XXIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO B
La tentación del poder
La Palabra: “El que quiera ser grande, sea servidor; el que quiera ser primero, sea
servidor de todos” (evangelio).
1. Los hermanos Zebedeo se acercaron a Jesús para decirle: “Cuando establezcas
tu reino permítenos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Debió ser
histórico, pues cuando se escribe este evangelio ya los hermanos Zebedeo ocupan
un puesto relevante dentro de la comunidad cristiana, y el relato no les favorece
nada; por eso Mt suaviza el asunto diciendo que fue la madre de los Zebedeo quien
hizo la petición. Parece que los otros diez discípulos también ambicionaban los
primeros puestos: al enterarse de lo que tramaban los hermanos Santiago y Juan,
“se indignaron”. Tal vez ocupar primeros puestos sea común ambición de los seres
humanos.
2. Todos tenemos poder: físico, psicológico, intelectual; unos pueden levantar un
peso grande, mientras otros tienen una fuerza de convicción; gracias a la
inteligencia de algunos, la humanidad da pasos adelante. Cuando somos niños
lloramos para que nos hagan caso, y ya de mayores, cuando nos fallan las fuerzas,
echamos mano de nuestros méritos en el pasado y de nuestras dolencias actuales,
para que nos presten atención. Tenemos unos poderes y debemos ejercerlos.
3. La equivocación llega cuando creemos que nos humanizamos ejerciendo sin más
los poderes que tenemos. El ejercicio del poder solo nos humaniza y es saludable
como mediación del amor y del servicio a los demás: “el que quiera ser primero,
sea servidor de todos”. La tentación del poder, que Jesús de Nazaret superó,
fácilmente nos doblega; es como un aguijón que seduce con facilidad. Cuando
caemos en esa tentación nos hacemos trepas, ambiciosos y hasta crueles si llega el
caso. Es una patología que agarra no solo en la vida personal y familiar; también en
la política y hasta en la organización religiosa.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net