EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Vigésimo séptimo Domingo del tiempo ordinario
Libro de Génesis 2,18-24.
Después dijo el Señor Dios: "No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle
una ayuda adecuada".
Entonces el Señor Dios modeló con arcilla del suelo a todos los animales del campo
y a todos los pájaros del cielo, y los presentó al hombre para ver qué nombre les
pondría. Porque cada ser viviente debía tener el nombre que le pusiera el hombre.
El hombre puso un nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del
cielo y a todos los animales del campo; pero entre ellos no encontró la ayuda
adecuada.
Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando
este se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío.
Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer
y se la presentó al hombre.
El hombre exclamó: "¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se
llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre".
Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos
llegan a ser una sola carne.
Salmo 128(127),1-2.3.4-5.6.
Canto de peregrinación.
¡Feliz el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien.
Tu esposa será como una vid fecunda
en el seno de tu hogar;
tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa.
¡Así será bendecido
el hombre que teme al Señor!
¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida:
que contemples la paz de Jerusalén
y veas a los hijos de tus hijos!
¡Paz a Israel!
Carta a los Hebreos 2,9-11.
Pero a aquel que fue puesto por poco tiempo debajo de los ángeles, a Jesús, ahora
lo vemos coronado de gloria y esplendor, a causa de la muerte que padeció. Así,
por la gracia de Dios, él experimentó la muerte en favor de todos.
Convenía, en efecto, que aquel por quien y para quien existen todas las cosas, a fin
de llevar a la gloria a un gran número de hijos, perfeccionara, por medio del
sufrimiento, al jefe que los conduciría a la salvación.
Porque el que santifica y los que son santificados, tienen todos un mismo origen.
Por eso, él no se avergüenza de llamarlos hermanos,
Evangelio según San Marcos 10,2-16.
Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta
cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?".
El les respondió: "¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?".
Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de
ella".
Entonces Jesús les respondió: "Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la
dureza del corazón de ustedes.
Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer.
Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre,
y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola
carne.
Que el hombre no separe lo que Dios ha unido".
Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.
El les dijo: "El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio
contra aquella;
y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete
adulterio".
Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los
reprendieron.
Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se
lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos.
Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él".
Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.
Comentario del Evangelio por:
Cardenal José Ratzinger [Papa Benedicto XVI]
Retiro predicado en el Vaticano, 1983
“El que no acoge el reino de Dios como un niño, no entrará en él”
Es asombroso comprobar la importancia que Jesús le atribuye a un niño, ante
todos: “Yo os digo, si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de Dios" (Mt
18,3). Ser niño, no es para Jesús una etapa puramente pasajera de la vida del
hombre, derivada de su destino biológico, y destinada a desaparecer totalmente. En
la infancia, lo que es propio del hombre se realiza de tal manera, que aquel que
perdió lo esencial de la infancia, se ha perdido a sí mismo.
A partir de esto, y desde el punto de vista humano, podemos imaginar
cualquier recuerdo feliz que Cristo guardaba de los días de su infancia, puesto que
la infancia había sido para él una experiencia preciosa, una forma particularmente
pura de humanidad.
Por tanto de ahí, podremos aprender a respetar al niño que, desarmado,
reclama nuestro amor.Pero esto plantea la siguiente cuestión: ¿cuál es
exactamente la nota característica de la infancia, que Jesús considera como
irreemplazable?... Hay que recordar en primer lugar, que el atributo esencial de
Jesús, el que expresa su dignidad, es el de "Hijos"... La orientación de su vida, el
motivo originario y el objetivo que lo modelaron, se expresan en una sola palabra:
"Abba, Padre muy amado" (Mc 14,36; Ga 4,6).
Jesús sabía que no estaba sólo y, hasta su último grito en la cruz, obedeció al
que llamaba Padre, entregándose totalmente a él. Esto nos permite explicar que
hasta el final, se hubiera negado a llamarse rey, o señor, o a atribuirse algún otro
título de poder, pero que sí hubiera recurrido a un término que podríamos traducir
por "hijo".
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”