Memoria obligatoria. Santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora
El camino del abandono de los niños nos lleva directos a Jesús, a la
misericordia de nuestro Padre Dios… así la vida es de rosas, con espinas
que luego son gloria
“En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el
más importante. Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la
mano a un niño, lo puso a su lado, y les dijo: El que acoge a este
niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al
que me ha enviado. El más pequeño entre vosotros es el más
importante...” (Lucas 9,46-50).
1. El mes de octubre comienza con la memoria de Santa Teresita,
apstol de la Misericordia; ella nos hace ver que “Dios es slo amor y
misericordia”, Dios es un Padre que me ama, y por eso lo perdona todo;
realmente Dios antes que nada es Amor, y todo ha sido hecho porque nos
ama: "Dios creó solo aquellos seres, de los que se enamoró" (Card.
Lehman). Cada uno podemos pensar: existo, porque Él se enamoró de mí.
Soy aceptado por Dios; me quiere como soy. En mí todo es gracia: nací de
un sueño de amor de Dios –que está loco por mí- y me tiene un amor
gratuito. Una chica, al descubrir cómo vivir de la gratuidad de Dios,
escribía: “Una tarde volvía yo de la reunin de oracin y mi abuela me
esperaba en la cocina, como siempre. Yo le conté emocionada: ‘-yaya, ¡no
te imaginas! ¡Dios me quiere como soy! No tengo que hacer nada para que
me quiera... no es alucinante?’ Y a mi abuela se le llenaron los ojos de
lágrimas y me dijo: ‘-me han estafado. Me han engaado’. Y es que a ella le
habían predicado que el amor de Dios hay que merecérselo y ganárselo a
base de méritos. Claro, como eso es imposible, nunca se había sentido
digna y, por tanto feliz. Ella no conocía el significado de ‘dejarse amar por
Dios’” (de una revista de la renovación carismática).
¿Tiene razón la nieta o la abuela? Realmente el corazón de Dios se
vuelca en mí como hijo, más allá de la realidad concreta de mis obras
buenas o malas. Cuántas angustias se han causado, por no explicar bien
cmo es Dios, mostrándolo como “justiciero”... toda justicia divina hay que
entenderla desde esa misericordia, todas las verdades de doctrina, hasta el
infierno: que no lo ha hecho Dios para nosotros, sino que es la triste
posibilidad de no amar, la autoexclusión de quien no quiere amar a Dios y a
los demás. ¿Es al mismo tiempo cierto que las obras son meritorias? Si, y
pienso que sólo podemos captar la Misericordia cuando abrimos el corazón,
es como un chorro inmenso que está siempre –el Amor que siempre está
como cayendo del cielo- pero del que sólo podemos llenarnos según nuestro
recipiente, la medida de nuestro corazón. ¿Cómo se ensancha éste? Cuando
se da; y es algo cíclico: la grandeza del amor se multiplica cuando se da:
eso lleva a fijarse en lo bueno, en lo positivo de los demás, en sus
cualidades, virtudes, acciones...
Hoy es particularmente iluminante este espíritu de Santa Teresita,
que nos muestra un Dios todo amor y misericordia, donde la justicia queda
explicada con la ternura.
Encuentra su vocación al leer un pasaje de S. Pablo sobre la caridad
(I Cor, 13). Todo queda claro para ella y puede escribir: “¡ Oh, Jesús, amor
mío, he encontrado al fin mi vocacin ! Mi vocacin es el Amor!… Sí, he
encontrado mi puesto en la Iglesia y ese puesto, Dios mío, eres Tú quien
me lo ha dado. En el corazón de la Iglesia, mi madre, yo seré el amor. Así
lo seré todo ¡¡¡Así mi sueño se verá realizado!!!” (Manuscrito B, 3 v).
Un año después de su muerte se publica un libro a partir de sus
escritos: Historia de una Alma , que va a conquistar al mundo y dará a
conocer a esta joven religiosa que había amado a Jesús" hasta morir de
amor". Una vida escondida iba a iluminar el mundo.
Diría Juan Pablo II sobre ella: «En una cultura racionalista y
demasiado a menudo invadida por un materialismo práctico ella opone con
una sencillez que desarma "la pequeña vía" que conduce al secreto de toda
existencia: el Amor divino que envuelve y penetra toda la aventura
humana... En un tiempo como el nuestro, caracterizado por la cultura de lo
efímero y del hedonismo, esta nueva Doctora de la Iglesia se muestra
dotada de una singular eficacia para esclarecer el espíritu y el corazón de
los que tienen sed de verdad y de amor». Propone también a Teresita como
patrona de los jóvenes: «Creo que los jóvenes pueden encontrar
efectivamente en ella una auténtica inspiradora para guiarles en la fe y en
la vida eclesial, en una época en la que el camino puede estar lleno de
pruebas y dudas»: «Teresa experimentó diferentes pruebas, pero recibió la
fuerza para permanecer fiel y confiada».
2. “ El Señor la rodeó cuidando de ella, la guardó como a las
niñas de sus ojos, extendió sus alas como el águila, la tomó y la
llevó sobre sus plumas; el Señor sólo la condujo ” (Dt 32,10).
Santa Teresa del Niño Jesús nació en Alençon en 1873. Como no se
veía en la “perfeccin” que se predicaba para alcanzar la santidad, no se
perdi en disquisiciones teolgicas, sino que tuvo la intuicin del “ascensor”,
un camino directo a través del amor: «Siempre he deseado, afirmó en su
autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa, pero, por desgracia, siempre
he constatado, cuando me he parangonado a los santos, que entre ellos y
yo hay la misma diferencia que hay entre una montaña, cuya cima se
pierde en el cielo, y el grano de arena pisoteado por los pies de los que
pasan. En vez de desanimarme, me he dicho: el buen Dios no puede
inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez,
aspirar a la santidad; llegar a ser más grande me es imposible, he de
soportarme tal y como soy, con todas mis imperfecciones; sin embargo,
quiero buscar el medio de ir al Cielo por un camino bien derecho, muy
breve, un pequeño camino completamente nuevo. Quisiera yo también
encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado
pequeña para subir la dura escalera de la perfección».
Vivió la cruz, ya desde los cinco años cuando su madre murió.
Cuando tenía nueve años, su hermana Paulina, que era para ella «su
segunda mamá», entró como carmelita en el monasterio de la ciudad.
Cuando tuvo una grave enfermedad, el 13 de mayo de 1883, una imagen
de la Virgen María sonríe a Teresa que es curada súbitamente. Al año
siguiente, el 8 de junio, su primera Comunión es para ella una "fusión" de
amor. Jesús se entrega al fin a ella y ella se entrega a Él. Piensa ya en ser
carmelita. La entrada en el Carmelo de su tercera madre, su hermana
María, la desestabiliza. Sufre una grave crisis de escrúpulos obsesivos, está
hipersensible y "llora en exceso". Desea morir y ser liberada. Al volver de la
misa del Gallo el año 1886, la gracia toca su corazón. Es una verdadera
conversión que la transforma en una mujer fuerte. El Niño del pesebre, el
Verbo de Dios le ha comunicado su fuerza en la Eucaristía.
Llega hasta el Papa León XIII para pedir su entrada en el monasterio,
y a los 14 años y medio entra por fin, en su vocación de "amar a Jesús y
hacerlo amar". Comprende que su vocación no consistirá sólo en orar por la
conversión de los grandes pecadores, sino también en rezar por los
sacerdotes. A los 23 años enfermó de tuberculosis y murió a los pocos
meses. Pío XII quiso asociarla, en 1927, a san Francisco Javier como
patrona de las misiones (Coro Marín).
Su más grande sufrimiento será la enfermedad de su amado padre,
internado en El Buen Salvador de Caen, hospital para enfermos mentales.
Su Carmelo, marcado por el temor a un Dios a quien se ve sobre todo como
un Dios justo, le pesa. Aspira al amor cuando lee la "Llama de amor viva"
de S. Juan de la Cruz. En esta época es cuando la joven hermana Teresa del
Niño Jesús de la Santa Faz descubre la gracia de profundizar en la
Paternidad de Dios que nos es otra cosa que Misericordia y Amor
(expresadas en su Hijo Jesús, hecho hombre, vivida en una confianza
absoluta. "Si no volvéis a ser como niños no entraréis en el reino de los
cielos" (Mt 18, 3).
Pequeñas anécdotas le hacen vivir intensamente el amor de Dios.
Cuenta el obispo Guy Gaucher que la vida de sor Teresa fue normal, sin
especial fama. Tuvo una noche oscura en sus últimos momentos, y una
fuerte enfermedad, y se abandona en el Señor. Escribe poco antes de su
muerte: “dice el Evangelio que Dios vendrá como un ladrn. A mí vendrá a
robarme con gran delicadeza. ¡Como me gustaría ayudar al Ladrón!... no
tengo ningún miedo del Ladrón. Lo veo lejos y en vez de gritar: ¡al ladrón!,
lo llamo diciéndole: por aquí, por aquí!” Este espíritu -del Evangelio- es útil
para impregnar todos los campos (Derecho, relaciones laborales...) pero
pienso que particularmente la educación. Mirando una imagen de Jesús con
dos nios, explica con inocencia profunda: “soy yo este pequeñito que ha
subido al regazo de Jesús, que alarga tan graciosamente su piernecita, que
levanta la cabeza y lo acaricia sin temor. El otro pequeño no me gusta
tanto; le han dicho algo..., sabe que debe tratar con respeto a Jesús”.
Tantas veces la educación –también la religiosa- ha sido cargada de un
respeto que da miedo, y lo que más ayuda al ambiente de nuestro tiempo,
lleno de miedo e inseguridad, es esa paz y esperanza de sentirnos queridos,
pese a nuestras equivocaciones e incertidumbres. Cuando se encuentra
vacía de obras buenas de cara al juicio que llega a su muerte, dice la
Doctora de la Iglesia que Jesús “no podrá pagarme –según mis obras-...
Pues bien, me pagará según las suyas”.
La tuberculosis mina su salud y la debilita. Teresa emplea sus últimas
fuerzas en enseñar "su camino de infancia espiritual" a las cinco novicias
que tiene a su cargo y por carta a sus hermanos espirituales, sacerdotes y
misioneros en Africa y China, y en sus escritos "canta las misericordias del
Señor" en su corta vida.
El seminarista Mauricio Bellière, de veinte años, será su “alma
gemela” también en la agonía de una pasin escondida, como se hablaron
por carta, con la promesa de que ella le ayudaría desde el cielo. Será Padre
Blanco y partirá a Nyassland (hoy Malawo) cuando ella estaba muriendo.
Expulsado de su familia religiosa, volverá a Francia y vagará despreciado
por todos morirá hospitalizado en el Buen Salvador de Caen en 1907, a los
treinta años. En el mismo hospital psiquiátrico donde estuvo el padre de
Teresa. Su olvidada tumba ha sido restaurada, al ver que sus
desobediencias y faltas de carácter eran debidas a que padecía la
enfermedad del sueño, causada por las moscas durante su dedicación
misionera. Las once cartas de Teresa son muy importantes para ver que las
rosas están llenas de espinas, que «la noche de la fe» comprende dudas,
abandono total, la tentación de la desesperación. Juan Pablo II señala que
ella ahora «sostiene a sus hermanos y hermanas en todos los caminos del
mundo».
Pidiendo "hacer el bien en la tierra después de su muerte, hasta el fin
del mundo", profetizando humildemente que su misión póstuma sería
enseñar su caminito a las almas y "pasar su cielo haciendo el bien en la
tierra", muere el 30 de septiembre 1897. Murió desconocida en un pequeño
Carmelo de Provincias, no había más de treinta personas en su entierro en
el cementerio de Lisieux. Sin embargo, a su canonización en S. Pedro de
Roma asistirán más de 500.000 el 17 de mayo de 1925. Una vida muy
ordinaria y muy escondida. "Quiero pasar mi cielo haciendo bien en la
tierra", dice mostrando un cielo mucho más activo de como se veía.
Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II en 1997 (Coro
Marín).
3. “ Acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su
madre ”, rezamos con el salmo. El abandono en los brazos de Dios resume
el camino de Santa Teresa. Leyendo Isaías 66, comprendió que no podía
subir sola la escalera de la perfección, pero que Jesús la cogería en sus
brazos y la subiría como en un ascensor rápido. Es el descubrimiento de su
“caminito": "Jesús se complace en mostrarme el único camino que conduce
a esa hoguera divina. Ese camino es el abandono del niñito que se duerme
sin miedo en los brazos de su padre" (Manuscrito B, 1v).
Su descubrimiento es que Dios es esencialmente Amor
Misericordioso. En adelante verá todas las perfecciones divinas, incluida la
justicia, partiendo de la Misericordia. Esto conlleva una confianza audaz:
"Quiero ser santa, pero siento mi impotencia y te pido, Dios mío, que seas
Tú mismo mi santidad" (Acto de ofrenda). Es dejar hacer a Jesús:" Sí, lo sé,
cuando soy caritativa , es únicamente Jesús quien actúa en mí. Cuanto más
unida estoy a Él, más amo a todas mis hermanas" (Manuscrito C, 13 r).
Decía la santa, sobre nuestro afán de ser algo o alguien: “Somos una
gotita de rocío que se oculta en el cáliz de la flor de los campos.
Desconocidas de todos. No debemos envidiar ni siquiera al claro arroyuelo
que serpentea por la pradera. Es verdad que su murmullo es muy dulce;
pero, además de que por eso mismo no puede permanecer oculto, el
arroyuelo no cabe en el cáliz de la Flor de los campos... ¿Es necesario ser
tan pequeño para poder acercarse a Jesús...? Es más útil el arroyuelo que la
gota de rocío, la cual no sirve más que para refrescar un instante la frágil
corola de una flor silvestre. Esto es ignorar la causa del mérito de las obras.
Jesús no tiene necesidad de nuestras obras brillantes ni de nuestros
pensamientos sublimes; si él quisiera concepciones elevadas, ¿no tiene sus
ángeles, cuya ciencia sobrepasa infinitamente la de los más grandes genios
de este mundo? No es, pues, ni la grandiosidad de las obras ni los talentos
lo que Jesús quiere y aprecia. No pide más que una gotita de rocío que
durante la noche de esta vida permanezca oculta en Él, en el cáliz de la Flor
de los campos”.
Llucià Pou Sabaté