Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 28, Sábado
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Constituyó a Cristo, como cabeza suprema de la Iglesia,
que es su cuerpo * Diste a tu Hijo el mando sobre las obras de tus manos. * El
Espíritu Santo les enseñará lo que convenga decir
Textos para este día:
Efesios 1, 15-23:
Hermanos:
Yo, que he oído hablar de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestro amor a todos
los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración, a fin
de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de
sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para
que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria
que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para
nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó
en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo,
por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de
todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo. Ella es
su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.
Salmo 8:
Señor, dueño nuestro, / ¡qué admirable es tu nombre / en toda la tierra! /
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos. / De la boca de los niños de pecho / has
sacado una alabanza. R.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, / la luna y las estrellas que has
creado, / ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, / el ser humano, para
darle poder? R.
Lo hiciste poco inferior a los ángeles, / lo coronaste de gloria y dignidad, / le diste
el mando sobre las obras de tus manos. R.
Lucas 12, 8-12:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se
pondrá de su parte ante los ángeles de Dios.
Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios.
Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme
contra el Espíritu Santo no se le perdonará.
Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no os
preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender.
Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir.»
Homilía
Temas de las lecturas: Constituyó a Cristo, como cabeza suprema de la Iglesia,
que es su cuerpo * Diste a tu Hijo el mando sobre las obras de tus manos. * El
Espíritu Santo les enseñará lo que convenga decir
1. ¡Más Luz!
1.1 Se cuenta que Wolfgang Goethe poco antes de morir exclamó: "¡Más Luz!" No
sabemos si para él era una certeza, el relato de lo que empezaba a vivir cuando
moría, la expresión de un deseo irreprimible o la confesión de una esperanza
absoluta. Esas palabras son también el mensaje del apóstol Pablo en el texto de la
Carta a los Efesios que hemos escuchado hoy en la primera lectura. El generoso
misionero de Cristo, cuando escribe a aquellos cristianos, les desea sobre todo eso:
¡Más Luz!
1.2 Hace décadas se libra una batalla mediática continua contra la religión, una
batalla que se expresa en la repetición de esta idea: la fe produce violencia. El
argumento es que quien tiene fe está demasiado seguro de poseer verdades
inconmovibles y por lo tanto está seguro de que puede combatir a quienes no
compartan lo que él piensa que es la verdad. Y de ahí viene el oscurantismo y la
violencia. La solución, según ellos, es que la religión se recluya en autoexilio y se
circunscriba al ámbito estrictamente privado. Todo lo público, en cambio, debe
quedar en manos de… ¿quién? En la práctica, en manos de los círculos que quieren
poder y detestan la religión, sobre todo ateos y masones.
1.3 Lo que no explican quienes afirman eso es por qué su descubrimiento, su
verdad, sí puede imponerse al mundo entero, de modo que quien no la acepte debe
soportar la presión de los grupos y colectivos que tienen la agenda que se repite en
todas partes: aborto, eutanasia, erosión de la familia, aplauso al homosexualismo.
Las muertes que todo esto cause, las vidas que destroce, se supone que no son
"violencia."
1.4 El mundo, como se ve, está lleno de sutiles engaños, trampas sutiles, medias
verdades, intereses ocultos. Por todo eso necesitamos más luz, como pide san
Pablo, para que nunca se pierda de nuestros ojos en dónde está el peligro y en
dónde la salvación, porque, según escuchábamos hoy, "todo lo puso Dios bajo los
pies de Cristo, constituyéndolo cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, y
plenitud del que lo consuma todo en todos."
2. Las Opciones Tienen Consecuencias
2.1 Si te alejas de Cristo quedas lejos de él. Esta frase que parece de Perogrullo es
sólo un modo de leer el evangelio de hoy: tus opciones tienen consecuencias. Dios
respetará tu libertad: si dices que no eres de él, él dirá que no eres de los suyos.
2.2 Negar a Cristo puede parecer algo tan extremo que muchos pensaríamos que
jamás lo hemos hecho o lo haríamos. Para entender la seriedad de lo que está en
juego, conviene recordar el contexto en el que Cristo dijo estas palabras. No fue
con ocasión de una persecución en la que pusieron contra el paredón a algunos
cristianos para que dijeran que negaran su fe y así fueran acribillados. Fue en un
ambiente más cotidiano: sus obras maravillosas, sus milagros y exorcismos, no
eran reconocidos por sus enemigos, que llegaban incluso a decir que Cristo mismo
estaba poseído por algún demonio. Ellos estaban negando a Cristo porque se
resistían a aceptar su mensaje y la gracia que él ofrece. ¿Cuántas veces nos ha
pasado eso?
2.3 Luego está el tema difícil del pecado contra el Espíritu Santo. Es bueno aquí
simplemente recordar lo que nos enseña el Catecismo de Juan Pablo II, en el n.
1864: "No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega
deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento
rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo
(véase Dei Verbum, 46). Semejante endurecimiento puede conducir a la
condenación final y a la perdición eterna."
Fr. Nelson Medina, O.P.