Fiesta. San Lucas Evangelista (18 de octubre)
"La mies es abundante y los obreros pocos", nos dice el Señor, y desea que
le ayudemos a corredimir.
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó
por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde
pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros
pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su
mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en
medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os
detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz en esta casa". Y si
allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no,
volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo
que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis
cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed
lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está
cerca de vosotros el Reino de Dios” ( Lucas 10,1-9) .
1. Hoy es el tercero de los grandes santos que hemos celebrado estos
días: Teresa de Jesús, Ignacio de Antioquia y Lucas, autor del tercer
evangelio de Jesús, y los Hechos de los Apóstoles. Las parábolas del buen
samaritano y del hijo pródigo son alguno de los pasajes más bonitos. Junto
a estas páginas sublimes sobre la misericordia, también sólo Lucas nos
transmite algunos rasgos de santa María, la madre de Jesús. Al “pintar” tan
bien esas escenas, tomó la tradición de que era pintor, y así la leyenda nos
dice que es suya una imagen romana de la Virgen.
« Después de esto, el Señor designó a otros Setenta ». Mientras
que el envío de los Doce representan el nuevo Israel (las doce tribus), los
setenta tenían que representar la nueva humanidad (según el cómputo
judío, las naciones paganas eran en número de setenta). «Setenta y dos»,
dicen numerosos manuscritos, intento de reconducir la apertura a la
universalidad (esbozada en el número «siete/setenta», al recinto de Israel,
delimitado por un múltiplo de «doce» [6 x 12 = 72].)
El éxito de la misión es grande. Jesús les anima a evangelizar: « La
mies es abundante y los braceros pocos ». La cosecha se prevé
abundante, el reinado de Dios empieza a producir frutos para los demás.
Cuando se comparte lo que se tiene, hay de sobra. No hacen falta
explicaciones ni estadísticas: la presencia de la comunidad se ha de notar
por los frutos abundantes que produce. Todos estamos llamados al
apostolado, tanto clérigos como laicos, religiosos como seglares… « ¡Id!
Mirad que os envío como corderos entre lobos ». Toda comunidad debe
ser esencialmente misionera. La misión, si se hace bien, encontrará la
oposición sistemática de la sociedad. Esta, al ver que se tambalea su escala
de valores, usará toda clase de insidias para silenciar a los enviados,
empleando todo tipo de procedimientos legales. Los enviados están
indefensos. La defensa la asumirá Jesús a través del Espíritu Santo, el
Abogado de los pobres. « No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias ». Como
en la misión de los Doce, Jesús insiste en que los enviados no confíen en los
medios humanos. “ Y no saludéis a nadie en el camino ”. Ellos han de
dejar en sus manos aquello que es más esencial para vivir: el Señor, que
viste los lirios de los campos y da alimento a los pájaros, quiere que su
discípulo busque, en primer lugar, el Reino del cielo y no, en cambio, «qué
comer ni qué beber, y [que] no estéis inquietos. [Porque] por todas esas
cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro Padre que tenéis
la necesidad de eso» (Lc 12,29-30).
Han de compartir techo y mesa con aquellos que los acogen, curando a
los enfermos que haya, liberando a la gente de todo aquello que los
atormente. La buena noticia ha de consistir en el anuncio de que « Ya ha
llegado a vosotros el reinado de Dios ». Empieza un orden nuevo, cuyo
estallido tendrá lugar en otra situación. El proceso, empero, es irreversible.
La comunidad ya tiene experiencia de ello (Josep Rius-Camps).
Lucas fue de esos apóstoles más allá de “los Doce”, y en su honor
decimos hoy en el himno de Laudes:
Vosotros que escuchasteis la llamada / de viva voz que Cristo os
dirigía, / abrid nuestro vivir y nuestra alma / al mensaje de amor que él
nos envía.
Vosotros que invitados al banquete / gustasteis el sabor del nuevo
vino, / llenad el vaso, del amor que ofrece, / al sediento de Dios en su
camino.
Vosotros que lo visteis ya glorioso, / hecho Señor de gloria
sempiterna, / haced que nuestro amor conozca el gozo / de vivir junto a él
la vida eterna. Amén.
2. En la carta a Timoteo, nos dice san Pablo que el anuncio del
Evangelio debe hacerse a tiempo y a destiempo . Y ha de realizarse
con gran paciencia y conforme a la enseñanza , dedicados plenamente
al Ministerio que Dios nos ha confiado. A pesar de que tengamos que sufrir
oposición de muchos, no hemos de dar marcha atrás en aquello que Dios
nos ha confiado: proclamar su Nombre salvador a toda la humanidad. El
Señor siempre estará a nuestro lado animándonos y fortaleciéndonos para
que su Mensaje de salvación llegue a todos los pueblos. La Iglesia de Cristo
no sólo ha de evangelizarse continuamente a sí misma, para vivir más
conforme a las enseñanzas del Señor y llegar a la madurez en Él; además
ha de evangelizar a todos los pueblos, pues esa es la Misión que el Señor le
confió al enviarla a todas las gentes de todos los tiempos y lugares. Al final,
libres del pecado y de la muerte, a pesar de que hayamos sufrido por
anunciar y vivir el Evangelio en ambientes hostiles al mismo, el Señor nos
dará la salvación en su Reino celestial de un modo definitivo a quienes, ya
desde ahora, lo tuvimos como Señor y Salvador de nuestra vida.
3. En el salmo vemos que el Señor, Creador y Rey soberano de todo, se
manifiesta para con nosotros como un Padre cercano, siempre atento a las
necesidades de los suyos. Él no está lejos de quien lo invoca
( www.homiliacatolica.com ) :
“Que todas tus obras te den gracias, Señor, / y que tus fieles te
bendigan; / que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu
poder”. Juan Pablo II ha presentado al mundo la Eucaristía como “una gran
escuela de paz que puede formar a hombres y mujeres para ser tejedores
de diálogo y de comunión . Es escuela de la paz para vivir esta proclamación
de tu gloria, Señor, en un camino hacia una sociedad más justa y fraterna.
No puede producir otros frutos.
“Así manifestarán a los hombres tu fuerza / y el glorioso
esplendor de tu reino: / tu reino es un reino eterno, / y tu dominio
permanece para siempre.
El Señor es justo en todos sus caminos / y bondadoso en todas
sus acciones; / está cerca de aquellos que lo invocan, / de aquellos
que lo invocan de verdad ”. El mundo necesita experimentar que el Señor
está cerca, que su destino no va a la deriva, sin rumbo… Dios se imbrica en
la historia de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, haciendo, con ellos,
historia de Salvación.
Llucià Pou Sabaté