EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 10,25-37.
Y entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba:
"Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?".
Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?".
El le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma,
con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo".
"Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida".
Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y
quién es mi prójimo?".
Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a
Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y
se fueron, dejándolo medio muerto.
Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.
También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.
Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.
Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo
puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo.
Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole:
'Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver'.
¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los
ladrones?".
"El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y
procede tú de la misma manera".
Comentario del Evangelio por :
San Gregorio de Nisa (hacia 335-395) monje y obispo
Homilía 15 sobre el Cantar de los Cantares; PG 44, 1085-1087
El buen Samaritano
“Así es mi amado, mi amigo, muchachas de Jerusalén.” (Cant 5,16) La Esposa
del Cantar seala a aquel que busca cuando dice: “Éste es el que yo busco, aquel
que para hacerse hermano nuestro subió de Judá. Se hizo amigo de aquel que cayó
en manos de los bandoleros, curó sus heridas con aceite y vino y las vendó. Luego
lo montó en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él. Dio dos denarios al
mesonero, prometió pagar a su vuelta lo que hiciera falta". Todos estos detalles
tienen su significado.
El doctor de la Ley tentó al Señor queriendo estar por encima de los demás.
En su orgullo hace caso omiso de toda igualdad con los demás, diciendo: “¿Quién
es mi prjimo?” El Verbo le expone luego en forma de narracin toda la historia
santa de la misericordia: cuenta como baja el hombre a Jericó, la emboscada de los
bandoleros, el despojo del vestido de la incorruptibilidad, las heridas del pecado, la
amenaza de la muerte para la mitad de nuestra naturaleza (pues nuestra alma
sigue inmortal), el paso inútil por la Ley (pues ni el sacerdote ni el levita se
cuidaron de las heridas de aquel que había caído en manos de los bandoleros).
Era realmente imposible que la sangre de toros y de machos cabríos expiase
el pecado (Hb 9,13). Sólo lo podía hacer aquel que se ha revestido de toda la
naturaleza humano--- de los judíos, los samaritanos, los griegos---, en una palabra,
de toda la humanidad. Con su cuerpo, que es la montura, se fue al lugar de la
miseria humana. Ha curado las heridas de la humanidad, se la ha cargado sobre su
montura e hizo de su misericordia un hostal para ella, para que todos aquellos que
gimen bajo el peso de infortunios encuentren descanso. (cf Mt 11,28)
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”