XXVIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Padre Julio Gonzalez Carretti
MARTES
Lecturas bíblicas
a.- Gál. 4,31; 5,1-6: Lo único que cuenta es la caridad.
b.-. Lc. 11,37-41: Dad limosna y todo será limpio.
El tema de este evangelio, es la primera de las conminaciones de Jesús contra los
fariseos, sobre la pureza legal (vv.38-41). Durante su camino Jesús es invitado a
comer a casa de un fariseo. Jesús no se lavó las manos, lo mismo, que la vajilla era
limpiada con extremo cuidado, casi con escrúpulo. Quien se consideraba religioso,
debía cumplir con todas estas prescripciones. La extrañeza que invadió al fariseo,
dio paso a la reacción de Jesús para hablar de la pureza delante de Dios (vv. 39-
41). ¿Quién es puro delante de Dios? Los que cumplían las prescripciones farisaicas,
sobre la pureza legal, sería una primera respuesta. Sin embargo, a Dios le interesa
la pureza moral, de la que los fariseos carecían en su mayoría, porque estaban
llenos de avaricia y malicia. Sólo cuando la conciencia está limpia de injusticia, y
hay un sólido comportamiento moral, entonces es puro el hombre delante de Dios.
Por el hecho de preocuparse de lo exterior y no de lo interior, descuidaban así su
conciencia. Por lo mismo, estos fariseos obraban como insensatos, gentes que no
poseen la verdadera sabiduría, no reconocen a Dios y la descuidan. Su afán está en
poner la religiosidad en exterioridades, no en lo interior, en la conciencia del
hombre. Dios no hizo sólo lo exterior, lo visible, sino también lo interior, el corazón
del hombre, su conciencia, por cuya calidad todo viene a ser bueno o malo (cfr. Mt.
23, 25ss). Es un error y desconocimiento, dar tanta importancia a la limpieza
exterior de la vajilla, en lugar, de pensar en la pureza del interior del ser humano.
Dios, como creador del ser humano, también, dispone de su conciencia; exige que
el hombre se entregue totalmente. El detalle de la limosna, habla de cómo la
caridad purifica el alma. Otra posible interpretación, es que lo que hay en los platos
y vasijas, eso se debe dar de limosna a los pobres, entonces, todo el hombre será
puro por dentro y por fuera. Lo que quiere Dios del hombre, es un corazón puro,
conciencia que se purifica por medio del amor fraterno. En el fondo, el que ama
cumple con toda la ley, nos enseñará más tarde San Pablo (cfr. Rm. 13, 8-10).
Santa Teresa de Jesús, aprendió a purificar su conciencia con la atención a la
interior que Dios le enseaba calladamente. “Ya sabéis que la primera piedra ha de
ser buena conciencia y con todas vuestras fuerzas libraros aun de pecados veniales
y seguir lo más perfecto. Parecerá que esto cualquier confesor lo sabe, y es
engaño; a mí me acaeció tratar con uno cosas de conciencia, que había oído todo el
curso de Teología, y me hizo harto daño en cosas que me decía no eran nada; y sé
que no pretendía engañarme ni tenía para qué, sino que no supo más; y con otros
dos o tres, sin éste, me acaeció. Este tener verdadera luz para guardar la ley de
Dios con perfección es todo nuestro bien; sobre ésta asienta bien la oración; sin
este cimiento fuerte, todo el edificio va falso. Si no les dieren libertad para
confesarse, para tratar cosas de su alma con personas semejantes a lo que he
dicho. Y atrévome más a decir, que aunque el confesor lo tenga todo, algunas
veces se haga lo que digo; porque ya puede ser él se engañe, y es bien no se
engañen todas por él; procurando siempre no sea cosa contra la obediencia que
medios hay para todo y vale mucho a las almas y así es bien, por las maneras que
pudiere, lo procure.” (Camino de perfeccin 5,3).