EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Lunes de la vigésima novena semana del tiempo ordinario
Carta de San Pablo a los Efesios 2,1-10.
Ustedes estaban muertos a causa de las faltas y pecados
que cometían, cuando vivían conforme al criterio de este mundo, según el Príncipe
que domina en el espacio, el mismo Espíritu que sigue actuando en aquellos que se
rebelan.
Todos nosotros también nos comportábamos así en otro tiempo, viviendo conforme
a nuestros deseos carnales y satisfaciendo las apetencias de la carne y nuestras
malas inclinaciones, de manera que por nuestra condición estábamos condenados a
la ira, igual que los demás.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó,
precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo
revivir con Cristo -¡ustedes han sido salvados gratuitamente!-
y con Cristo Jesús nos resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo.
Así, Dios ha querido demostrar a los tiempos futuros la inmensa riqueza de su
gracia por el amor que nos tiene en Cristo Jesús.
Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe. Esto no proviene
de ustedes, sino que es un don de Dios;
y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe.
Nosotros somos creación suya: fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar
aquellas buenas obras, que Dios preparó de antemano para que las practicáramos.
Salmo 100(99),2.3.4.5.
Sirvan al Señor con alegría,
lleguen hasta él con cantos jubilosos.
Reconozcan que el Señor es Dios:
él nos hizo y a él pertenecemos;
somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entren por sus puertas dando gracias,
entren en sus atrios con himnos de alabanza,
alaben al Señor y bendigan su Nombre.
¡Qué bueno es el Señor!
Su misericordia permanece para siempre,
y su fidelidad por todas las generaciones.
Evangelio según San Lucas 12,13-21.
Uno de la multitud le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la
herencia".
Jesús le respondió: "Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre
ustedes?".
Después les dijo: "Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la
abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas".
Les dijo entonces una parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras habían
producido mucho,
y se preguntaba a sí mismo: '¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi
cosecha'.
Después pensó: 'Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más
grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes,
y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años;
descansa, come, bebe y date buena vida'.
Pero Dios le dijo: 'Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo
que has amontonado?'.
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de
Dios".
Comentario del Evangelio por :
Concilio Vaticano II
Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual « Gaudium et spes », §
88-90 (trad. cf breviario 31 mar.)
¿Acumular para uno mismo o ser rico de cara a Dios?
Los cristianos cooperen gustosamente y de corazón en la edificación del orden
internacional con la observancia auténtica de las legítimas libertades y la amistosa
fraternidad con todos, tanto más cuanto que la mayor parte de la humanidad sufre
todavía tan grandes necesidades, que con razón puede decirse que es el propio
Cristo quien en los pobres levanta su voz para despertar la caridad de sus
discípulos. Que no sirva de escándalo a la humanidad el que algunos países,
generalmente los que tienen una población cristiana sensiblemente mayoritaria,
disfrutan de la opulencia, mientras otros se ven privados de lo necesario para la
vida y viven atormentados por el hambre, las enfermedades y toda clase de
miserias. El espíritu de pobreza y de caridad son gloria y testimonio de la Iglesia de
Cristo. Merecen, pues, alabanza y ayuda aquellos cristianos, en especial jóvenes,
que se ofrecen voluntariamente para auxiliar a los demás hombres y pueblos...
Es éste el motivo de la absolutamente necesaria presencia de la Iglesia en la
comunidad de los pueblos para fomentar e incrementar la cooperación de todos, y
ello tanto por sus instituciones públicas como por la plena y sincera colaboración de
los cristianos, inspirada pura y exclusivamente por el deseo de servir a todos. En
esta materia préstese especial cuidado a la formación de la juventud tanto en la
educación religiosa como en la civil...
Es de desear, finalmente, que los católicos, para ejercer como es debido su
función en la comunidad internacional, procuren cooperar activa y positivamente
con los hermanos separados que juntamente con ellos practican la caridad
evangélica, y también con todos los hombres que tienen sed de auténtica paz.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”