“el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes”
Marcos 10, 35-45
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
“Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir”. El les respondió: “Qué quieren
que haga por ustedes?” Ellos le dijeron: “Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu
izquierda, cuando estés en tu gloria”.
Seguramente Jesús se debe haber extrañado mucho con la pregunta, como para haberle dicho
a sus íntimos amigos, no han entendido nada de su intención de estar al servicio del reino de
Dios y su justicia y parece mucho más importante el sentarse en los primero puestos que
seguirle. Y también es como para responderle a muchos que solo piensan hoy en ese puesto
de importancia más que el servir. Y por supuesto, parece que a hay muchos que no le agrada
servir anónimamente.
Pero había otros diez apóstoles más, pero curiosamente esto se indignan por lo pedido por
Juan y Santiago, pero su rabia es porque también ellos tienen sueños ambiciosos, también
desean conseguir algún puesto de honor, de reconocimiento. De este modo la situación pasa
hacer casi desvergonzada.
Los apóstoles ya habían convivido con Jesús un buen tiempo, habían comido, caminado,
compartido muchas vivencias con El y caen en estas dificultades y ambiciones, entonces nos
preguntamos, ¿que queda para nosotros hoy, que convivimos en un mundo diferente’ y la
respuesta es aún mas perturbadora: ¿Es posible decir que trabajamos por un mundo mas
fraterno, que trabajamos para que más hombre puedan acoger a Dios y estar animados por
este espíritu de ambicionar puestos de honor y prestigios?
La conclusión, es que Jesús nos enseña y nos pide ir por un camino opuesto al de la
ambiciones, al de figurar, el buscar ser uno el protagonista. Por tanto tenemos que liberarnos
de esa enfermedad que busca una situación de poder, de jerarquía y de satisfacción por estar
en lugares encima de los demás. “El que quiera ser grande, que se ponga a servir a todos”
¡Qué rico se hallará el que todas las riquezas dejó por Cristo!
¡Qué rico se hallará el que todas las riquezas dejó por Cristo! ¡Qué honrado el que no quiso
honra por El, sino que gustaba de verse muy abatido! ¡Qué sabio el que se holgó de que le
tuviesen por loco, pues lo llamaron a la misma Sabiduría! ¡Qué pocos hay ahora, por nuestros
pecados! Ya, ya parece se acabaron los que las gentes tenían por locos, de verlos hacer obras
heroicas de verdaderos amadores de Cristo. ¡Oh mundo, mundo, cómo vas ganando honra en
haber pocos que te conozcan! (Santa Teresa de Jesús, V 27,14)
Nuestra Iglesia necesita verdaderos cristianos, que estén dispuesto de verdad a seguir por
amor a Cristo Jesús, que puedan dejar de lado sus intereses personales, que puedan trabajar
silenciosamente por un mundo mas cristiano, humano, compasivo, misericordioso, evangélico.
Cristo Jesús, necesita seguidores que puedan imponerse y sean ejemplo por su calidad de
servicio, por su fraternidad y amor a sus hermanos.
La Iglesia somos todos y es de todos, no tiene dueños particulares y a todos nos corresponde
en el lugar que estamos a ayudarle en su tarea evangelizadora. La Iglesia tiene una enseñanza
y un modelo a seguir, ese es JESUS, lo suyo fue servir y dar la vida, así es como es El lo
primero y lo más grande de todo, JESUS, no ambiciono ningún poder, no se arrogo ningún
titulo.
Sin embargo, a pesar de que podemos hacer críticas y comentario a diario de las actitudes de
muchos hermanos que les encanta la figuración, es mejor que pensemos hoy en los muchos
que se han desvivido y otros que siguen entregados a servir a la Iglesia, a los mas necesitados,
a orar por sus hermanos, a consolar a los enfermos, a entregar una frase de aliento a quien lo
necesita, y todo porque sienten de verdad a un Dios que los ama, porque el sentirse amados
por El, da capacidad de amar su hermanos. Sean para nosotros estos buenos hermanos un
ejemplo a imitar.
ORACION
Jesús, cuando eras peregrino en nuestra tierra, tú nos dijiste: "Aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón, y vuestra alma encontrará descanso". Sí, poderoso Monarca de los
cielos, mi alma encuentra en ti su descanso al ver cómo, revestido de la forma y de la
naturaleza de esclavo, te rebajas hasta lavar los pies a tus apóstoles. Entonces me acuerdo de
aquellas palabras que pronunciaste para enseñarme a practicar la humildad: "Os he dado
ejemplo para que lo que he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. El discípulo no es
más que su maestro... Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica". Yo
comprendo, Señor, estas palabras salidas de tu corazón manso y humilde, y quiero practicarlas
con la ayuda de tu gracia.(Teresita de Lisieux, fragmento de la ORACION para alcanzar la
humildad)