DÁNDONOS IMPORTANCIA
Padre Javier Leoz
En aquel que sirve bien y con generosidad es donde se hace visible el Reino de
Dios. En aquella persona que, sin ruido, hace bien (como afirmaba San Vicente de
Paul), es donde se hace manifiesta la mano de Jesús. En aquella persona que,
sintiéndose pequeña por lo que hace, es donde emerge con verdad y evidencia el
evangelio en vivo. Y es que, aunque nos parezca difícil de entender, la grandeza de
la vida cristiana está precisamente en eso: en multiplicarnos en pequeños detalles
allá donde se nos requiera. Qué bien lo expresó el Papa Benedicto XVI en su
reciente viaje al Líbano: “En estos tiempos inestables y de violencia es urgente que
los discípulos de Cristo den un testimonio auténtico de su unidad para que el
mundo crea en su mensaje de amor, paz y reconciliación". Para el Papa Benedicto
XVI, la presencia de los cristianos, se ha de hacer palpable y real. Servir, aun
siendo los últimos en muchas ocasiones y aún a riesgo de ser mártires por la causa
de Cristo.
1. -También a nosotros, cuando llegamos del trabajo un tanto decepcionados, nos
pregunta Jesús. ¿D e qué habéis discutido? Y, en algunas ocasiones, reconocemos
que nos duele que nuestro esfuerzo no sea reconocido o valorado. El hecho de que,
otros, con mucho menos sean más considerados.
-También a nosotros, cuando ejercemos ciertas responsabilidades sociales, políticas
o incluso religiosas, el Señor nos cuestiona: ¿Qué pretendes? ¿Servir o servirte? Y,
al contestar, nos damos cuenta que en algunas ocasiones utilizamos nuestra
posición con un afán de apariencia, de trepar a costa del que sea y de lo que sea.
-También a nosotros, cuando realizamos algunas tareas (humanas, apostólicas,
caritativas, etc.) el Señor nos interpela: ¿Y por qué lo hacéis? Y, al responderle, lo
podemos llegar hacer hasta ruborizados: nos gusta que nos señalen como buenos;
que aplaudan nuestras pequeñas proezas o simplemente, eso, el sentirnos
imprescindibles o importantes.
2.- En un gran y afamado monasterio, desde hace muchos años, se encontraba una
hermana que humildemente se dedicaba a poner en orden la sacristía,
resplandecientes los manteles, luminosos los candelabros, limpios los ornamentos y
vasos sagrados. Aparentemente, aquella mística, no era esencial en el desarrollo de
la liturgia monacal. Un buen día, una gran cadena de televisión se acercó hasta
aquel monasterio, y decidió realizar una entrevista. La Abadesa, sin pensárselo dos
veces, les comunicó a los periodistas: “empiecen por Sor María. Sin ella, sin las
cosas más pequeñas en las que la hermana se entrega y va muriendo, sería
imposible llevar a cabo nuestro oficio divino”.
--Así es Jesús; mira con ojos agradecidos lo aparentemente o interesadamente
escondido al mundo. Aplaude a todos aquellos que, más que discutir sobre títulos o
reconocimientos, se dedican en el camino a buscar a quienes hacer felices o,
simplemente, levantar el ánimo.
--Así es Jesús; observa nuestra entrega interesada y nos invita a convertirnos hacia
un servicio más nítido. Sin llevar cuentas de lo que se hace o de lo que se da.
--Así es Jesús; alguien que desea que su Iglesia sea un espacio, no con escaleras
para trepar, sino con manos e ideas prácticas para ayudar al necesitado.
--Así es Jesús; alguien que, siendo el más importante de los nacidos de mujer, se
hace poco y nada en su intento de acercarse –hasta la extenuación- a la
humanidad.
¿Y todavía nos queremos dar importancia cuando, el más importante, se sintió feliz
desgastándose sin reconocimiento alguno?
3.- ¡QUIERO SER IMPORTANTE, SEÑOR!
Olvidándome de mí mismo para que, otros,
puedan crecer y vivir dignamente.
Entregándome con generosidad y alegría
sintiéndome agraciado por ser el último.
Ofreciéndome, aún a riesgo de ser ridiculizado,
en la defensa de las causas que se dan por perdidas.
¡QUIERO SER IMPORTANTE, SEÑOR!
Pero como Tú lo fuiste:
amando sin desmayo, sin tregua ni límite
aportando a este mundo un poco de fe y de esperanza
sabiendo que, tu presencia,
es garantía de que, lo pequeño,
es esencial para entrar por las puertas del cielo.
¡QUIERO SER IMPORTANTE, SEÑOR!
Pero no con la medida del mundo
Que aprenda, oh Jesús,
a invertir tiempo, sudor y esfuerzo
en lo que aparentemente no produce fruto.
En el campo que, por ser duro y árido,
nadie quiere ofrecer sus pies ni sus manos
En los rostros que, porque reclaman justicia,
son desterrados y dejados de lado.
¡QUIERO SER IMPORTANTE, SEÑOR!
A tu estilo y con tu mano
Poniendo valor donde abunde la debilidad
Colocando tu Palabra donde reine la confusión
Llevando tu persona donde nos sometan otros dioses
Anunciando tu venida
donde otros proclamen el vacío o el absurdo.
¡SÍ! ¡ASÍ, SEÑOR! ASI DE IMPORTANTE YO QUIERA SER
Al contrario de lo que el mundo pretende
Como un niño en tus manos
Como el evangelio, de día y de noche, me recuerda y me dice.
Amén.