Comentario al evangelio del Lunes 29 de Octubre del 2012
Estrenamos semana. Y no una semana cualquiera: la semana que nos introduce en el mes de noviembre
y nos recuerda que poco a poco nos acercamos a 2013. El año, que parecía tan largo, va llegando a su
fin. Empezamos además una semana singularmente hermosa en la que la Iglesia nos invita a recordar a
Todos los Santos y a los fieles difuntos. No nos privemos de la riqueza que la liturgia va a poner a
nuestra disposición.
Llevamos tiempo acompañando a Jesús, en el relato de Lucas, en su camino a Jerusalén. En él el Señor
va anunciando el Evangelio con sus palabras y con sus hechos. En el relato de hoy brillan tanto unos
como otros. Jesús cura (endereza) a la mujer encorvada. No le libra de un lumbago de días, sino de una
dolencia de largos años vinculada a algo más profundo. Tampoco lo hace en un lugar ni en un
momento cualquiera: estamos en la sinagoga y es sábado. No tenemos indicios, como otras veces, de
que Jesús haya buscado expresamente estas provocativas circunstancias. Pero el lugar y el momento
están cargados de significado.
Los enemigos del Reino invocan una vez más lo que ha sido presentado como voluntad de Dios: ¿a
quién se le ocurre pedir curación en sábado?
Las lecciones pueden ser varias. Jesús nos invita por enésima vez a poner las cosas en su sitio y a dar a
cada una la relevancia que tiene. Pero también vuelve a exhortarnos a ser cautos cuando invocamos el
Nombre del Señor y desenmascara las excusas tras las que escondemos nuestras comodidades:
“cualquiera de vosotros…”.
Los cristianos de hoy nos encontramos a menudo ante dilemas de este tipo: ¿qué valorar más?, ¿qué
relevancia tiene cada cosa, cada principio, cada norma, cada situación? Que el Padre del Cielo nos dé
su Espíritu (el de Jesús) para discernir como conviene.
Pedro Belderrain, cmf