¡BIÉN POR MUCHOS!
Padre Javier Leoz
Cada vez que venimos a la iglesia lo hemos de hacer con el firme convencimiento
de que Dios habla a lo más hondo de nuestras entrañas; que, el Señor, lejos de
condenar, salva, ilumina, indica los caminos que hemos de seleccionar para
alcanzar la felicidad que tanto añoramos.
1. Cuando vemos la perspectiva del mundo (familias rotas, maltratos de mujeres y
de hombres, niños que han perdido el brillo de sus ojos por trágicas separaciones
matrimoniales) podemos llegar a concluir que no es posible convivir. Que es mejor
entender el amor (que es muy distinto del placer) como algo eventual, pasajero.
En una ocasión, una pareja, fueron a formalizar sus papeles con el sacerdote y,
para ello, llevaron a sus correspondientes testigos. Cual fue la sorpresa del cura
cuando, al animarles y recordarles la fidelidad, uno de los testigos irrumpió:
“bueno, padre, y si no siempre está la posibilidad de divorciarse ¿no?”. Y es que, la
sociedad, nos mete como puede y a todas horas que, el convivir, es cosa de cuatro.
En cambio, la realidad, es muy distinta. Nos encontramos con miles, con millones
de matrimonios que teniendo como fundamento sólido el amor, lo defienden y lo
guardan desde el perdón, la tolerancia, la acogida, la humildad y por supuesto con
el resorte de la fe.
2.- Es bueno recordar, que el amor humano, es un destello del AMOR DIVINO que
baja del cielo. Si lo entendiésemos así, en multitud de ocasiones, cuando fallan
algunas cosas, recurriríamos constantemente a ese maná de donde nació ese deseo
de vivir y permanecer juntos hasta el final de la vida.
El gran desvelo de Dios, su gran anhelo (que los hombres convertimos en utopía)
es que transformemos el mundo, nuestro entorno, nuestros lugares de trabajo en
una inquebrantable familia. No faltarán las incomprensiones, las presiones, las
burlas “mirad qué hacen esos”. Pero es que, lo distintivo del amor cristiano, no es
ser aplaudido por el mundo sino que sea referencia para una sociedad que ha
perdido el rumbo.
3.- Si Dios, que es amor, se manifiesta en diversas maneras a través de las
personas, de los matrimonios, de una conciencia bien formada. Los cristianos
tenemos como misión no romper, bajo ningún concepto, algunas reglas mínimas en
nuestra convivencia. Entre otras cosas porque, unir, es difícil. Separar o romper, es
cuestión de segundos.
--Damos gracias a Dios por tantos matrimonios que, con esfuerzo y valor, siguen
adelante en su convivencia (aunque a veces sea a costa de muchas renuncias)
--Damos gracias a Dios porque son muchos más los que siguen adelante que,
aquellos que constantemente salen en la prensa de corazón como si fuera compra y
venta de sentimientos, placer o simples conquistas
--Damos gracias a Dios porque, el matrimonio, sigue siendo un sacramento de la
presencia impresionante y gratuita de Dios.
--Damos gracias a Dios porque, el matrimonio, es una escuela que se forja para
luego formar conciencias rectas y conscientes de que merece la pena vivir y creer
en el amor y por el amor.
4.- ERES LA FUENTE, SEÑOR
Que nos da un amor sin medida,
para que nosotros luego
lo pongamos en practica
y lo hagamos vida con nuestra vida.
Eres una fuente, Señor,
que cuanto uno más se acerca
el agua más salpica
frutos de generosidad y de entrega
de perdón y de humildad
de comprensión y de ternura
ERES LA FUENTE, SEÑOR
Del amor auténtico
Del amor que no se confunde con farsa
Del amor que no se conquista
a golpe de talonario
o se rompe, simple y llanamente,
cuando la prueba asoma en la esquina.
ERES LA FUENTE, SEÑOR
Del amor que sabe renunciar a uno mismo
Del amor que busca el bien del otro
Del amor que dice “perdón” y no odia
Del amor que calla huyendo de la palabrería
Del amor que huye del espectáculo
Del amor que aguanta,
aunque nos digan….que eso es de débiles.
ERES LA FUENTE, SEÑOR
De un amor que la tierra necesita
para cambiar estructuras y personas
Para llevarnos a feliz puerto
Para enseñarnos que, el amor,
cuando se mira al cielo
es irrompible, eterno, duradero,
sin brecha, sin pausa y sin fisura alguna
ERES LA FUENTE, SEÑOR
Y nosotros, nuestro amor
no somos sino…
pequeños manantiales
por los que se desliza tu amor
a toda la tierra.
Amén.