EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 13,1-9.
En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de
aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios.
El les respondió: "¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran
más pecadores que los demás?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma
manera.
¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de
Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma
manera".
Les dijo también esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña.
Fue a buscar frutos y no los encontró.
Dijo entonces al viñador: 'Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera
y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?'.
Pero él respondió: 'Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor
de ella y la abonaré.
Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás'".
Comentario del Evangelio por:
San Cesáreo de Arles (470-543) monje y obispo
Sermón 37, 1; SC 243
Pecadores, reflexionad, volved a vuestro corazón (Is 46,8)
Hay muchas cosas que a causa de la debilidad humana no logramos cumplir
físicamente; pero, si verdaderamente lo queremos, con la inspiración de Dios,
podemos encontrar el amor en nuestro corazón. Existen a veces muchas cosas que
no logramos sacar de nuestro granero, de nuestra cueva o de nuestra bodega, pero
no tenemos excusa cuando se trata de nuestro corazón...No nos dicen: " Id hasta
Oriente, y buscad el amor; navegad hacia Occidente y encontrareis el amor". No,
nos ordenan regresar al interior de nuestro corazón, de donde la cólera nos hace
salir a menudo. Así como lo dice el profeta: "Pecadores, reflexionad, regresad a
vuestro corazón" (Is 46,8).
No es en países lejanos donde se encuentra lo que el Señor nos pide; nos
envía al interior de nosotros mismos, a nuestro corazón, porque ha colocado en
nosotros lo que nos pide. La caridad perfecta no es otra que la buena voluntad del
alma; a propósito de esta, los ángeles proclamaron a los pastores: "Paz en la tierra
a los hombres de buena voluntad" (Lc 2,14 tipos de Vulg)... Trabajemos pues con
todas nuestras fuerzas, con la ayuda de Dios, para concederle el primer puesto, en
nuestra alma, a la bondad más que a la maldad, a la paciencia más que a la cólera,
a la benevolencia más que a la envidia, a la humildad más que al orgullo. En fin,
que la dulzura de la caridad tome de tal manera posesión de nuestro corazón, que
ya no quede sitio en él para la amargura del odio.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”