Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 29, Lunes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Nos ha hecho vivir con Cristo y nos ha sentado en el cielo
con él * El Señor nos hizo y somos suyos. * Lo que has acumulado, ¿de quién será?
Textos para este día:
Efesios 2, 1-10:
Hermanos: Hubo un tiempo en que estabais muertos por vuestros delitos y
pecados, cuando seguíais la corriente del mundo presente, bajo el jefe que manda
en esta zona inferior, el espíritu que ahora actúa en los rebeldes contra Dios. Antes
procedíamos nosotros también así; siguiendo los deseos de la carne, obedeciendo
los impulsos de la carne y de la imaginación; y, naturalmente, estábamos
destinados a la reprobación, como los demás. Pero Dios, rico en misericordia, por el
gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos has
hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-, nos ha resucitado con
Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la
inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino
que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda
presumir. Somos, pues, obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos
dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.
Salmo 99:
Aclama al Señor, tierra entera, / servid al Señor con alegría, / entrad en su
presencia con vítores. R.
Sabed que el Señor es Dios: / que él nos hizo y somos suyos, / su pueblo y ovejas
de su rebaño. R.
Entrad por sus puertas con acción de gracias, / por sus atrios con himnos, /
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.
"El Señor es bueno, / su misericordia es eterna, / su fidelidad por todas las
edades." R.
Lucas 12, 13-21:
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que
reparta conmigo la herencia." Él le contestó: "Hombre, ¿quién me ha nombrado
juez o árbitro entre vosotros?"
Y dijo a la gente: "Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno -
ande sobrado, su vida no depende de sus bienes."
Y les propuso una parábola: "Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a
echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo:
"Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y
almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí
mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come,
bebe y date buena vida."
Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado,
¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios."
Homilía
Temas de las lecturas: Nos ha hecho vivir con Cristo y nos ha sentado en el cielo
con él * El Señor nos hizo y somos suyos. * Lo que has acumulado, ¿de quién será?
1. No son nuestras obras, sino la obra de Dios
1.1 A veces las cosas más importantes se dicen con palabras breves. De fondo,
nuestra fe no es algo extremadamente complicado sino profundamente sencillo:
Dios ha manifestado y ofrece en Cristo el amor que no merecíamos pero que sí
necesitábamos. Si aceptamos ese amor, que es puro regalo, nuestra vida cambia
completamente. Acoger la propuesta de Dios es creer, o sea, ejercer fe. El cambio
que esa fe trae es que nos abre a un futuro que rebasa nuestros mejores sueños, y
así quedamos abiertos a la esperanza. Gozosos por haber sido amados somos
también capacitados para amar, y así llega la caridad. En apretada síntesis, esto
que hemos contado es el Evangelio; es lo mismo que Pablo recuerda a los Efesios.
1.2 Si todo es así claro y sencillo, ¿por qué nos cuesta vivirlo? Una clave puede
estar en lo que Pablo recuerda a los Efesios: "No se debe a vosotros..." Es
maravilloso saberse amado pero hay algo en el orgullo humano que quiere siempre
encontrar un motivo para ese amor. La razón es que si Dios tenía un buen motivo
en mí para amarme, entonces bien se ve lo bueno que soy. Uno trata de ser bueno
por propia fuerza, por propio impulso; eso seduce nuestra vanidad y mima a
nuestro ego. Uno trata de convencerse de que es lo suficientemente sagaz, sabio,
virtuoso, inocente, bello o fuerte como para "merecer" que lo salven. La Biblia no
respalda esas aspiraciones. Dios me ha salvado por puro amor, por puro regalo. Lo
bueno que había en mí no alcanzaba su verdadera meta, pues tanta inteligencia no
me hizo descubrir al Dios que se esconde en los humildes, y tantas riquezas no me
sirvieron para ganarme a un Dios que se pone del lado de los pobres.
1.3 Así que uno tiene escoger: ¿quiero con mis obras convencer a Dios de que me
ame o quiero ser la obra de un Dios que me ha amado sin que yo en realidad lo
mereciera?
2. Cuando hablamos demasiado solos...
2.1 El rico del evangelio de hoy hablaba demasiado. Pero ese no es el problema; el
problema es que hablaba demasiado solo. Tenía ojos para su cosecha, oídos para
sus anhelos y vientre para su prosperidad. Vivía y giraba en torno a sí mismo. Eso
lo mareó. Se emborrachó y perdió la perspectiva.
2.2 Dios le interrumpió esa conversación en solitario. Dios se entrometió y abrió un
diálogo, cortando el monólogo que este "pobre rico" llevaba antes. La primera
palabra, con la que Dios irrumpe, es dura: "¡insensato!". Es dura, pero es cierta,
porque es insensatez construirse el ser humano desde sí y para sí, sin ojos para el
cielo ni para el pobre.
2.3 Y nuestro mundo en muchos aspectos sigue repitiendo la parábola de hoy.
Pueblos, familias o individuos siguen hablando sólo consigo mismos, y siguen o
seguimos ciegos al cielo y sordos al clamor del pobre. También a nosotros Dios nos
reprocha por insensatos.
2.4 Pero la parábola no está ahí para regañarnos solamente. Está para salvarnos.
Dios denuncia nuestra insensatez para llamarnos a su sabiduría. Nos hace ver que
no vemos para que empecemos a ver. Nos corrige para salvarnos y nos llama a
juicio ahora para no juzgarnos al final de los tiempos.
Fr. Nelson Medina, O.P.