XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

San Lucas 17, 5-10: La fe es un don de Dios, no es cantidad, es calidad de amor y confianza en Dios"

Autor: Sr. Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CSsR

Arquidiócesis de Santa Cruz, Bolivia 

 

Queridos hermanos y hermanas:

Día del Señor, no tenemos que cansarnos de decirlo. El día de la escucha de la palabra del Señor, que está resucitado, que vive, que nos habla. También el momento de recibir la fuerza de su cuerpo, de su sangre. Todo esto y no dejar de relacionarnos con el mundo que nos rodea, con las cosas que acontecen, por las buenas, otras no tanto y otras que ojalá nunca pudiera ocurrir en nuestros ambientes.

En el evangelio, vemos al Señor hablando con sus discípulos. Les está explicando algo que ellos no llegaban a comprender, les está explicando una manera y un estilo de proceder, cuando se trata de las relaciones con el prójimo. También el Señor la hace hoy en medio de nosotros, cuando mucha gente entre nosotros también dice: Yo creo, pero porqué existe el mal, yo creo, pero desearía que no suceda nada que nos moleste, que nadie se opusiera en nuestra de manera de pensar y de actuar. Y el Señor les va a explicar:

El Perdón es el signo de una fe sólida

Si tu hermano te ha ofendido, pero vuelve, te pide perdón, perdónale. Si esto sucede siete veces al día y vuelve nuevamente a pedirte perdón, perdónalo. No hay vuelta, aquí no hay otra manera de actuar, esta es la manera de actuar de nuestro Dios, esta es la base y el fundamento de nuestra fe, hacer las cosas como el Señor las desea, hacerlas como El las hace, siempre dispuesto al perdón, a la reconciliación y a la misericordia.

Por supuesto que esto los asustó, como sin duda también nos puede asustar a nosotros, y tenemos que perdonar cada día a todos los que nos ofenden, tenemos que perdonar siete veces al día aquellos que reiteran sus ofensas o tenemos que guardar rencor, o tenemos que ser dócil al llamado del Señor que nos dice perdónalo, el nos perdona a nosotros, nosotros tenemos que perdonar también a los que nos ofenden. Mensaje duro. Por eso que los apóstoles le dicen:

Auméntanos la fe, vemos que Tú nos exiges cosas grandes para Dios, es tu mensaje y el mensaje del Padre, nos prometes la fuerza de espíritu para que podamos realmente llevarlo a la práctica. Auméntanos la fe, no logramos captar, porque si entendemos tu menaje tan hermoso, porque sí lo aplaudimos, porque si lo escuchamos con tanto interés es tan difícil la práctica y a veces sin quererlo nos unimos a todos aquellos que siembran odios, que siembran venganzas, que siembran rencores, que siempre están condicionando su actuar a las nostalgias que siempre paralizan e impiden mirar con una mirada clara y serena la realidad que vivimos.

Auméntanos la fe. Inmediatamente El Señor les va recordar a los discípulos que no se trata de aumentar la cantidad, aquí no se trata de más o de menos, aquí se trata de convicción, de claridad, el que cree ama, del que cree se entrega, el que cree confía, el que cree está siempre dispuesto hacer la voluntad de Dios, aunque su fe sea pequeñez, aunque su fe sea pequeña. No es cuestión de cantidad, es cuestión de calidad. Es como un granito de mostaza le dice el Señor, “Si tuviera la fe como un granito de mostaza” es suficiente para hacer grandes cosas aún aquellas que parecen que nunca pueden acontecer, que podría decir a este árbol, arráncate y plántate en el mar y va seguir creciendo, le obedecería.

Es la primera cosa que debemos aceptar hoy día, hoy día que vemos tantos males dentro del país y fuera del país, ahora cuando con los enfrentamientos, las discordias crecen por todos lados, la tentación nuestra es decir esto es muy grande, que el Señor lo solucione, que el Señor haga grandes maravillas, para que todos se asunten o por lo menos le tengan respeto. Y El va a volver a responder: LA FE NO ES CANTIDAD, LA FE ES ALGO QUE POCO A POCO Y DIA A DIA TIENE QUE IR CONQUISTANDOSE, porque se trata de dejar que el Señor entre en nuestras vidas y se trata también que nuestras vidas estén totalmente a disponibilidad del Señor. De eso se trata la fe, no es algo mágico, no es algo para usurpar poderes de otros, no es algo que tiene que amedrentar, Es la expresión clara del amor de Dios, en su fidelidad siempre piensa en nuestra salvación, en el amor de nosotros que debe dar gracias que tenemos un Dios tan bueno y tan lleno de misericordia.

La fe es un don, un regalo de Dios

La necesitamos también hoy, la necesitamos con claridad, la necesitamos con valentía, la necesitamos para no dejarnos engañar por tantos sofismas, para no hacer caso a las afirmaciones calumniosas, para entregarnos realmente a la casa del reino, a la construcción del reino, de la paz y de la vida.

La segunda cosa que el Señor quiere que entiendan lo discípulos. Es que la fe es un regalo de Dios, es un don gratuito, no es algo que lo merecemos, no es algo que lo podemos conquistar con nuestras oraciones, con nuestras cosas, con nuestras acciones, es un regalo de Dios. Por ser regalo de Dios no tenemos que esperar recompensa, cuando hacemos lo que tenemos que hacer, igual que ese servidor que llega del campo y el dueño le dice que se siente, no le dice que se siente a la mesa para servirlo, sino que le pide que el mismo el mismo sirva, que el mismo le dé, de comer y de beber y después puede el hacer lo mismo, peor después de terminar de atender a su amo. EL Señor le dice con claridad y con dureza, no es necesario agradecer por esto, porque el sirviente ha hecho lo que tenía que hacer, esa era su obligación, esa era la voluntad de su amo- Lo mismo acontece con nosotros, no podemos encontrar recompensa, no podemos echarle en cara a Dios que nosotros creemos en el, pero hay tantas cosas malas que suceden en nuestro ambiente, en nuestras familias, o que suceden en nuestras propias personas. Lo importante es que tengamos la actitud, El Señor aconseja, después de todo lo que hagas, de todos los esfuerzos que realices, termina diciendo no, Señor agradéceme, y no siervo inútil soy, soy un pobre servidor, y apenas he hecho lo que tenía que hacer, no he hecho maravillas, no he hecho espectáculos, he hecho lo que tenía que hacer, como servidor del amo que es Dios, hacemos lo que él nos manda, como servidor de nuestros hermanos hacemos lo que el Señor nos manda que hagamos con nuestros hermanos. Que nos perdonemos y que olvidemos todas nuestras ofensas.

Esta es la palabra del Señor en el evangelio, la fe es un regalo de Dios y hay que conseguirlo, hay que conseguirlo con la oración, con esa oración extraordinaria de los discípulos, auméntanos la fe Señor, tiene que crecer nuestra fe, no podemos quedarnos con la fe de un niño, tenemos que crecer también y ser adultos, para reconocer a Dios como nuestro Padre en medio de todas las dificultades y en medio de todas las bendiciones que podamos tener. Ojalá comprendiéramos esto, para poder captar este esfuerzo de nuestra parte por responder a la presencia del Señor, no es un esfuerzo que nos viene de nosotros mismos, es un esfuerzo que está basado en la inspiración y en el coraje que nos da para hacer el bien el espíritu del Señor. Ese espíritu que Pablo le recuerda a Timoteo, he recibido por la imposición de las manos, es un espíritu no de miedo, sino de espíritu de la bondad, de la fortaleza, el espíritu que nos lleva a sobrepasar las dificultades y problemas para no separarnos jamás de nuestro Dios.

El Espíritu del Señor está en nosotros y nos ayuda

Este espíritu, es el que tenemos que pedir nosotros a Dios. Espíritu que no provoque miedo, cuando hay algunos que hablan en nombre del espíritu o de los espíritus que hay en el firmamento gozan llevando el miedo y el terror a los demás. Nuestro espíritu, es espíritu de libertad, es espíritu de bondad, de misericordia, de amor, es espíritu que capta y comprende de porque siempre tenemos que estar bien con nuestro Dios, y siempre tenemos que estar bien con nuestro hermano.

Este espíritu es el que tenemos que pedirle al Señor, para terminar con los miedos inútiles, provocados, creados para amedrentar, para abrirnos a la fortaleza del perdón, para abrirnos a la fortaleza de amar siempre al hermano a pesar de sus dificultades, de sus problemas o de los problemas que nos pueden causar. La fortaleza que necesitamos para anunciar el evangelio del Señor es tener siempre exigencia, que no es fácil hablar del evangelio, porque no todos le entienden, unos sólo quieren entender las partes que les convienen, o lo que es peor rechazan absolutamente e está buena noticia, que podría darle un matiz diferente a nuestras relaciones, que podría darle una tónica especial a todo lo que busquemos para hacer el bien y no para hacer el mal.

La fuerza que necesitamos es la fuerza del espíritu para terminar con los miedos, la fortaleza del espíritu para no desvanecernos ante las dificultades, la claridad del espíritu para saber que el evangelio como buena noticia, siempre nos va a traer la cruz o las cruces que no falten aquellos que anuncian con claridad la palabra del Señor. Pero debe consolarnos que todo aquello que acontece y que a veces nos hace tambalear nuestra fe, acontece porque el Señor nos está preparando para la vida. El justo vivirá por su fidelidad nos dice el profeta Habacuc, no se asusten de la violencia, del los saqueos, de las discordias, El Señor le dice, eso pasara, llegaran días mejores, se cumplirán las palabras del Señor de no dejar que todos mueran, sino que se salven todos aquellos que por su justicia y por su amor han permanecido en la fidelidad.

Concluye semana de Oración por la hermandad con las Iglesias de Hildesheim y Tréveris

Al finalizar las semanas de oración con las Iglesias de Hildesheim y Tréveris, vamos hacer un esfuerzo más para que nuestra fe aumente, nuestra fe crezca, nos dé la alegría de saber que estamos practicando el evangelio del amor con gente de lejos, pero que están cerca de nosotros por la fe, con gente que busca el respeto a la dignidad y que nos respeta en la diversidad en la que vivimos, pero que nos respeta y nos quiere, no para aplastarnos, y hacernos decir lo que ellos desean sino lo que el Señor desea hablar por medio nuestro.

El día de ayer hemos recordado el día de la no violencia, de un mundo violento, de un mundo que parece gozar destruyéndose, en medio de odios y de resentimientos, de un mundo que no solo se reduce en el territorio de Bolivia, sino a todos los países que hay seres humanos, el peligro de la violencia, de los saqueos, de las discordias, está patente, está al día. A nosotros nos toca recordar que nuestro Dios tiene su proyecto, tiene su plan de amor, su plan de justicia, de verdad y de libertad, y que eso vendrá en un momento con tal permanezcamos viviendo la justicia y la fidelidad, pero esta fidelidad y este amor, fidelidad a Dios y amor al prójimo, debemos expresarlo también en nuestra fidelidad y respeto a la misma creación, hemos celebrado el día del árbol, hemos comprendido que es importante, crear la creación que no es sólo para nosotros, sino para todas las generaciones que van a venir, es importante que cumplamos el mandato del Señor, de conservar la creación para todos, es importante que sepamos que cuando se queman nuestros chacos, nos asfixiamos en nuestros propios egoísmos, en nuestro propios individualismos. Hay que cuidar la creación, esto es también parte de la fe, en el Padre, en el Dios, fe en el hermano, en nuestra misma raza, fe en la creación que es el medio para subsistir y para vivir.

Con estas palabras que el Señor nos dirige hoy, lo que tenemos que decirle y repetirle con insistencia, es el mismo pedido que le hicieron los discípulos, hoy para nosotros, para este momento en el que vivimos, para este lugar en el que estamos, para está convivencia que todo buscamos, auméntanos la fe, que nuestra fe no sea débil, que nuestra fe sea fuerte, valiente, audaz, capaz de hacer el bien y evitar todo aquello que hace daño, a la imagen de nuestro Dios y a la imagen de nuestro hermano. Amen!