I Domingo de Adviento, Ciclo A

San Mateo 24,37-44

Autor: Sr. Cardenal Julio Terrazas Sandoval, CSsR

Arquidiócesis de Santa Cruz, Bolivia 

 

Muy amados y queridos hermanos y hermanas:

Es siempre motivo para agradecer al Señor, el poder reunirnos, el poder estar juntos y juntos escuchar esa palabra de vida que el Señor pronuncia cada vez que nos reunimos. Después de estos días de ausencia, para mí es una satisfacción especial poder estar con ustedes nuevamente. Hemos traído cosas que espero ayuden a nuestro pueblo más que a la vanidad de la persona. Esa distinción de la Facultad de Teología al Cardenal de Bolivia, es una distinción al pueblo boliviano, al pueblo que mantiene la fe, al pueblo que está dispuesto a luchar por esa fe, el Señor de la vida, de la paz y la justicia.

Nos encontramos con el hecho doloroso de que algunos, pensando que quitándole los objetos del museo va disminuir la fe de nuestra gente; es doloroso lo que ha sucedido, es repudiable y es recomendable que no pase tampoco esta ocasión sin que realmente se encuentre a los causantes, no para aniquilarlos, sino para corregir los errores o tendencias. Nos duele lo que se ha hecho con el museo de la catedral, pero nos alegra mucho más ver que la fe que tenemos cada uno en nuestro corazón, en nuestras vidas no tiene que ser dejada a un lado, ni tiene que permitirse que nos roben la fe que el Señor nos ha concedido.

La palabra del Señor llega muchas veces en los momentos difíciles; dejemos que estas dificultades, que este problema que se ha suscitado allá con nuestro hermano el arzobispo de Cochabamba (Mons. Tito Solari) no sea un motivo para desalentarnos, sino un motivo para darle gracias a Dios que quiere que nos mantengamos despiertos, vigilantes y listos para tomar las acciones de vida, para impedir que la muerte se vaya apoderando de personas, de grupos o de espacios físicos.

A él nos unimos, y a él le recordamos la palabra del Señor “Felices ustedes, cuando los persigan, cuando los calumnien, cuando los maltraten”, cuando piensen que es un favor a la sociedad quitarlos del medio privándoles de la vida. Esa palabra del Señor fue tomada en serio por los primeros cristianos y tiene que serlo también hoy, porque lo que la fe busca no es un espacio físico para tener poder, sino el corazón del hombre para que no se inclinen, ni se arrodillen ante ningún ídolo, ante ningún dios falso, y eso velando constantemente para que la dignidad de la persona, de nuestros niños, de nuestros jóvenes, de nuestros hermanos adultos, sea respetada y sea llevada con altura por toda la sociedad.

Aquí, delante de nuestra Madre la Virgen, queremos animar a nuestro hermano Tito y a toda la Iglesia de Cochabamba, el trabajó en Santa Cruz, él fue uno de los nuestros aquí, él fue un gran devoto de la Virgen; que ella como Madre le permita gozar la alegría de sentir las consecuencias de un servicio desinteresado, humilde, lleno de amor y siempre buscando lo mejor para su pueblo.

Toda realidad que nos toca vivir es un motivo para que hoy que recibimos la imagen de nuestra Madre, y para que hoy que empezamos la preparación de la Navidad, juntemos estos dos acontecimientos y lo juntemos, no con el afán de realizar una navidad esplendorosa en lo externo, sino con el afán de vivir una Navidad de profundidad, que nos permita sentir al Señor encarnado en nuestros corazones diciéndonos las palabras y las acciones que tenemos que decir para que realmente la libertad, la liberación que él ha traído llegue cuanto antes a todas las personas.

Misión del pueblo: Escuchar al Señor y confiar en El

Misión de Israel que tiene que hablar a un pueblo que está dividido, y lo va hacer con las palabras del Señor, que tengan confianza, que la casa del Señor va ser puesta en un lugar, donde puedan acudir todos los pueblos y todas las personas, para escuchar allí la enseñanza y para hacernos dejar conducir por El por los caminos de la libertad y de la vida. Ese es el comienzo de la vida, que todos seamos capaces de mirar la casa del Señor, que es la casa de todos, no de unos cuantos, no de unos privilegiados, la casa del pueblo de Dios, donde tenemos que reunirnos y encontrarnos en la unidad y en el amor, que lo hagamos al estilo de María, siempre humilde y sencilla, pero siempre capaz de servir al que más lo necesita. Miremos la casa del Señor, el Señor nos va decir su palabra, el Señor nos va enseñar el camino, el Señor nos va dar la fuerza para convertir algunos instrumentos que utilizamos para la guerra, para la pelea, para el odio, convertirlos en instrumentos que construyen paz, que construyen fraternidad, que construyen todo aquello lo que el Señor desea para la humanidad: que se viva como hermanos y que se sientan de veras todos Hijos del mismo Dios.

Harán de las espadas podaderas y ya no se prepararán para la guerra!

De su manos van a caer las armas, se van a convertir en podaderas, ya no habrá más guerra de pueblo contra pueblo, ya no habrá más enojos, iras entre los grupos, entre las personas; la paz del Señor es la que viene Cristo a sembrar en medio de nosotros y ese camino para que la siembra sea fecunda tenemos que prepararlo, tenemos que hacerlo realmente con una responsabilidad extraordinaria, no colocándole un foquito más a nuestro pesebre en la casa, sino colocando nuestro corazón a los pies del Señor, para que El entre, para que El habite en nuestras vidas, para que Él nos cambie, para que así nuestra devoción a la Virgen sea realmente algo que queremos tomar como modelo de ella, ella aceptó llevar al Señor en su seno, ella aceptó porque era la única manera para que realmente el mundo se reconcilie, ella aceptó ser la portadora de Cristo para que nosotros seamos capaces, todavía hoy de verlo, de mirarlo, de contemplarlo con ojos de admiración, de cariño, porque es uno de los nuestros en su forma de presentarse.

“Dense cuenta del momento en que vivimos”

Pablo también es consciente de que es importante preparar la llegada del Señor; va recordar a los romanos “Dense cuenta del momento en que vivimos” Muchas veces vivimos por vivir, vivimos por que no queda otra cosa y no nos damos cuenta del momento, del tiempo, del espacio que el Señor nos da. Ya es hora de despertar, le dice Pablo a sus hermanos los Romanos, es hora de despertar. En Este adviento y en esta novena de nuestra Madre la Virgen, estrella de la unidad, tenemos que darnos cuenta del momento en que vivimos, no es un momento para repetir cosas de memoria, es el momento de la creatividad, es el momento de decir con palabras nuevas y con gestos nuevos a Dios nuestro Padre que lo amamos, que lo queremos, que no vamos a permitir que se nos distraiga con cosas que nos aleja totalmente de nuestro Dios. Eso es estar despierto, es algo que va involucrado en el esfuerzo que hay que hacer, por dejarse guiar por la luz, la luz de Cristo, esa luz que hay que revivirla constantemente, que hay que recuperar lo que se ha perdido, que seamos capaces de dejar que la noche se vaya acabando con sus tinieblas y que comience el día de la auténtica y verdadera libertad. Sólo es posible esto caminando con la luz, pero esto trae sus problemas, por eso Pablo compara la luz con una coraza, pónganse, revístanse con la coraza de la luz, con esa vestimenta de combate, con esa vestimenta que nos va llevar a protegernos de los males, del oscurantismo, con esa vestimenta que tenemos que utilizar para que la luz del Señor no sea apagada, ni pisoteada absolutamente por nadie.

Nuestro Santo Padre el Papa, acaba de publicar una entrevista que le han hecho, cuyo título es “Luz del mundo” Esa luz que el mundo no la quiere recibir, esa luz que el mundo la busca en otros orígenes, esa luz que desean todos que lo ilumine, pero que no le permiten, no le abren espacios, para que sea realmente la luz de Cristo, y no nuestras pequeñas luces racionalistas.

Estén despiertos, esperen al Señor!

El evangelio, es un llamado a vivir en vigilia, nos preparamos para la navidad, hay que despertar, hay que estar vigilantes, porque la llegada del Señor es definitiva, la llegada del Señor es para siempre y tenemos que esperarlo con las puertas abiertas, tenemos que estar atentos para que los ladrones no estén horadando nuestras casas, nuestros hogares, nuestras familias, tenemos que ser realmente conscientes de que las luces de la navidad, si no proviene de una conciencia más clara, de un corazón más arrepentido y más deseoso de vivir como Dios manda será una navidad más que la vamos a enterrar ni bien pasen los días feriados.

Hermanos y hermanas: Dos acontecimientos grandes este domingo, inicio del adviento, la presencia de la imagen de la Virgen de Cotoca en nuestra comunidad, acontecimientos que sacuden un poco y que tienen que sacudirnos, primero para no hacer de la tradición a la Virgen una cosa que pasa y se olvida y otra para no celebrar la navidad sin preparación, dejando que otros preparen todo aquello que realmente ofusca, todo aquello que engaña, todo aquello que dispersa la verdad, solo así nos llenaremos de ese Cristo, que es capaz de decirnos a todos los creyentes: ¡ánimo, no tengan miedo, sigan hablando, sigan diciendo la verdad, sigan pronunciando las palabras de vida, sigan señalando los espacios donde hay víctimas de grupos más poderosos que intentan romper todo aquello que es valor, esa autenticidad en nuestra gente.

Es una invitación también hoy a que retornemos a la mesa abundante y extraordinaria del dialogo cristiano. Si vivimos de susceptibilidades, si sólo nos interesan los puntos que parecen herirnos, nosotros no podremos caminar lejos, pero tenemos que caminar aunque sea lentamente, diciendo en este lugar hay víctimas de la injusticia, en este lugar hay víctimas del narcotráfico, en este otro lugar hay víctimas de la prepotencia y del poder y contra toda víctima se hace presente el Señor, se encarna en nosotros para decirnos que somos obra de Dios y que El nos quiere como a sus hijos y como hermanos entre todos nosotros. Amen!