Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 24, Martes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un
miembro * Somos un pueblo y ovejas de su rebaño. * ¡Muchacho, a ti te lo digo,
levántate!
Textos para este día:
1 Corintios 12, 12-14. 27-31a:
Hermanos: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los
miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también
Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados
en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo.
Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. El cuerpo tiene muchos miembros, no
uno solo.
Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Y Dios os
ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los
profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de
curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas, el don de
interpretarlas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos
maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos
en lenguas o todos las interpretan? Ambicionad los carismas mejores.
Salmo 99 :
Aclama al Señor, tierra entera, / servid al Señor con alegría, / entrad en su
presencia con vítores. R.
Sabed que el Señor es Dios: / que él nos hizo y somos suyos, / su pueblo y ovejas
de su rebaño. R.
Entrad por sus puertas con acción de gracias, / por sus atrios con himnos, /
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.
"El Señor es bueno, / su misericordia es eterna, / su fidelidad por todas las
edades." R.
Lucas 7, 11-17:
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus
discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un
muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la
ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: "No llores."
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: "¡Muchacho, a ti
te lo digo, levántate!" El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo
entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: "Un gran Profeta ha surgido
entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo;"
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.
Homilía
Temas de las lecturas: Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un
miembro * Somos un pueblo y ovejas de su rebaño. * ¡Muchacho, a ti te lo digo,
levántate!
1. Somos Un Solo Cuerpo
1.1 En relación con la primera lectura hay una meditación preciosa del Papa Pío XI,
en su Encíclica Miserentissimus Redemptor.
1.2 La pasión expiadora de Cristo se renueva y en cierto modo se continúa y se
completa en el Cuerpo místico, que es la Iglesia. Pues sirviéndonos de otras
palabras de San Agustín: "Cristo padeció cuanto debió padecer; nada falta a la
medida de su pasión. Completa está la pasión, pero en la cabeza; faltaban todavía
las pasiones de Cristo en el cuerpo."
1.3 Nuestro Señor se dignó declarar esto mismo cuando, apareciéndose a Saulo,
"que respiraba amenazas y muerte contra los discípulos," le dijo: "Yo soy Jesús, a
quien tú persigues;" significando claramente que en las persecuciones contra la
Iglesia es a la Cabeza divina de la Iglesia a quien se maltrata e impugna.
1.4 Con razón, pues, Jesucristo, que todavía en su Cuerpo místico padece, desea
tenernos por socios en la expiación, y esto pide con El nuestra propia necesidad;
porque siendo como somos "cuerpo de Cristo, y cada uno por su parte miembro,"
necesario es que lo que padezca la cabeza lo padezcan con ella los miembros
2. La Vida vs. la Muerte
2.1 Dos grupos se encuentran hoy frente a frente en el Evangelio. De Naín sale la
caravana de la desolación, y delante de ella va un muchacho, cuya vida fue
tronchada con alevosía por la muerte misma. A Naín, sin embargo, llega ahora la
consolación, y delante de ella otro joven, Jesucristo, adalid y príncipe de la vida.
2.2 Una muchedumbre acompaña a la pobre madre de aquel muchacho, no para
sanar sino para paliar su dolor. Bien acompañada está la muerte, y buen número
de testigos de su poder. Otra muchedumbre acompaña a Jesús. Van con él porque
han sido sanados por él, porque han sido instruidos y perdonados por la fuerza que
en él reside, porque, en síntesis, están recibiendo vida de él.
2.3 Y hay una palabra clave, que refleja la confrontación de estos dos grupos: "se
compadeció". El Señor de la Vida se enfrenta a la caravana de la muerte armado de
compasión, revestido de misericordia, transido de piedad. Y detiene a la Muerte y
extiende el reino de la vida. Un gran profeta está entre nosotros. ¡Aleluya!
Fr. Nelson Medina, O.P.