XXXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO B
Confianza en la victoria final
La Palabra: “Entonces verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con poder y
majestad: enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, del
extremo de la tierra al extremo del cielo” (Mc 13, 24-32).
1. Donde se escribe este evangelio, estaba muy metida la visión apocalíptica que
imaginaba el final de los tiempos como tiempo de una gran tribulación: “la luna no
dará resplandor, las estrellas caerán del cielo, los ejércitos celestes temblarán”. Es
la visión que ha quedado en el imaginario popular alimentado, a veces, por
predicadores apocalípticos amenazantes.
2. En ese clima de visiones apocalípticas espantosas, Jesús quiere infundir
confianza: vendrá el Hijo del Hombre, esa figura que, según el libro de Daniel,
procede del cielo, y que los evangelios ven realizada en Jesús de Nazaret. Y vendrá
no a condenar sino a completar su obra ya comenzada y parcialmente realizada en
el tiempo: “enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos”. Entonces se
manifestará el Reino de Dios en su plenitud.
3. En el “credo” confesamos que Jesucristo ha de venir a juzgar a vivos y a
muertos. Y a veces nos lo imaginamos como un juez insobornable y gladiador
certero que viene sobre las nubes y nos aterroriza. Pero fácilmente olvidamos que
el que “ha de venir” es el mismo que vino ya, Dios con nosotros y a favor nuestro,
con entrañas de misericordia, que nunca nos condenará, si bien lamentará nuestro
fracaso pues no puede arrebatarnos la libertad de elegir el camino. Según el
evangelio cada uno pronunciamos cada día nuestra propia sentencia: “tuve hambre
y me diste de comer”. El final de los tiempos será la manifestación de Dios,
misericordia entrañable, llevando a plenitud la creación asumida y promovida en la
conducta histórica de Jesucristo y en la conducta de quienes han intentado vivir con
su mismo espíritu.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net