EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 12,8-12.
Les aseguro que aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el
Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios.
Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los
ángeles de Dios.
Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que
blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se
preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir,
porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir".
Comentario del Evangelio por :
Martirio de santa Felicidad y Perpetua (principio siglo III)
§ 2-3
"Al que se ponga de mi parte ante los hombres, el Hijo del hombre también
se pondrá de su parte"
“Fueron detenidos los adolescentes catecúmenos Revocato y Felicidad, ésta
compañera suya de servidumbre; Saturnino y Secúndulo, y entre ellos también
Vibia Perpetua, de noble nacimiento, instruida en las artes liberales, legítimamente
casada, que tenía padre, madre y dos hermanos, uno de éstos catecúmeno como
ella, y un niño pequeñito al que alimentaba ella misma. Contaba unos veintidós
años. A partir de aquí, ella misma narró punto por punto todo el orden de su
martirio (y yo lo reproduzco, tal como lo dejó escrito de su mano y propio
sentimiento).
“Cuando todavía -dice- nos hallábamos entre nuestros perseguidores, como mi
padre deseara ardientemente hacerme apostatar con sus palabras y, llevado de su
cariño, no cejara en su empeño de derribarme:
- Padre –le dije-, ¿ves, por ejemplo, ese utensilio que está ahí en el suelo, una orza
o cualquier otro?
- Lo veo –me respondió.
- ¿Acaso puede dársele otro nombre que el que tiene?
- No.
- Pues tampoco yo puedo llamarme con nombre distinto de lo que soy: cristiana.
Mi padre exasperado por estas palabras, se echó sobre mí para arrancarme
los ojos. Se contentó con maltratarme y se fue, con los argumentos del demonio, el
vencido. Durante varios días, no vi de nuevo más a mi padre; agradecí por eso a
Dios; esta ausencia me fue un alivio. Precisamente en este lapso corto de tiempo
fuimos bautizados. El Espíritu Santo me inspiró en no pedir nada al agua santa, si
no la fuerza de resistir físicamente.
Algunos días más tarde, fuimos trasladados a la prisión de Cartago. Quedé
espantada: jamás me había encontrado en tinieblas iguales; fui devorada por la
inquietud a causa de mi niño... Reconfortaba a mi hermano, recomendándole a mi
hijo. Sufría mucho de ver a los míos sufrir por mi causa. Durante largos días, estas
inquietudes me torturaron. Acabé por obtener que mi hijo permaneciera conmigo
en prisión. En seguida recibí fuerzas, y me vi librada de la pena y las
preocupaciones que esto me había causado. De un golpe, la prisión se cambió para
mí en un palacio, y me encontraba allí mejor que en cualquier otra parte.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”