y gana nuevos adeptos cada día. ¿Queda
de aquellos emperadores algo más que un recuerdo a menudo amargo?
Fr. Nelson Medina, O.P.