XXX Domingo del Tiempo Ordinario (Año Par)
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
MARTES
Lecturas bíblicas
a.- Ef. 5,21-33: Es este un gran misterio referido a Cristo y a la Iglesia.
b.- Lc. 13, 18-21: Crece el grano, y se hace un arbusto.
El evangelio nos presenta dos parábolas: la del grano de mostaza (vv.18-19) y la
de la levadura (vv. 20-21). La realidad del grano de mostaza y la levadura, Jesús
las relaciona con el Reino de Dios, con el fin de hacer un contraste entre la
pequeñez de los comienzos y su grandioso final. La semilla de mostaza, es una de
las más pequeñas de cuanto se conoce de semillas, pero puesta en tierra, se
transforma en un gran árbol, que cobija a los pájaros, que hacen sus nidos en sus
ramas. Lo mismo, se puede decir de la levadura, que la mujer, coloca en la noche
en la masa, para que fermente, y así hacer el pan el día siguiente. El Reino de Dios,
se ha iniciado con la acción de Jesús, lo anuncia, lo promete a los discípulos. El
Reino de Dios está ya presente en sus curaciones, expulsión de demonios,
resurrección de muertos, signos todos del tiempo nuevo del Mesías. Pero si bien las
señales son claras, no todos descubren su presencia, sólo el que posee, porque la
ha pedido y le ha sido concedida sabiduría de Dios. La fe es el camino y la llave,
que abre el tesoro de este conocimiento divino. Sólo los discípulos, por el momento,
son los que lo poseen como semilla, lo que no les exime de orar para que venga
ese Reino de Dios (cfr. Lc. 11, 2); son ellos los que forman el pequeño rebaño (cfr.
Lc.12, 32). Si bien el comienzo es sencillo, el final está garantizado por Jesucristo,
cuando venga en su gloria. Por el momento, la semilla de la predicación y de las
obras comienza a germinar, pronto florecerá, hasta llegará hasta penetrarlo todo.
Jesús trajo el Reino, tiempo de salud, aunque con un pequeño grupo de fieles, que
están a los comienzo de ese reinado, al final serán muchos, pero estamos en el
tiempo intermedio, es decir, desde la Ascensión hasta su regreso en gloria y
majestad para el Juicio; pero el Reino sigue creciendo, como la levadura en la
masa. La acción del Reino de Dios sigue actuando en forma visible, por medio de la
comunidad eclesial, los cristianos todos. El Reino sigue creciendo, donde hombres y
mujeres, aceptan el mensaje salvífico de Jesucristo, piden el Bautismo en la Iglesia
y comienzan su período de formación en la fe, es decir, el catecumenado. También
crece el Reino de Dios con el servicio que presta la Iglesia en la predicación de la
Palabra, la celebración de la Eucaristía y el servicio de caridad a los más pobres de
nuestra sociedad en su multiforme de llegar al hermano necesitado.
Santa Teresa de Jesús, enseña que a medida que nos integramos al Reino de Dios,
vamos recibiendo los bienes espirituales que queremos alcanzar para mejor servir a
Dios y al prójimo, lo que incluye cruz y resurrección. “Pues quiéroos avisar y
acordar qué es su voluntad. No hayáis miedo sea daros riquezas ni deleites ni
honras ni todas estas cosas de acá; no os quiere tan poco y tiene en mucho lo que
le dais, y quiéreoslo pagar bien, pues os da su reino aun viviendo. ¿Queréis ver
cómo se ha con los que de veras le dicen esto? Preguntadlo a su Hijo glorioso, que
se lo dijo cuando la oración del Huerto. Como fue dicho con determinación y de
toda voluntad, mirad si la cumplió bien en El en lo que le dio de trabajos y dolores e
injurias y persecuciones; en fin, hasta que se le acabó la vida con muerte de cruz.
Pues veis aquí, hijas, a quien más amaba lo que dio, por donde se entiende cuál es
su voluntad. Así que éstos son sus dones en este mundo. Da conforme al amor que
nos tiene: a los que ama más, da de estos dones más; a los que menos, menos, y
conforme al ánimo que ve en cada uno y el amor que tiene a Su Majestad. A quien
le amare mucho, verá que puede padecer mucho por El; al que amare poco, poco.
Tengo yo para mí, que la medida del poder llevar gran cruz o pequeña, es la del
amor. Así que, hermanas, si le tenéis, procurad no sean palabras de cumplimiento
las que decís a tan gran Señor, sino esforzaos a pasar lo que Su Majestad quisiere.
Porque si de otra manera dais la voluntad, es mostrar la joya e irla a dar y rogar
que la tomen, y cuando extienden la mano para tomarla, tornarla Vos a guardar
muy bien” (CV 32,6-7).