EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Viernes de la vigésima novena semana del tiempo ordinario
Carta de San Pablo a los Efesios 4,1-6.
Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna
de la vocación que han recibido.
Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por
amor.
Traten de conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz.
Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que
ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida.
hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo.
Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en
todos.
Salmo 24(23),1-2.3-4ab.5-6.
Salmo de David.
Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
el mundo y todos sus habitantes,
porque él la fundó sobre los mares,
él la afirmó sobre las corrientes del océano.
¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor
y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias
y puro el corazón;
el que no rinde culto a los ídolos
ni jura falsamente:
él recibirá la bendición del Señor,
la recompensa de Dios, su Salvador.
Así son los que buscan al Señor,
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.
Evangelio según San Lucas 12,54-59.
Dijo también a la multitud: "Cuando ven que una nube se levanta en occidente,
ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede.
Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede.
¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo
entonces no saben discernir el tiempo presente?
¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?
Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un
acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez
te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo".
Comentario del Evangelio por :
Beato Juan Pablo II
Encíclica “Dives in Misericordia” § 15 (trad. © copyright Libreria Editrice
Vaticana rev.)
Discernir los signos de nuestro tiempo
La Iglesia tiene el derecho y el deber de recurrir al Dios de la misericordia
“con poderosos clamores”(He 5,7). Estos poderosos clamores deben estar
presentes en la Iglesia de nuestros tiempos... un grito que implore la misericordia
en conformidad con las necesidades del hombre en el mundo contemporáneo...
Dios que es fiel a sí mismo, a su paternidad y a su amor. Y al igual que los profetas,
recurramos al amor que tiene características maternas y, a semejanza de una
madre, sigue a cada uno de sus hijos, a toda oveja extraviada, aunque hubiese
millones de extraviados, aunque en el mundo la iniquidad prevaleciese sobre la
honestidad, aunque la humanidad contemporánea mereciese por sus pecados un
nuevo « diluvio », como lo mereció en su tiempo la generación de Noé.
Recurramos al amor paterno que Cristo nos ha revelado en su misión
mesiánica y que alcanza su culmen en la cruz, en su muerte y resurrección.
Recurramos a Dios mediante Cristo, recordando las palabras del Magnificat de
María, que proclama la misericordia “de generación en generación”. Imploremos la
misericordia divina para la generación contemporánea...
Elevemos nuestras súplicas, guiados por la fe, la esperanza, la caridad que
Cristo ha injertado en nuestros corazones. Esta actitud es asimismo amor hacia
Dios, a quien a veces el hombre contemporáneo ha alejado de sí ha hecho ajeno a
sí, proclamando de diversas maneras que es algo “superfluo”. Esto es pues amor a
Dios, cuya ofensa-rechazo por parte del hombre contemporáneo sentimos
profundamente, dispuestos a gritar con Cristo en la cruz: “Padre, perdónalos
porque no saben lo que hacen” (Lc 23,24). Esto es al mismo tiempo amor a los
hombres, a todos los hombres sin excepción y división alguna: sin diferencias de
raza, cultura, lengua, concepción del mundo, sin distinción entre amigos y
enemigos.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”