V Domingo de Pascua, Ciclo A

Juan 14, 1-12

Autor: Sr. Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CSsR

Arquidiócesis de Santa Cruz, Bolivia 

 

Domingo, día del Señor, una ocasión más para seguir descubriendo la riqueza de la persona de Cristo nuestro Señor, que murió y resucito para que empecemos a vivir al estilo de los hijos de Dios en paz, con justicia con la verdad y creciendo cada vez más en eso que es un anhelo humano, la libertad. Acercarnos a Cristo es ir descubriendo ¿quién es El? y también descubrir quienes somos nosotros, ¿Qué tenemos que ser nosotros o quienes somos como creyentes? Ya el domingo pasado, nos entusiasmaba la figura del buen pastor, de ese Cristo que va en busca de aquellos que están caídos, de ese Cristo que conoce a sus ovejas por su nombre, de ese Cristo que nos decía que las ovejas verdaderas conocían la voz del maestro. Yo soy el Buen Pastor, yo soy la puerta para entrar al redil; no olvidemos esto YO SOY EL PASTOR!, YO SOY LA PUERTA, el que entra por mí entra a la vida y ahí adquiere la libertad de los hijos de Dios y puede salir para ir a sembrar esa misma vida en lugares de enfrentamientos, de dolor y de muerte; eso fue lo que meditamos el domingo pasado. Y lo aplicamos a los momentos que nos toca vivir siempre, donde hay constantemente peligros contra la vida, peligros para separarnos más, y es importante  frenar el ruido por la desconfianza para sentarse todos a hablar de lo que corresponde, corregir entre todos, y de lo que es perdonar y perdonarse mutuamente. 

Hoy el Señor va más allá, y nos dice que nuestra vocación de bautizados  es llegar a la casa del Padre; esa es la finalidad de los creyentes, llegar a conocer al Padre, a Dios que es padre y El nos dice “aquel que me conoce a mí conoce al Padre, crean en mí que yo los voy a conducir directamente allá”. Yo sé que tengo que irme, pero volveré, ustedes ya saben a dónde voy y entonces, Tomás le pregunta: Señor no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos conocer el camino?. Y el Señor le responde con claridad. YO SOY EL CAMINO, no hay otro, no busquen otros caminos, soy yo que les estoy mostrando qué significa creer en Dios que es Padre, soy yo quién les estoy enseñando qué significa la verdad auténtica, soy yo que le está manifestando en nombre del Padre que su sueño es la vida para todos, la vida abundante. Qué hermosa descripción de sí mismo. “YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA”. 

Recordemos, hermanos que Aparecida, ese acontecimiento de Iglesia que tiene que llevarnos a ser mucho más claros en nuestra profesión de fe, nos invitaba a ser discípulos misioneros de Jesucristo, para que los pueblos en El tengan vida. Jesucristo, nos decía el Santo Padre, recordando estas palabras, es el camino, la verdad y la vida; no hay dónde equivocarnos, no hay por dónde extraviarnos. Si aceptamos la palabra de Cristo, aceptamos la palabra del Padre, si aceptamos el desafío de Cristo de caminar hacía el Padre, nos vamos a encontrar con la verdad plena y con la vida abundante para todos. Este es el mensaje; hoy más claro y más profundo; un mensaje que no tenemos que rifarlo, que no tenemos que dejarlo escondido por miedo, por temor a que no nos entiendan; el mismo Señor comienza diciendo a los discípulos y nos dice hoy a nosotros, hoy de manera especial; NO PIERDAN LA CALMA, qué bonita palabra, cuando se oye siempre lo contrario, la rabia; no podemos permitir, no perdonemos, destruyamos. NO PIERDAN LA CALMA, USTEDES CONFÍAN EN DIOS, CONFÍEN TAMBIÉN EN MI, nos dice el Señor, y es en este ambiente que lo vamos descubriendo como el camino que nos lleva a la libertad, como el camino en que vamos a ir construyendo la verdad de nuestras vidas, como el camino en que vamos a encontrar el alimento necesario para que esa vida no se termine antes de tiempo o no sea estropeada por nadie. 

Hermanos y hermanas, voy a referirme a dos hechos que han acontecido esta semana, la visita del Santo Padre a América del Norte, hemos visto muchos pasajes por la televisión, él ha llegado con todo respeto, con toda amistad, con todo cariño, para reanimar a los fieles que viven allí, para decirles palabras de esperanza, para recordarles que Cristo es el centro de todo, que si estamos con el Señor podemos resolver muchísimas dificultades, podemos reconocer nuestros errores. Sólo en Cristo tenemos la fuerza para comprender al hermano que está en el error y para pedir perdón cuando cometemos errores, y ahí está el Santo Padre, se ha reunido con la mayor parte de la representación del pueblo de Dios, ha hablado de los derechos humanos, ha hablado de la defensa de la vida, ha hablado de la reconciliación, ha hablado de los problemas que afligen, sobre todo de la migración, que afligen no sólo a América, sino a muchos países que tienen allá a tantos de sus hijos y ha hablado con todo respeto. No sé si ustedes han seguido; si ustedes encuentran en todos los discursos del Santo Padre, una palabra de odio, una palabra de venganza, una palabra que le diga a los católicos alcen las armas, vayan y maten; si ustedes encontraran eso dirían este no es el mensaje de Cristo. El mensaje del Santo Padre es el mensaje del mismo Señor, para América y para nosotros; nosotros también tenemos que tener esas mismas actitudes; tenemos que llenarnos de esos mismos sentimientos. El ha lanzado desafíos extraordinarios, hablando ayer con una multitud de jóvenes, diciéndoles que no se dejen destruir por el consumismo, que tomen en serio su vida, que su vida no es sólo un proyecto hecho para venderlo o para comprarlo cada uno a su gusto, les dijo que hay un proyecto de Dios y que requiere que la juventud realmente ponga todo su esfuerzo y su entusiasmo al servicio de este Cristo Camino Verdad y Vida para todos. 

Hermosa presencia de un testigo de Cristo, que no tiene miedo de hablar de este Cristo, aunque muchos no lo entiendan, o no lo comprendan, aunque muchos tergiversen su enseñanza; Cristo es el centro, su palabra es la que nos acerca al Padre, porque la palabra que El nos dice es la Palabra que su Padre le ha confiado que nos enseñe a nosotros.  

Otro ejemplo que tengo que resaltarlo y alabarlo es el testimonio que ha dado el señor Obispo de Camiri, con los sacerdotes de allá, trabajando para que haya paz, concordia allí en medio de sus fieles, para que no se impongan las fuerzas de uno o de otro lado, para que se haga la verdad, para que se descubra realmente los lugares del mal para poder corregirlos, pero con los métodos del Señor, con la metodología del Señor que es el amor. Ese es el aporte que se ha dado allí de manera testimonial y extraordinaria. Yo le agradezco a mi hermano Obispo por haber sido capaz, en medio de tanto bullicio, de tanta desconfianza mutua, poder sentarlos a la mesa del diálogo y encontrar la solución, que no será una solución definitiva, pero por lo menos ha creado el espacio para seguir buscando las soluciones entre todos. A eso apuntaba lo que el domingo pasado les había dicho: Pongan pruebas, no es que el Cardenal no conozca la situación del país, pero no se puede decir: Vamos a asaltar, vamos a tomar por la fuerza sin convencer de que hay motivos para hacerlo, pero tampoco se puede permitir que del otro lado lo defendamos todo sin presentar las pruebas porqué lo estamos defendiendo. Ojalá que este espacio que se ha abierto sea para salir adelante, sea para buscar caminos de convergencia.  

Yo los invito a unos y otros a ir a Cristo, es El el camino, no se van a equivocar si entran por este camino y entonces se van a llenar de la verdad que todos necesitamos y van a proyectar y sembrar esa vida que tanto anhela hoy nuestro pueblo. 

Es importante que este mensaje de este domingo lo vivamos, con entusiasmo, sin perder la calma, no importa si nos dan bofetadas de un lado, presentemos la otra mejilla y no podemos separarnos de ese estilo de decir la verdad y de trabajar por ella siempre implantando el amor del Señor y el amor entre los hermanos, alejando todo lo que sea alzar las armas de unos contra los otros. 

Quiero contarles, porque es bueno que sepan, que muchos me han mandado ahora estudios de lo que pasa en El Chaco, se han imaginado que el Cardenal pedía para sí. Todo eso era para utilizarlo allá en el lugar de los hechos. Ya habían pasado 8 o 10 días de conflicto, sabíamos de los peligros de enfrentamientos fratricidas, entonces para evitar eso necesitabamos los esclarecimientos. Bueno, gracias a Dios se está haciendo eso y quienes han tomado el camino del insulto que no lleva a construir la paz entre todos. El Señor ha querido que su Iglesia tenga unas características y una de las más grandes y hermosas es que nos recuerda que somos una Iglesia servidora, que siempre nos ponemos a disposición de nuestro pueblo, pero, para que se enriquezca con los valores del evangelio, para que medite en estos valores y vea que cuando los tomamos en serio, la vida cambia, no sólo la vida personal, también la vida de la sociedad. Por allá va nuestro servicio, el servicio de la palabra de Dios y el servicio también de atender las necesidades humanas. Así dice la primera lectura, los apóstoles llevando esta palabra de pueblo en pueblo, los diáconos que se crearon para manifestar el espíritu de cercanía de la Iglesia con todos los que sufren, no para someterlos, no para esclavizarlos, no para enfrentarlos; para que todos gocen de la mesa de la vida. 

Nos asegura Pedro que todos nosotros somos como piedras vivas que el Señor utiliza para seguir construyendo su propia casa. Bonita figura, El nos va colocando allí donde tenemos que estar, piedras llenas de vida, la vida que el Señor resucitado nos ha dado. Eso da a nuestra manera de ser un estilo diferente. Yo quisiera que nos entusiasmemos siempre con esto que el Señor ha hecho, que no nos asustemos frente a ciertos titulares que a veces aparecen en los medios de comunicación, como el de hoy por ejemplo, tenemos que hacer un alusión a eso, no por que estemos ofendidos sino por que nos parece que no se le ha informado totalmente al señor presidente que ha significado la presencia de la iglesia en Camiri, que significa la presencia cuando buscamos el diálogo; parece que no. La palabra que ha dicho puede ser fruto o de una mala información de quienes estaban a su lado o del entusiasmo que a veces también viene, cuando hay mucha gente que lo aplaude, el entusiasmo hace que uno diga más de lo que tienen que decir. Pero que sepa la Iglesia y Bolivia que nosotros los Pastores con nuestros pueblos vamos a seguir trabajando para que haya paz, para que haya justicia, para que realmente haya un cambio profundo que nos lleve a todos a sentirnos hermanos, a dar ese paso cualitativo de las conquistas que hay que hacer, que son verdaderas y auténticas, pero que hay que hacerlas para que todos nos sintamos mejor y no para crear espacios donde ponemos a aquellos que no nos comprenden. Eso por un lado, no importa lo que se ha dicho o lo que se diga. 

El Cardenal está al servicio del pueblo boliviano, de la Iglesia en Bolivia, está también al servicio de muchísimos hermanos del mundo que creen en Cristo y que desean que siempre nos comportemos como verdaderos discípulos del Señor.  

Y en segundo lugar para que el pueblo sepa también, esto del acercamiento, esto de facilitar el diálogo está en marcha, anoche mismo he llamado a los colaboradores de la paz, para preguntar qué pasa, ya que aquí hay un discurso contrario, y desde allí me aseguraron que todo está bien, ¿Será que se puede vivir así? Por eso digo yo, no tomemos esas palabras como algo que nos va a poner  a un lado, no. Aunque nos coloquen a un lado, nuestra misión es clara y lo hemos dicho siempre: Vamos a seguir hablando de Jesucristo, por que El es el Señor de los Señores, El es el Dios de la vida, es lo que necesita nuestro pueblo y es de lo que estamos orgullosos de profesar, colaborando así desde nuestra fe, a la construcción de una sociedad que sea justa, de una sociedad en la que no haya tantas dependencias, en una sociedad donde se respete la  dignidad humana de todos y cada uno de sus habitantes. Amen!