XXVI Domingo del Tiempo Ordinario B
Nm 11, 25-29; Sal 18; St 5, 1-6; Mc 9, 38-43.45.47-48
«Juan le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre,
y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros". Pero Jesús les dijo: "No
se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar
mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros. Les aseguro que no
quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de
que ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos
pequeños que creen en mí, sería preferible para él que le ataran al cuello una
piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado,
córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la
Gehena, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo,
porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la
Gehena. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale
entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la
Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. »
La liturgia de la presente semana nos revela cuál ha de ser la actitud del creyente
para vivir la vida cristiana, y lo hace poniéndonos frente a las palabras de Cristo
cuando nos dice: si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo..., porque las
consecuencias de no vivir según la justicia y la paz que tiene como fuente a Dios
son el ser arrojados a la gehena, siendo que no podemos entrar al Reino de los
Cielos con una visión de la vida diferente a como Dios la ha diseñado. Por eso
cuando el evangelista nombra los verbos arrancar y cortar, estos son una llamada a
la radicalidad y a la ruptura con la vida del hombre que vive negando y rechazando
la voluntad y los planes de Dios en su vida.
Al respecto el Papa Benedicto XVI nos dice: la lógica de Dios es siempre "otra"
respecto a la nuestra, según lo revelado por Dios a través del profeta Isaías:
"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros proyectos
son mis proyectos" (Is. 55,8). Por ello, seguir al Señor le exige siempre al hombre
una profunda conversión, de todos nosotros, un cambio en el modo de pensar y de
vivir, le obliga a abrir el corazón a la escucha para dejarse iluminar y transformar
interiormente (Benedicto XVI, Ángelus, 23 de septiembre de 2012).
Esta semana el evangelio nos pone por delante la actitud de los discípulos que
interpelan a Jesús porque hay uno que está haciendo milagros, no siendo parte del
grupo, Cristo mismo responde que: «...nadie que esté contra Él puede hacer
milagros en su nombre...». Podemos recordar que San Juan nos dice que nosotros
somos los sarmientos, y que no podemos hacer nada desvinculados de la vid, esta
sería también una respuesta para la primera lectura donde igualmente, se nos
presenta a Josué que pide intervenir a Moisés, porque hay dos del campamento que
han comenzado a profetizar juntamente con los 70 ancianos con quienes Moisés se
encontraba. Debemos entender entonces que la primera lectura es un anuncio de la
obra de Cristo ya que, luego de su muerte de cruz y como don del Espíritu Santo,
todo creyente estará llamado a ser discípulo de Cristo. También podemos señalar
que Marcos nos deja entrever que la misión de Cristo no será encomendada a un
pequeño grupo sino a todo aquel a quien Dios le conceda el don y la gracia de
participar de la misión del Hijo.
El profetismo en la Iglesia es un carisma con el cual Dios enriquece a algunos de los
miembros de su pueblo, y aún más, pues por medio del Bautismo todo aquel que lo
recibe participa de la triple función de Cristo, esto es de la función sacerdotal,
profética y real (sacerdote-profeta-rey). Como nos hace presente el libro de los
Números en el capítulo 18, todo verdadero profeta que viene de Dios, verificará su
autenticidad en que su mensaje no es un mensaje suyo, sino que habla en nombre
de otro y aquello que anuncia se realiza o se cumple; en cambio los que no son
profetas auténticos o enviados de Dios se caracterizan porque contemporizan su
mensaje con sus oyentes. Hoy se habla de una moral laica o del diálogo, que no
está fundada en la doctrina auténtica de la Iglesia y que lamentablemente se
difunde y lleva a confusión a tantos creyentes.
En la segunda parte del evangelio se está haciendo presente que los ojos, de los
cuales habla el evangelista en el evangelio de este domingo, nos están haciendo
alusión a la visión que se tiene de la vida, o a como el hombre ve la vida, la vida en
la cual se encuentra y le rodea; por eso el evangelista dice: si tu ojo te es
ocasión de pecado arráncatelo, porque no podemos entrar al Reino de los Cielos
con una visión de la vida diferente a como Dios la ha diseñado.
Siguiendo con la secuencia del evangelio Cristo dice: «...quien escandalice a uno de
estos pequeños más le valdría que le aten una piedra en el cuello...». Cristo hace
presente que no se ha recibido un poder o una misión para destruir al hermano. Al
respecto hay que entender que estos pequeños a quienes Jesús se refiere, son los
creyentes. Por eso San Agustín, en su comentario contra los malos pastores, dice:
«...no habéis cuidado ni a la enferma ni a la débil...»; explicándolo dice que la
enferma es aquella que necesita ser acompañada y rescatada de sus vicios, y la
débil es el creyente que no tiene muy madura la fe. San Agustín sentencia diciendo
que por el comportamiento de los pastores, por la vida que llevan, en muchos casos
dejan morir a la enferma, porque no salen en su búsqueda y con su conducta
matan a la débil por lo escandaloso de su vida.
El Papa Benedicto XVI nos dice: no vacilen en seguir a Jesucristo. En Él hallamos
la verdad sobre Dios y sobre el hombre. Él nos ayuda a derrotar nuestros egoísmos,
a salir de nuestras ambiciones y a vencer lo que nos oprime. El que obra el mal, el
que comete pecado, es esclavo del pecado y nunca alcanzará la libertad. Sólo
renunciando al odio y a nuestro corazón duro y ciego seremos libres, y una vida
nueva brotará en nosotros. Convencido de que Cristo es la verdadera medida del
hombre, y sabiendo que en él se encuentra la fuerza necesaria para afrontar toda
prueba, deseo anunciarles abiertamente al Señor Jesús como Camino, Verdad y
Vida. En él todos hallarán la plena libertad, la luz para entender con hondura la
realidad y transformarla con el poder renovador del amor (Benedicto XVI,
Homilía, 28 de marzo de 2012).
Así dejemos que la palabra transforme nuestro corazón y no entendamos su
radicalidad, como una exageración de la vida cristiana, sino antes bien una llamada
a un cambio de vida; es decir que Cristo haga Pascua en nuestra vida: pasemos de
las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida.
Pbro. Oscar Balcázar Balcázar