Comentario al evangelio del Miércoles 26 de Septiembre del 2012
La misión, la gran misión, la única misión, de la Iglesia es evangelizar, anunciar a todo el mundo la
buena nueva del Reino y dar testimonio del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. Es la misión de
todos los que forman la Iglesia. Atañe a todos por igual. Desde el cristiano de cualquier país africano
hasta el de Japón o Canadá o Italia. Desde el laico hasta el obispo.
Por eso, cuando leemos el relato de aquella primera misión, algo nos tiembla por dentro. Jesús
reúne a los Doce, les da poder sobre toda clases de demonios y los envía a proclamar el reino y a curar
a los enfermos. Este texto nos dice con claridad que para los doce, y para la primera comunidad
cristiana, la misión era también la primera razón de su existencia. Aquella comunidad, aquella iglesia,
no era una secta cerrada sobre sí misma. Estaba abierta a todos los vientos, a todas las culturas, a todas
las razas. Para que todos conociesen el mensaje de Jesús.
El evangelista Lucas, cuando escribió este texto, tenía muy presente la importancia clave de la
misión evangelizadora para la iglesia. Por eso cuidó bien los detalles, las condiciones en que el
evangelizador debe llevar adelante su misión de modo que no oculte el mensaje ni lo deforme. La
primera condición es la pobreza. A la misión no le hacen falta adornos. Es más, le sobran. “Ni bastón,
ni alforja, ni pan, ni dinero.” Hoy lo podríamos traducir por “ni ordenador, ni powerpoint, ni técnicas
psicológicas, ni...” El reino se anuncia por sí mismo. El amor no se transmite mediante libros ni
mediante sesudas reflexiones. El amor se transmite amando, haciendo que aquellos con los que nos
encontramos sientan y experimenten el amor de Dios en nuestra forma de tratarlos. Ese es el punto de
partida. Luego pueden venir los libros y los powerpoints. Pero ha de quedar claro que lo nuclear del
mensaje se entrega de persona a persona, en el testimonio de vida, en el servicio desinteresado por el
bien del otro.
El otro punto que no hay que olvidar: la buena nueva está marcada por la urgencia. El
evangelizador tiene que llegar y ofrecer el mensaje. Y saber salir hacia otro lugar, cuando el mensaje
no es bien recibido. Lo suyo es anunciar. Hay muchos que están esperando. Y continuamente hay que
buscar los medios, los lenguajes, las iniciativas que hagan llegar la buena nueva a los que no la
conocen.
Hoy tenemos que seguir evangelizando. Esa es nuestra misión. No olvidemos que lo fundamental
es el testimonio de vida. Y que evangelizar es urgente porque hay muchos que están esperando.
Fernando Torres Pérez cmf