SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
Mt. 5, 1 - 12
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le
acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: "Bienaventurados
los pobres de espíritu , porque de ellos es el Reino de los Cielos .
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán
saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a
Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán
llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la
justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis
cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal
contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra
recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera
persiguieron a los profetas anteriores a vosotros
CUENTO: EL CUENTO DE LOS CRISTALES DE COLORES
Un día un padre y su hijo entraron en una iglesia. El niño se quedó mirando
unos grandes ventanales que estaban en las paredes. Los rayos del sol los
atravesaban y llenaban la iglesia de un color especial. El niño preguntó a su
padre: -Papá, ¿qué es eso que brilla y que tiene tantos colores?. Y el padre
respondió: -Son vidrieras. Ventanas que están hechas con cristales de
muchos colores y que forman algún dibujo con ellos. El niño se quedó
mirando hacia arriba y continuó preguntando: -¿Y quiénes son esos señores
que están dibujado en esas vidrieras?. El papá le volvió a contestar: -Son
santos. -¿Santos? ¿Y eso qué es?- preguntó extrañado el niño. –Pues lo
santos fueron personas tan buenas, que a través de ellas se podía ver lo
bueno que era Dios. Pasaron por la vida haciendo el bien. Después de
quedarse pensativo, el niño dijo a su padre: - Entonces los santos son como
las vidrieras. El padre no entendió esta respuesta, pero el niño continuó
hablando: -Sí, lo santos son como las vidrieras. Si a través de ellas
podemos ver la luz del sol, a través de los santos podemos ver la luz de
Dios. El padre quedó sorprendido por la respuesta de su hijo y le dijo: -Veo
que has comprendido. Ahora ya sabes cómo puedes llegar a ser un santo
como lo fueron ellos.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
En esta fiesta cristiana de Todos los Santos, quiero decir cómo entiendo y
trato de vivir algunos rasgos de mi fe en la vida eterna. Quienes conocen y
siguen a Jesucristo me entenderán. Creer en el cielo es para mí resistirme a
aceptar que la vida de todos y de cada uno de nosotros es solo un pequeño
paréntesis entre dos inmensos vacíos. Apoyándome en Jesús, intuyo,
presiento, deseo y creo que Dios está conduciendo hacia su verdadera
plenitud el deseo de vida, de justicia y de paz que se encierra en la creación
y en el corazón da la humanidad.
Creer en el cielo es para mí rebelarme con todas mis fuerzas a que esa
inmensa mayoría de hombres, mujeres y niños, que solo han conocido en
esta vida miseria, hambre, humillación y sufrimientos, quede enterrada
para siempre en el olvido. Confiando en Jesús, creo en una vida donde ya
no habrá pobreza ni dolor, nadie estará triste, nadie tendrá que llorar. Por
fin podré ver a los que vienen en las pateras llegar a su verdadera patria.
Creer en el cielo es para mí acercarme con esperanza a tantas personas sin
salud, enfermos crónicos, minusválidos físicos y psíquicos, personas
hundidas en la depresión y la angustia, cansadas de vivir y de luchar.
Siguiendo a Jesús, creo que un día conocerán lo que es vivir con paz y salud
total. Escucharán las palabras del Padre: Entra para siempre en el gozo de
tu Señor. No me resigno a que Dios sea para siempre un "Dios oculto", del
que no podamos conocer jamás su mirada, su ternura y sus abrazos. No me
puedo hacer a la idea de no encontrarme nunca con Jesús.
No me resigno a que tantos esfuerzos por un mundo más humano y dichoso
se pierdan en el vacío. Quiero que un día los últimos sean los primeros y
que las prostitutas nos precedan. Quiero conocer a los verdaderos santos de
todas las religiones y todos los ateísmos, los que vivieron amando en el
anonimato y sin esperar nada.
Un día podremos escuchar estas increíbles palabras que el Apocalipsis pone
en boca de Dios: « Al que tenga sed, yo le daré a beber gratis de la fuente
de la vida ». ¡Gratis! Sin merecerlo. Así saciará Dios la sed de vida que hay
en nosotros.
Y en el fondo, como nos recuerda el cuento de esta semana y el Evangelio
de las Bienaventuranzas, eso es ser santo: dejar que Dios nos llene de su
Amor y de su Vida y que irradie a través nuestro como una Luz que llena de
esperanza y de alegría a quienes nos rodean.
¡FELIZ y SANTA SEMANA LLENA DE AMOR Y DE ALEGRÍA!