La auténtica felicidad.
2012-09-13
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Amen a sus enemigos, hagan el bien
a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los
difaman. Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el
manto, déjalo llevarse también la túnica. Al que te pida, dale; y al que se lleve lo
tuyo, no se lo reclames.
Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes; porque si aman sólo a
los que los aman, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores aman a
quienes los aman. Si hacen el bien sólo a los que les hacen el bien, ¿qué tiene de
extraordinario? Lo mismo hacen los pecadores. Si prestan solamente cuando
esperan cobrar, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores prestan a
otros pecadores, con la intención de cobrárselo después.
Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar
recompensa. Así tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, porque Él es
bueno hasta con los malos y los ingratos. Sean misericordiosos, como su Padre es
misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y
serán perdonados; den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida,
apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque son la misma medida con
que midan, serán medidos». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Gracias, Señor, porque hoy continúas mostrándome los valores de tu Reino.
Conoces mi debilidad y aún así me llamas a la santidad. Te suplico que mi oración
me llene de confianza, no en mi esfuerzo o virtud, sino en tu inmensa misericordia,
en tu compasión para conmigo y en tu gracia que hace que todo sea posible.
Petición
Señor, ayúdame a no defraudarte y a corresponderte buscando la perfección en mi
amor, hoy más que ayer.
Meditación
La auténtica felicidad.
«Las paradojas que Jesús presenta en las Bienaventuranzas expresan la auténtica
situación del creyente en el mundo, tal como las ha descrito Pablo repetidas veces a
la luz de su experiencia de vida y sufrimiento como apóstol: “Somos los impostores
que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que
están bien vivos, los sentenciados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres,
los pobres que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen”. “Nos
aprietan por todos los lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no
desesperados; acosados pero no abandonados; nos derriban pero no nos rematan”.
Lo que en las Bienaventuranzas del Evangelio de Lucas es consuelo y promesa, en
Pablo es experiencia viva del Apóstol. Se siente “el último”, como un condenado a
muerte y convertido en espectáculo para el mundo, sin patria, insultado,
denostado. Y a pesar de todo experimenta una alegría sin límites; precisamente
como quien se ha entregado, quien se ha dado a sí mismo para llevar a Cristo a los
hombres, experimenta la íntima relación entre cruz y resurrección» (Joseph
Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret , primera parte, pág. 35).
Reflexión apostólica
«A la novedad de vida en Cristo se opone, como principal enemigo, el egoísmo.
Triste herencia del pecado original, el egoísmo consiste en anteponer el propio yo –
con sus intereses, pasiones, afanes, gustos o caprichos– al amor a Dios y al
prójimo» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Chrisit , n. 122).
Propósito
Transformar los problemas y conflictos del día de hoy en oportunidades para crecer
en la confianza en la providencia de Dios.
Diálogo con Cristo
Bien conocida, pero poco aplicada, es la llamada «regla de oro»: hacer, tratar,
perdonar y amar a los otros como quisiera que lo hicieran conmigo. Qué diferente
sería el mundo, y mi vida, si no dejará que mi soberbia y mi egoísmo fueran más
fuertes que mi amor. Por eso, Padre mío, pido la intercesión de mi ángel de la
guarda, para que sea mi constante apoyo y recordatorio que, sin tu gracia, mi
esfuerzo es vano. Pero contigo, todo es posible, a pesar de mis limitaciones.
«Si te cuesta sonreír o contestar con buenas palabras a los que te ofendan,
recuerda cuánto padeció y sufrió nuestro Señor Jesucristo en su santísima pasión
por nosotros. Vituperado por los enemigos, negado por los suyos, callado y
sufriendo por nuestro amor. La contemplación de este paso tiene que darte valor»
( Cristo al centro , n. 340).