O AHORA… O NUNCA!
Padre Javier Leoz
Celebramos, en este domingo, la tradicional y popular jornada misionera del
Domund. Este ao con el lema “Misioneros de la Fe”. Desde aquí, y ahora, tenemos
un recuerdo agradecido y emocionado por tantos miles de hombres y mujeres
(sacerdotes y no sacerdotes, religiosos y no religiosos) que contribuyen con su
testimonio, entrega, silencio, perseverancia y audacia para que la Palabra de Dios
siga construyendo y edificando el reino de Dios en tantos lugares dispersos por el
mundo.
1.- ¡Qué sería el mundo sin el testimonio de tantos cristianos! En este Año de la Fe,
y más que nunca, se nos pide que los hombres de nuestro no perdamos la
esperanza. Si observamos y estudiamos los acontecimientos más negros que
acontecen en la tierra se deben, entre otras cosas, al exceso de confianza en el
hombre por el hombre. Todo intento de relegar a un segundo plano la iluminación
divina, lejos de ser positivo para la humanidad, se convierte en un contrasentido,
en un vacío, en una orfandad. Gran drama el de Europa y también de lo que no es
Europa, lo decía el Papa Benedicto XVI, cuando se intenta sustituir a Dios por otros
dioses de tercera o de cuarta.
2.- La Palabra junto con el testimonio siempre, serán luz que iluminen y animen a
todas las gentes que desean encontrar respuestas y horizontes en su caminar. En
este Año de la fe, o ahora o nunca, hemos de despertar del letargo de un
catolicismo cómodo o sin fundamento; desertar del mero altruismo (que se queda
clavado en el puro humanismo sin referencia a lo cristiano) y agarrarnos a un Dios
que salva, acompaña, levanta y desea la dignidad de toda persona.
Al celebrar la Jornada del Domund caemos en la cuenta de que, la Palabra del
Señor, necesita voceros humanos, altavoces de carne y hueso. Pero, sobre todo,
reflexionamos sobre un hecho del todo importante: quien la acoge, quien la
escucha se siente empujado a proclamar la presencia de Cristo allá donde se
encuentra. ¿Por qué nos cuesta tan poco escuchar la Palabra y tanto dar testimonio
de ella? ¿Por qué somos tan valientes para hacernos eco de mensajes secundarios y
tan cobardes para los mensajes divinos?
3.- Esta Jornada del Domund, además de ser un día de solidaridad y de ayuda
económica para con nuestros misioneros, es una llamada a tomar conciencia de
nuestro ser misioneros aquí y ahora. La Iglesia del futuro depende y mucho de los
esfuerzos personales y colectivos de cada uno de nosotros. No podemos quedarnos
en los mínimos (celebración de sacramentos o una piedad personal y puntual). El
testimonio, entre otras cosas, denota una fe recia, convencida y fundamentada. Por
el contrario, el silencio de los católicos, es un síntoma de que nuestra fe no ha sido
totalmente asumida y mucho menos acogida con una condición: lo bueno se
contagia.
Si Cristo se empeñó en salvar a toda la humanidad, también nosotros, hemos de
seguir sus huellas y secundar ese proyecto. Hacen falta medios, personas,
creatividad, templos, escuelas y oracin….para que, el mensaje de salvacin, sea
universal.
No podemos contentarnos con decir “ya conocemos nosotros a Cristo” Y los
demás? ¿Qué ocurre con esa gran mayoría de habitantes de nuestro planeta que
todavía no hay oído que un tal Jesús, Hijo de Dios y de María, murió y resucitó por
salvarnos? ¿Nos quedaremos de brazos cruzados?
4.- Esta jornada del Domund nos empuja, allá donde estemos, a ser misioneros. A
estimar con nuestra oración sincera y nuestra limosna generosa, la acción
evangelizadora que en nombre de Cristo desarrollan esa “cara más bonita” que son
los misioneros de la Iglesia Católica.
Una parroquia que se encierra en sí misma, no es católica del todo. Una parroquia
que se conforma con evangelizar a los suyos, le falta la apertura de miras que
Jesús nos dej “ID POR TODO EL MUNDO” En este día del Domund, desde lo más
hondo de nuestras entrañas, digamos: ¡O ahora o nunca! ¡Yo puedo hacer algo por
Dios, por el Señor, por mi Iglesia!
5.- LUZ PARA LA HUMANIDAD
Sí, Señor, así te vemos y así te sentimos
Desde el día de tu llegada a nuestro mundo
alegraste la noche oscura del hombre.
Lo hiciste en silencio, sin ruido
pero, en Belén, fuiste luz en medio
de un impresionante firmamento estrellado.
Tú, Señor, eres la luz del mundo
Entonces ¿qué somos nosotros, Señor?
Somos pequeñas luces, de tu inmensa luz
Somos pequeños ríos, de tu inmenso mar
Somos pequeños destello, de tu inmenso sol
Eres, Señor, luz de la humanidad
Quien a Ti escucha, encuentra alivio
Quien a Ti sigue, se siente protegido
Quien a Ti bendice, queda engrandecido
sobrecogido y enardecido por tu presencia, Señor.
Nunca, nuestra tierra,
cesará de darte gracias por tu Palabra
Por poner esperanza a nuestro lado
Por sembrar ilusiones en nuestros senderos
Por levantarnos, con y por tu Palabra,
cuando nos sentimos decepcionados,
engañados o humillados
por tanta palabra y bisutería que ofrece el mundo.
¡Gracias, Señor!
Sigues siendo luz de muchos pueblos
Horizonte de muchas metas
Vida de muchas vidas
Orgullo de millones de hombres y mujeres
que, sintiendo la peligrosa noche,
saben que Tú sigues siendo…..la LUZ.
Amén