Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 25, Jueves
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Nada hay nuevo bajo el sol * Señor, tú has sido nuestro
refugio de generación en generación * A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es
este de quien oigo semejantes cosas?
Textos para este día:
Eclesiastés 1, 2-11:
¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet; vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué
saca el hombre de todas las fatigas que lo fatigan bajo el sol? Una generación se
va, otra generación viene, mientras la tierra siempre está quieta.
Sale el sol, se pone el sol, jadea por llegar a su puesto y de allí vuelve a salir.
Camina al sur, gira al norte, gira y gira y camina el viento.
Todos los ríos caminan al mar, y el mar no se llena; llegados al sitio adonde
caminan, desde allí vuelven a caminar.
Todas las cosas cansan y nadie es capaz de explicarlas. No se sacian los ojos de ver
ni se hartan los oídos de oír.
Lo que pasó, eso pasará; lo que sucedió, eso sucederá: nada hay nuevo bajo el sol.
Si de algo se dice: "Mira, esto es nuevo", ya sucedió en otros tiempos mucho antes
de nosotros. Nadie se acuerda de los antiguos y lo mismo pasará con los que
vengan: no se acordarán de ellos sus sucesores.
Salmo 89 :
Tú reduces el hombre a polvo, / diciendo: "Retornad, hijos de Adán." / Mil años en
tu presencia / son un ayer, que pasó; / una vela nocturna. R.
Los siembras año por año, / como hierba que se renueva: / que florece y se
renueva por la mañana, / y por la tarde la siegan y se seca. R.
Enséñanos a calcular nuestros años, / para que adquiramos un corazón sensato. /
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? / Ten compasión de tus siervos. R.
Por la mañana sácianos de tu misericordia, / y toda nuestra vida será alegría y
júbilo. / Baje a nosotros la bondad del Señor / y haga prósperas las obras de
nuestras manos. R.
Lucas 9, 7-9:
En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué
atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido
Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se
decía: "A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes
cosas? Y tenía ganas de verlo.
Homilía
Temas de las lecturas: Nada hay nuevo bajo el sol * Señor, tú has sido nuestro
refugio de generación en generación * A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es
este de quien oigo semejantes cosas?
1. Las Preguntas de la Existencia
1.1 Tal vez nos extrañe el tono de la primera lectura de hoy. Ante todo, porque
estamos acostumbrados a mirar la Biblia o la religión como una fuente de
respuestas más que de preguntas. Se supone que la fe es para lograr seguridad,
¿no? ¡Y resulta que esta lectura del Eclesiastés está colmada de interrogantes y
pareciera más invitarnos a dudar que a creer!
1.2 Una primera conclusión es que la Biblia no es sólo una caja de respuestas.
Muchas veces una pregunta es más importante que una respuesta, porque sólo la
pregunta tiene el vigor para ponernos en movimiento. Y así es un hecho que
Jesucristo, por ejemplo, no se dedicó a darle respuestas fáciles a la gente sino que
muchas veces los dejó pensando o haciéndose preguntas. A veces terminaba sus
discursos magníficos añadiendo cosas como "¡El que tenga oídos para oír que oiga!"
Y así los ponía a pensar.
1.3 Además, es bueno que salgan a luz, a la luz de Dios, las preguntas que
seguramente todos nos hacemos. Es muy posible, por ejemplo, que alguna vez nos
hayamos sentido simplemente fastidiados por la historia humana que parece
repetirse siempre. Entonces diremos: "¿Qué provecho saca el hombre de todos sus
trabajos en la tierra? Pasa una generación, viene otra, pero la tierra permanece
siempre." Si uno no percibe esa contingencia, esa especie de fragilidad y
provisionalidad de todas las cosas visibles y pasajeras, seguramente nunca buscará
las duraderas y eternas.
1.4 Así pues, no hagamos de la duda un absoluto, pero admitamos que algo de
duda y de pregunta es como apetito que hacemos para el pan de la verdad.
2. Más allá de la Curiosidad
2.1 ¡Qué hermoso el comentario que hace Herodes, pero de qué poco le sirvió! Dijo,
habiendo oído de Cristo: "¿Quién será, éste, de quien oigo semejantes cosas?". Es
una pregunta grande, porque abre las más grandes opciones y fortalezas para el
ser humano. Es una pregunta hermosa, porque hace nacer el horizonte de la
esperanza. Es una pregunta sabia, porque nos hace próximos a la fuente misma de
la verdad y la sapiencia, que es Jesucristo.
2.2 Pero fue una pregunta estéril, por lo menos hasta donde llegamos a ver. No le
sirvió a Herodes. Esto nos enseña algo: no basta con querer acercarse al Señor si lo
único que nos mueve es la curiosidad. La Biblia dice que Herodes "tenía curiosidad
de ver a Jesús"; no es suficiente. El curioso un día sacia su curiosidad, como de
hecho hizo el mismo Herodes, según narra el mismo Lucas, pero eso no lleva a
cambio: "Herodes, al ver a Jesús se alegró en gran manera, pues hacía mucho
tiempo que quería verle por lo que había oído hablar de El, y esperaba ver alguna
señal que El hiciera. Y le interrogó extensamente, pero Jesús nada le respondió. Los
principales sacerdotes y los escribas también estaban allí, acusándole con
vehemencia. Entonces Herodes, con sus soldados, después de tratarle con
desprecio y burlarse de El, le vistió con un espléndido manto y le envió de nuevo a
Pilato. Aquel mismo día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes habían
estado enemistados el uno con el otro" (Lc 23,8-12).
2.3 Ir más allá de la curiosidad es descubrir qué esta en juego en eso de
encontrarse con Cristo. Por algo dijo el Señor: "bienaventurado es el que no se
escandaliza de mí" (Mt 11,6). El curioso termina despreciando a su salvador;
necesitamos más que curiosidad: necesitamos fe viva, humildad genuina, amor
entrañable.
Fr. Nelson Medina, O.P.