XXV Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Sabado
Jesús es el Dios encarnado que da la vida para salvarnos, y nuestra vida
tiene sentido si se abre a la salvación
“En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacia,
Jesús dijo a sus discípulos: -«Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo
del hombre lo van a entregar en manos de los hombres.» Pero ellos
no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían
el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto” (Lucas
9,43b-45).
1 . –“ Entre la admiración general por todo lo que hacía, Jesús
dijo a sus discípulos...” Jesús, antes de dirigirte a Jerusalén, terminas tu
ministerio hablando de tu sacerdocio , que será sacrificial en que tú serás
la victima.
-“ "El Hijo del hombre" ”... El profeta Daniel habló de este título: " Yo
contemplaba en las visiones de la noche. Y he aquí que en las nubes
del cielo venía, como un Hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano
(Dios) y fue llevado a su presencia. A él se le confirió el Imperio, el
Honor y la Realeza. Y todos los pueblos, naciones y lenguas le
servirán. Su Imperio es un Imperio eterno que nunca pasará. Y su
Reino no será destruido jamás " (Daniel 7, 13-14). La grandeza de tu
misión queda como contrapuesta a lo que sigues diciendo:
-"... Lo van a entregar en manos de los hombres ". Aquí aludes al
pasaje de Isaias: " No tenía belleza ni esplendor, despreciable y
desecho de la humanidad. Era despreciado y no se le tenía en
cuenta. Fue oprimido y él se humilló. Y no abría la boca, como un
cordero conducido al degüello. Fue herido de muerte " (Isaías 53,2-
12). Estás uniendo a Dios con el sufrimiento, rompiendo así toda visión
humana…
«Jesús, al aceptar en su corazón humano el amor del Padre hacia los
hombres, «los amó hasta el extremo» porque «nadie tiene mayor amor que
el que da su vida por sus amigos». Tanto en el sufrimiento como en la
muerte, su humanidad se hizo el instrumento libre y perfecto de su amor
divino que quiere la salvación de los hombres. En efecto, aceptó libremente
su pasión y muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre
quiere salvar. «Nadie me quita la vida; yo la doy voluntariamente». De aquí
la soberana libertad del Hijo de Dios cuando El mismo se encamina hacia la
muerte» ( Catecismo , 609).
-“ Pero ellos no entendían ese lenguaje; les resultaba tan
oscuro que no captaban el sentido ”. Los Doce no entendían nada en
todo esto. “Nadie se escandalice de ver tan imperfectos a los apóstoles.
Todavía no se había consumado el misterio de la Cruz, todavía no se les
había dado la gracia del Espíritu Santo” (San Juan Crisóstomo). A diferencia
de lo que dice en otros lugares, aquí no une el sufrimiento a la gloria. Aquí
nos habla de la ciencia de la cruz… “pasar con Él por la muerte de cruz,
crucificando como Él la propia naturaleza con una vida de mortificación y de
renuncia, abandonándose en una crucifixión llena de dolor y que
desembocará en la muerte como Dios disponga y permita. Cuanto más
perfecta sea tal crucifixión activa y pasiva, tanto más intensa resultará su
unión con el Crucificado y tanto más rica su participación en la vida divina”
(Santa Teresa Benedicta de la Cruz).
Jesús superpuso dos concepciones del Mesías, opuestas
aparentemente: - El Hijo del hombre evoca una imagen de
"transcendencia"... un Mesías que participa de la grandeza de Dios... - El
Servidor, evoca una imagen de pobreza, de indigencia total... un Mesías sin
poder alguno.
-“ El Hijo del hombre será entregado en manos de los
hombres ”. En san Lucas, éste es pues el segundo anuncio de la Pasión; y
lo sitúa justo en el momento que "la gente estaba admirada". Ocasión esta
de profundizar en la conciencia íntima de Jesús: el sacrificio de su vida, que
termina su "viaje aquí abajo", y que relatan los cuatro evangelistas, ¡no es
simplemente un episodio, el último... es el centro! Jesús pensaba en ello
desde mucho tiempo. Se preparó detenidamente. Y trató de preparar a sus
apóstoles. Se comprende que la Eucaristía, que es el "signo actual" que nos
ha sido dado, tenga una tal importancia en la vida de la Iglesia: es en
verdad el "memorial" de lo más señalado en la vida de Jesús.
-“ Y tenían miedo de preguntarle sobre el asunto”.
Efectivamente, los apóstoles no quieren abordar ese asunto con El, porque
interiormente rehúsan la muerte de Jesús. No comprendieron que era su
mayor acto de amor. Pero, ¿y nosotros? ¿Hemos comprendido todo lo que
la misa representa? (Noel Quesson). Nos ayuda a corresponder… «Ahora
que te cuesta obedecer, acuérdate de tu Señor, «factus obediens usque ad
mortem, mortem autem crucis» -¡obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz!» (J. Escrivá, Camino 628).
Jesús despierta admiración, por sus gestos milagrosos y por la
profundidad de sus palabras. También a nosotros nos gusta fácilmente ese
Jesús. Pero el Jesús servidor, el Jesús que se ciñe la toalla y lava los pies a
los discípulos, el Jesús entregado a la muerte para salvar a la humanidad,
eso no lo entendemos tan espontáneamente. Quisiéramos sólo el consuelo y
el premio, no el sacrificio y la renuncia. Preferiríamos que no hubiera dicho
aquello de que "el que me quiera seguir, tome su cruz cada día". Pero ser
seguidores de Jesús pide radicalidad, no creer en un Jesús que nos hemos
hecho nosotros a nuestra medida. Ser colaboradores suyos en la salvación
de este mundo también exige su mismo camino, que pasa a través de la
cruz y la entrega. Como tuvieron ocasión de experimentar aquellos mismos
apóstoles que ahora no le entienden, pero que luego, después de la Pascua
y de Pentecostés, estarán dispuestos a sufrir lo que sea, hasta la muerte,
para dar testimonio de Jesús (J. Aldazábal).
¡Qué difícil entender que el camino que lleva a Jesús a la gloria ha de
pasar por la muerte! Él mismo indicará a los discípulos que se encaminaban
hacia Emaús: “ Era necesario que el Hijo del hombre padeciera todo
esto para entrar así en su Gloria”. Ojalá y no seamos tardos ni duros de
corazón para entender y vivir aquella invitación que el Señor nos hace:
Toma tu cruz de cada día y sígueme ”.
2. Hoy acaba el Eclesiastés con un elogio de la "juventud", el tiempo
de la vitalidad que debe vivirse en la alegría, dentro del orden divino:
-“ ¡Alégrate, joven, en tu juventud y ten buen humor en tus
años mozos. Sigue los senderos de tu corazón y los deseos de tus
ojos!” Si lo tomásemos como una invitación al placer desenfrenado, no
habríamos entendido nada del pensamiento profundo del autor. El amor al
mundo no está reñido al amor de Dios, que le da sentido a todo…
-“ Pero tienes que saber que por todo ello te emplazará Dios a
Juicio”. La juventud también es un don de Dios que hay que vivir en la
expansión y alegría, pero esa libertad hay que vivirla con responsabilidad.
-“ Aleja de tu corazón el malhumor, aparta de tu carne el
sufrimiento”. La vitalidad desbordante de la juventud no es mala, en la
educación cambiarían mucho las cosas si se potenciara como hace aquí la
Biblia. Pero ahora pasa el autor a hablar de la vejez:
-“ Acuérdate de tu Creador en tus días mozos, antes que
vengan los días malos... Cuando tiemblen los guardas de la casa y
se doblen los hombres vigorosos, cuando dejen de moler las
mujeres y se ahogue el son del molino, cuando enmudezcan las
canciones. También la altura da recelo y hay sustos en el camino”.
Hermosa descripción de la vejez. La caducidad de la vida que va a la
par de la caducidad de todas las cosas. Lo mejor es vivir cada edad de la
vida con realismo, como hace Romano Guardini en aquella obra “Las edades
de la vida”, donde dice que no perdemos lo anterior, sino que lo integramos
en nosotros, lo asumimos, y conocemos nuevas cosas. Así, junto a la
decrepitud del cuerpo, hay un crecimiento interior que nunca termina. No
dejamos de ser lo que éramos, sino que lo llevamos dentro, asumiendo
también otras cosas.
-“ Florece el almendro, está grávida la langosta y da fruto el
alcaparro y es que el hombre se va a su eterna morada... Y los del
duelo circulan por la calle. Muchas de estas imágenes no son muy claras,
evocan solamente belleza y fragilidad.
En una lectura rabínica, “los guardias que tiemblan” son los brazos, y
“los hombres vigorosos que se doblan” son las piernas; “las mujeres que
dejan de moler” son los dientes, y “las ventanas que dan a la calle y que
han de cerrarse” son los ojos. “La voz del molino” es la voz humana, y “las
flores del almendro” los cabellos blancos. Finalmente, “la langosta
desfalleciente y el fruto de la alcaparra” representarían el sexo (cf. A.
Chouraqui). Le "darán miedo las alturas" por el vértigo y "rondarán los
terrores", porque le costará dormir por las noches, cuando florezca el
almendro (las canas)...
“Morada eterna”… preciosa expresión, que me recuerda cuando
moría Juan Pablo II y decía: “dejadme ir a la casa del Padre”, como
insistiendo en no poner más atenciones médicas en su estado penoso,
cuando ya ese anhelo le llevaba al cielo. Una bonita expresión de la liturgia
dice: «Nuestro Padre te espera a la puerta de su morada y los brazos de
Dios se abrirán para ti» (Noel Quesson).
La frase final del da sentido a todo lo anterior: " Basta de palabras.
Todo está dicho. Teme a Dios y guarda sus mandamientos, que eso
es ser hombre cabal " (12,13).
3. El salmo insiste en la visión escéptica de la vida y en la confianza
en Dios: " como hierba que se renueva, que florece y se renueva por
la mañana, y por la tarde la siegan y se seca... Señor, tú has sido
nuestro refugio y toda nuestra vida será alegría y júbilo ".
Llucià Pou Sabaté