Comentario al evangelio del Jueves 11 de Octubre del 2012
Queridos amigos y amigas:
Hay tres verbos que sólo practican los sencillos: pedir, buscar, llamar. Si a estos verbos se les añade el
adverbio "insistentemente" tenemos esbozado el programa de un verdadero seguidor de Jesús.
Pedir supone reconocer que no tenemos todo lo que necesitamos, tomar conciencia de nuestros límites,
admitir que Alguien tiene más que nosotros. Piden los pobres y los mendigos. No piden los
autosuficientes.
Buscar implica experimentar la atracción de algo que tira de nosotros, admitir que hay un tesoro por el
que merece la pena arriesgarse, sentir el aguijoneo de muchas preguntas para las cuales no existen
respuestas prefabricadas. No buscan los que han sucumbido a la rutina, los perezosos y los
desesperanzados.
Llamar es dirigirse a alguien con la confianza de que vamos a ser escuchados, invocar una presencia
que nos supera y que al mismo tiempo se hace cargo de nosotros. No llaman los que temen que no haya
nadie al otro lado de la puerta, los que no está preparados para entrar en el caso de que se abra.
Insistentemente significa todos los días, a todas horas, no sólo en ciertos momentos críticos, o cuando
no encontramos otra cosa mejor.
Estas lecciones esenciales se pueden explicar así, con un lenguaje un poco árido, o se pueden explicar
diciendo: "Si alguno de vosotros tiene un amigo y viene durante la medianoche ...". Evidentemente,
Jesús elige el modo más eficaz. Y por eso nos remueve por dentro.
Cuando uno pide, recibe; cuando busca, encuentra; cuando llama, se le abre. ¿Qué recibimos y
encontramos? La síntesis de todo lo que podemos recibir y encontrar es el Espíritu Santo; es decir, todo
lo que necesitamos para decir "Abbá" y para reconocer con nuestros labios y nuestro corazón que
"Jesús es Señor".
J.A.C.