Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo B, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 27
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Y serán los dos una sola carne * Que el Señor nos bendiga
todos los días de nuestra vida. * El santificador y los santificados proceden todos
del mismo. * Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Textos para este día:
Génesis 2, 18-24:
El Señor Dios se dijo: "No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien
como él que le ayude." Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias
del campo y todos los pájaros del cielo y se los presentó al hombre, para ver qué
nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera. Así,
el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a
las bestias del campo; pero no encontraba ninguno como él que lo ayudase.
Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se
durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne. Y el Señor Dios trabajó la
costilla que le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presento al
hombre. El hombre dijo: "¡Ésta es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su
nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el hombre a
su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne."
Salmo 127 :
Dichoso el que teme al Señor / y sigue sus caminos. / Comerás del fruto de tu
trabajo, / serás dichoso, te irá bien. R.
Tu mujer, como parra fecunda, / en medio de tu casa; / tus hijos, como renuevos
de olivo, / alrededor de tu mesa. R.
Ésta es la bendición del hombre, / que teme al Señor. / Que el Señor te bendiga
desde Sión, / que veas la prosperidad de Jerusalén / todos los días de tu vida. R.
Que veas a los hijos de tus hijos. / ¡Paz a Israel! R.
Hebreos 2, 9-11:
Hermanos: Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo
vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Así, por la gracia
de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos. Dios, para quien y por quien
existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria,
perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación. El santificador y
los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos
hermanos.
Marcos 10, 2-16:
En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo
a prueba: "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?" Él les replicó: "¿Qué
os ha mandado Moisés?" Contestaron: "Moisés permitió divorciarse, dándole a la
mujer un acta de repudio." Jesús les dijo: "Por vuestra terquedad dejó escrito
Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por
eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán
los dos una sola carne". De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que
Dios ha unido, que no lo separe el hombre." En casa, los discípulos volvieron a
preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: "Si uno se divorcia de su mujer y se casa
con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se
casa con otro, comete adulterio." Le acercaban niños para que los tocara, pero los
discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: "Dejad que los niños
se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios.
Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él." Y
los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
Homilía
Temas de las lecturas: Y serán los dos una sola carne * Que el Señor nos bendiga
todos los días de nuestra vida. * El santificador y los santificados proceden todos
del mismo. * Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
1. Ojos de hombre; ojos de mujer
1.1 La primera lectura de hoy nos presenta la creación de la mujer como un acto de
amor con el que Dios completa la existencia de Adán.
1.2 Tiene una ternura infinita descubrir este Dios que se ocupa de la soledad del
hombre, aun después de hacer que desfilen ante sus ojos "todos los animales del
campo y todos los pájaros del cielo". Dios que "mira", que "cavila" en su interior y
que busca el camino de la felicidad para el hombre.
1.3 Como fruto de esa "mirada" entrañable, en la que no falta la compasión, llega
la mujer. Por eso en los ojos de la mujer hay algo de esa mirada divina que, cuando
mira, acaricia, protege, se preocupa, se implica.
1.4 Notemos la diferencia entre los ojos del hombre y los de la mujer. Dios había
presentado al hombre "todos los animales del campo y todos los pájaros del cielo" y
el hombre los había visto; los había visto y los había nombrado. El acto de nombrar
tiene una nobleza propia, que se acerca al acto de crear, pues está escrito: "Dios...
da vida a los muertos y llama a las cosas que no son, como si fueran" (Rom 4,17).
Mas esa nobleza también marca una distancia. Los ojos del hombre son aptos para
eso, especialmente, para definir una distancia, que es la que permite considerar de
modo más abstracto y objetivo, pero también más "frío" e "impersonal" todas las
cosas.
1.5 Por contraste, la mirada de la mujer, que emerge de cerca del corazón del
hombre pero primero de cerca del corazón de Dios, es diferente. Ella no da un
nombre sino que establece un vínculo. No hace del hombre una cosa ni quiere ser
una cosa para el hombre. No una cosa sino una casa. En ella, el hombre encuentra
la alegría que no sintió cuando nacía. En ella el hombre percibe la alegría de la
gratuidad de su propio ser.
2. El Plan de Dios
2.1 Por eso el relato bíblico es preciso: el encuentro entre el hombre y la mujer no
se da en una especie de "terreno intermedio", como si cada uno saliera de "lo suyo"
al encuentro del otro. Es el varón quien se pone en movimiento. Lo dice la Biblia y
lo confirma la experiencia. En aquellos lugares y ambientes en que la mujer se
siente más amada y donde el hombre se siente más feliz de ser hombre, siempre el
movimiento se da en la dirección de la búsqueda de él hacia ella, y en eso
encuentran ambos felicidad: él por la casa de amor que halla; ella por sentirse
valorada y preciosa ante él.
2.2 En el encuentro de esas dos miradas cada uno se descubre como un
"incompleto completable". A él le falta sentir el prístino murmullo de la vida, que se
esconde en las entrañas blandas de ella; a ella le falta descubrirse a sí misma como
posibilidad de vida en su sentido pleno... que comprende gozarse de la contagiosa
alegría de Adán. El gozo de él es encontrarla; el gozo de ella es haber sido
encontrada.
2.3 Pero ese encuentro no puede limitarse a un instante. De suyo, el encuentro de
la vida que se trasvasa en ese abrazo de miradas clama eternidad. Y quien dice
eternidad dice fidelidad. Por eso Cristo apela con toda naturalidad y firmeza al plan
original de Dios cuando le preguntan sobre el divorcio. De poco vale y muy poco
significa sentir que la vida llena de su energía un beso de miradas o un abrazo de
palabras dulces, si ello va a durar sólo una noche o sólo unos meses. Un amor así,
un amor que se rompe, que se deja doblegar y reventar, no es "imagen de Dios".
2.4 Cristo, pues, está abogando por los intereses de Dios, ¡y también por los del ser
humano! Lejos de la playa de la fidelidad sólo existen las tormentas de las
pasiones. Y en esa vorágine tumultuosa naufraga el sentido mismo del amor, y con
él, toda posibilidad de dicha, de gratitud y de lucidez. Por eso Cristo sale en defensa
de la gloria divina, que es salvación del hombre, y en defensa de la felicidad
humana, que es alabanza a su Creador.
2.5 Bello espectáculo nos presenta aquí el Señor Jesús, tan dispuesto a sufrir
incluso la desaprobación de nosotros para no tener luego que reprobar nuestra vida
y nuestra eternidad.
Fr. Nelson Medina, O.P.