XXVIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Introducción a la semana
Nos acercamos a Jerusalén, según nos indica la guía de Marcos; estamos en
Judea y no cesan de acercarse a Jesús interesados y curiosos de su mensaje y
persona. A unos y a otros el mismo mensaje: para seguirle preciso es ir ligero de
equipaje, porque lo que mejor podemos llevar en nuestra mochila es su Palabra
(la que en su transparencia inunda los entresijos del corazón) y su Nombre, el
único por el que somos salvos. Y vendrá a ser nuestra mejor opción como la
sabiduría lo fue para Salomón. Sencillo ramillete de vida el que nos brinda este
domingo para seguir a Jesús.
La semana viene tachonada de unos puntos de luz que son mujeres (Teresa de
Ávila, entre otras) y hombres (Ignacio de Antioquía, Lucas evangelista) que
merecen el mayor respeto en nuestra iglesia tan necesitada de estímulos
fuertes. Porque si de fortaleza hablamos, Ignacio bien la acreditó en la
persecución de Trajano y las siete cartas (siete declaraciones de amor libre al
Dios de Jesús) que escribió a las diversas iglesias que estaban al paso. Lucas, el
evangelista de la delicadeza de Dios, nos invita a levantar la cabeza para ver al
bueno de Dios Padre que está asomado al balcón de la casa avizorando el
horizonte por si sus hijos perdidos regresamos al hogar. Y Teresa de Jesús que
tanto nos anima a ver a Dios en el habla y en el silencio, en la oración y en el
camino, en la vida diaria y en nuestro interior.
Las lecturas de la semana continúan con fragmentos de la carta a los Gálatas
(para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado) que se centran en que lo
importante no es el signo externo de una pertenencia o no a una religión, sino la
fe activa en la práctica del amor servicial. El jueves se abre la carta a los Efesios
con el precioso cántico cristológico (elegidos en la persona de Cristo) y con tal
argumento llegará hasta el sábado. Por su parte el evangelio de Lucas abre con
el único signo válido para la comunidad cristiana: la conversión y la fe en Cristo.
No pierde ocasión Jesús de recriminar a los fariseos su falsedad e hipocresía, al
tiempo que con palabras de ternura nos anima a confiar en aquel que en cada
momento pondrá en nuestra boca lo que tenemos que decir. ¡Precioso cheque en
blanco que nos ofrece nuestro Maestro!
Fr. Jesús Duque O.P.
Con permiso de dominicos.org