Domingo de Cristo Rey B
25 noviembre 2012
“La verdad les hará libres” (Jn 18, 33-37)
José Martínez de Toda, S.J. ( martodaj@gmail.com )
Ésta es una escena escalofriante: Jesús, el Mesías, el Rey del universo,
humildemente de pie…, ante un Pilato sentado, representante del poder
imperial de Roma. ¿De qué hablan?
De si realmente Jesús es rey. Esto sería una amenaza contra el imperio.
Pero Jesús añade:
“– Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, tendría gente a mi servicio que pelearía
para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí ”.
<Jesús no es rey al estilo que Pilato puede imaginar. No pretende ocupar el trono de
Israel ni disputar a Tiberio su poder imperial. Jesús no pertenece a ese sistema en el que se
mueve el prefecto de Roma, sostenido por la injusticia y la mentira . No se apoya en la
fuerza de las armas. Tiene un fundamento completamente diferente. Su realeza proviene del
amor de Dios al mundo.> (Pagola).
¿Podía Jesús haber construido un movimiento político de seguidores?
Así se lo quisieron imponer algunos después de la Multiplicación de los panes.
Además había muchos que estaban descontentos con la ocupación romana, y
esperaban un líder que los organizara para expulsar a los romanos.
Pilato tiene tres mil soldados bajo su mando, pero pocos de ellos se encuentran en
Jerusalén en ese momento. Si Jesús hubiera querido causar problemas, lo hubiera hecho.
Aquella misma noche Simón Pedro había herido a un criado del Sumo sacerdote,
cortándole la oreja. Pero Jesús respondi reparando el dao y diciéndole a Pedro, “ Mete tu
espada en la vaina: el vaso que el Padre me ha dado, ¿no lo tengo de beber?” (18:10-11).
Si el Reino de Jesús no es de este mundo, pero se da en él, ¿cuáles son sus
características?
Jesús le dice a Pilato que Él es rey para ser “testigo de la verdad”. ¿Qué verdad trae
Jesús? Esta verdad que Jesús trae consigo no es una doctrina teórica. Se requiere conocerla,
pero sobre todo cumplir su Palabra: « Si se mantienen fieles a mi Palabra... conocerán la
verdad y la verdad les hará libres ». El amor de Jesús es una verdad liberadora: nos libera de
las esclavitudes, que se apoyan en el egoism y la soberbia. Él hará nuestra vida más humana y
feliz. Su Palabra y su Verdad es el amor y la justicia de Dios en la historia humana.
Jesucristo, Verbo y Palabra del Padre, es la única y la más grande verdad. Él nos
ayuda a discernir con humildad qué hay de verdad y qué hay de mentira en nuestro
seguimiento a Él. Su verdad nos libera y la mentira nos esclaviza. Necesitamos dar pasos
hacia mayores niveles de verdad humana y evangélica en nuestras vidas, en nuestras
comunidades y en nuestras instituciones.
Y la verdad es que Dios es amor y quiere salvarnos a todos. Lo que todos necesitamos
es el amor de Dios. Sólo Él ama de verdad. Por lo tanto, debemos ser capaces de aceptar este
mensaje del amor sin restricciones y de implantarlo en nuestra vida.
Su reino de paz, amor y justicia está libre del pecado y de las injusticias, de la
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discriminación, explotación y exclusión.
Es un reino en cierto sentido ‘contracultural’, pues va contra todo lo que se valora en
el mundo: poder, dinero, honores, consumo, gasto...
En Él se reconoce la pluralidad de opiniones, hay presencia activa en la política para
que el poder político sea ejercido con toda justicia.
En el Reino de Jesús no hay malandros. Si hay un terremoto, nadie saqueará las casas.
Si hay un accidente de tránsito, nadie robará a las víctimas.
En el Reino de Jesús hay paz, basada en la fraternidad y la justicia, y éstas se buscan
con el ardor del hambriento y el sediento.
En él la verdadera ambición es servir a los demás.
Hay unidad en lo necesario y libertad en lo opinable.
Todos aman y sirven a todos,
En el Reino de Jesús todo es alegría, fiesta, sonrisas. inspiración, autorrealización.
El Reino de Jesús es el Paraíso en la tierra, que fracasó al principio, y Él viene a
restablecer.
El reino de Cristo es el conjunto de condicionamientos que hacen posible y fácil
nuestra salvación. Ésta es la tarea que corresponde a la Iglesia, integrada por los seguidores de
Jesús, que está al servicio de este Reino, y constituye su germen y principio.
¿Es atractivo el título de Cristo Rey?
<En los tiempos de la persecución del presidente Calles de Méjico, entre 1926 y 1929,
los cristianos morían gritando:
- “Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe”.
Así reconocían a Cristo como el único rey de sus vidas. >
En los países mandan el presidente y los políticos. Pero, ¿quién debe
mandar sobre ellos?
Su conciencia, es decir, la ley de Dios. Te cuento esta historia de Santo Tomás Moro,
precisamente el patrono de los políticos.
<Enrique VIII, rey de Inglaterra, hizo a Tomás Moro su Canciller. Lo que no sabía
aquél rey era que Tomás Moro ciertamente era leal a él, el rey de Inglaterra, pero antes era
leal a Cristo Rey, rey de reyes.
Enrique VIII quiso divorciarse y casarse con Ana Bolena. Como sabía que el Papa no
aprobaría esto, por estar prohibido en la Iglesia Católica el divorcio, se separó de la Iglesia
Católica y se hizo a sí mismo Cabeza de la Iglesia Anglicana, arrastrando en la separación a la
mayoría de los ingleses.
Tomás Moro pensó que esta conducta del rey no era la correcta, y renunció a su cargo.
Enrique VIII lo encarceló y fue condenado injustamente a ser decapitado en 1534. Sus últimas
palabras fueron: “Hoy muero, siendo buen siervo del rey, pero primero siendo siervo de
Dios”.>
Los políticos tienen que ver si, a través de sus acciones, están quebrantando la ley de
Dios y la ley natural. Sto. Tomás es su modelo.
No se pueden someter las conciencias al Estado. Si el Estado manda algo contra la ley
de Dios, el cristiano puede hacer objeción de conciencia, y no obedecerle.
Hay que mirar críticamente las leyes y políticas públicas de los gobiernos, y
examinarlas a la luz de la ley de Cristo. Como cristianos debemos ser ciudadanos leales a
nuestros países, pero antes debemos ser ciudadanos leales al Reino de Cristo.