Permitir que Cristo arda en nosotros.
2012-09-24
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 8, 16-18
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «Nadie enciende una vela y la tapa con
alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero,
para que los que entren puedan ver la luz. Porque nada hay oculto que no llegue a
descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.
Fíjense, pues, si están entendiendo bien, porque al que tiene se le dará más; pero
al que no tiene se le quitará aun aquello que cree tener». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, yo creo, confío y te amo, pero quisiera tener una fe más operante y
luminosa que atraiga a los demás. Por intercesión de María, espero que esta
oración aumente mi fe, mi esperanza y mi caridad, porque te amo sobre todas las
cosas.
Petición
Padre santo, dame la generosidad para compartir con los demás, especialmente con
mi familia, la luz de tu Evangelio.
Meditación
Permitir que Cristo arda en nosotros.
«Esta asamblea brilla en los diversos sentidos de la palabra: en la claridad de
innumerables luces, en el esplendor de tantos jóvenes que creen en Cristo. Una
vela puede dar luz solamente si la llama la consume. Sería inservible si su cera no
alimentase el fuego. Permitid que Cristo arda en vosotros, aun cuando ello
comporte a veces sacrificio y renuncia. No temáis perder algo y quedaros al final,
por así decirlo, con las manos vacías. Tened la valentía de usar vuestros talentos y
dones al servicio del Reino de Dios y de entregaros vosotros mismos, como la cera
de la vela, para que el Señor ilumine la oscuridad a través de vosotros. Tened la
osadía de ser santos brillantes, en cuyos ojos y corazones reluzca el amor de Cristo,
llevando así luz al mundo. Confío que vosotros y tantos otros jóvenes aquí en
Alemania sean llamas de esperanza que no queden ocultas. "Vosotros sois la luz del
mundo". Dios es vuestro futuro. Amén» (Benedicto XVI, 24 de septiembre de
2011).
Reflexión apostólica
«Todo cristiano, en cuanto miembro de la sociedad humana, está sujeto a la ley
común del trabajo, debiendo colaborar con su esfuerzo en la edificación y mejora
del mundo» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Chrisit , n. 198).
Propósito
No esconder ni auto-engañarme en mi diario examen de conciencia, al no querer
reconocer lo malo que me apena y que, por eso, prefiero ignorar.
Reflexión apostólica
Dar con generosidad. Compartir lo bueno que tengo (material y espiritual), con
quien más lo necesita. No temer el desgaste, no esperar recompensa inmediata,
tomar conciencia de mi responsabilidad como discípulo y misionero de Cristo.
Señor, pongo a tu cuidado estos propósitos para que sean una realidad en mi vida
cotidiana.
«¡Qué terrible me parece la responsabilidad de tantas almas que se contentan con
no hacer mal!»
( Cristo al centro, n. 344).