Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 28, Miércoles
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Los que son de Jesucristo han crucificado su egoísmo con
sus pasiones * El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida. * ¡Ay de vosotros,
fariseos! ¡Ay de vosotros, juristas!
Textos para este día:
Gálatas 5, 18-25:
Hermanos:
Si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la ley. Las obras de la carne
están patentes: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería,
enemistades, contiendas, envidias, rencores, rivalidades, partidismo, sectarismo,
discordias, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os
previne, que los que así obran no heredarán el reino de Dios. En cambio, el fruto
del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad,
amabilidad, dominio de si. Contra esto no va la ley.
Y los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus
deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu.
Salmo 1:
Dichoso el hombre / que no sigue el consejo de los impíos, / ni entra por la senda
de los pecadores, / ni se sienta en la reunión de los cínicos; / sino que su gozo es la
ley del Señor, / y medita su ley día y noche. R.
Será como un árbol / plantado al borde de la acequia: / da fruto en su sazón / y no
se marchitan sus hojas; / y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así; / serán paja que arrebata el viento. / Porque el Señor
protege el camino de los justos, / pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Lucas 11, 42-46:
En aquel tiempo, dijo el Señor:
-«¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y
de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios!
Esto habría que practicar, sin descuidar aquello.
¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y
las reverencias por la calle!
¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo! »
Un maestro de la Ley intervino y le dijo:
-«Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.»
Jesús replicó:
-«¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas
insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo! »
Homilía
Temas de las lecturas: Los que son de Jesucristo han crucificado su egoísmo con
sus pasiones * El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida. * ¡Ay de vosotros,
fariseos! ¡Ay de vosotros, juristas!
1. ¿Libres y Crucificados?
1.1 Para que a nadie quede duda de cuál es el género de libertad de la que habla
Pablo en su Carta a los Gálatas, la cual hemos venido escuchando en la primera
lectura de estos días, hoy aparece la palabra clave: crucificar. El cristiano es libre, y
su manera de ser libre es ser imagen del que es libre por excelencia: Cristo
Crucificado. Quien no ve en Cristo Crucificado el modelo mismo de la libertad
seguramente no ha entendido nada de la libertad cristiana.
1.2 Ahora bien, reconozcamos que no es fácil reconocer en Cristo a un hombre
libre. No se predica casi de eso, si vamos a ser sinceros. Muchos cristianos incluso
pueden sentir que en la vida de Cristo hay o había como una especie de "guión"
que él debía cumplir, como en el teatro o como en los dramas griegos, en los que el
protagonista está sujeto a voluntades que le trascienden. ¿Cómo ver a un hombre
libre ahí?
1.3 Ahí no es posible verlo, tal vez, pero en el testimonio de los evangelios, sí.
Cristo aparece como quien obra más allá de las presiones, las expectativas, los
condicionamientos, las amenazas, y en fin, todo aquello con que el mundo pretende
atarnos y manipularnos. Cristo es libre y su grito de libertad es su mismo grito de
amor en la Cruz, en la que toda estrategia de tinieblas fracasa y sólo el amor
extremo vence.
2. Cristo Indignado
2.1 Los versículos que hoy hemos encontrado en el evangelio tienen una
impresionante carga de indignación y de reprensión. En pocos lugares del Nuevo
Testamento encontramos a Cristo tan indignado y tan acerado en sus palabras
como en sus invectivas contra los fariseos.
2.2 Hay razón, desde luego, para ese enojo, y, puesto que toda palabra de Cristo
es enseñanza sus discípulos, aprendamos, hermanos, de este enojo del Señor, así
como en otras ocasiones hemos querido aprender de su sonrisa, su abrazo o su
ternura.
2.3 La razón fundamental de tanto castigo es la hipocresía. Y la razón para castigar
la hipocresía es que nos hace inhábiles para la conversión. Además, la mentira que
nos ciega a nuestros males igualmente nos ciega a los bienes ajenos. El resultado
es que quien no reconoce su daño se afianza en él y daña a los demás.
2.4 Entendemos así que Jesucristo quiere erradicar del mundo la hipocresía por
amor a quienes la practican y por compasión con quienes la padecen.
Fr. Nelson Medina, O.P.