Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 30, Sábado
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia * Mi
alma tiene sed del Dios vivo * El que se engrandece a sí mismo será humillado, y el
que se humilla será engrandecido
Textos para este día:
Filipenses 1, 18b-26:
Hermanos:
De la manera que sea, con segundas intenciones o con sinceridad, se anuncia a
Cristo, y yo me alegro; y me seguiré alegrando, porque sé que esto será para mi
bien, gracias a vuestras oraciones y al Espíritu de Jesucristo que me socorre. Lo
espero con impaciencia, porque en ningún caso saldré derrotado; al contrario,
ahora, como siempre, Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi
vida o por mi muerte.
Para mi la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal
me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger.
Me encuentro en este dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que
es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más
necesario para vosotros. Convencido de esto, siento que me quedaré y estaré a
vuestro lado, para que avancéis alegres en la fe, de modo que el orgullo que sentís
por mi en Jesucristo rebose cuando me encuentre de nuevo entre vosotros.
Salmo 41:
Como busca la cierva / corrientes de agua, / así mi alma te busca / a ti, Dios mío.
R.
Tiene sed de Dios, / del Dios vivo: / ¿cuándo entraré a ver / el rostro de Dios? R.
Recuerdo cómo marchaba a la cabeza del grupo / hacia la casa de Dios, / entre
cantos de júbilo y alabanza, / en el bullicio de la fiesta. R
Lucas 14, 1. 7-11:
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y
ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta
parábola:
-«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que
hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y
al otro y te dirá:
"Cédele el puesto a éste."
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando
venga el que te convidó, te diga:
"Amigo, sube más arriba."
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Homilía
Temas de las lecturas: Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia * Mi
alma tiene sed del Dios vivo * El que se engrandece a sí mismo será humillado, y el
que se humilla será engrandecido
1. El Tamaño del Amor
1.1 La primera lectura de hoy nos invita a considerar la calidad y profundidad del
amor cristiano. Al respecto viene bien un fragmento de Marcial Maciel, fundador de
los Legionarios de Cristo.
1.2 La caridad cristiana que Jesucristo nos pide no debe confundirse con una mera
filantropía, ni con un simple buen sentimiento de altruismo, ni mucho menos con la
grata emoción del «sentirse a gusto» dentro del grupo de los amigos. Es exigente la
caridad. Porque no busca la propia satisfacción, sino ante todo el bien de las otras
personas. San Pablo nos dejó todo un programa de vida en aquel fragmento de la
primera carta a los Corintios en que entona el así llamado himno de la caridad (1
Co 13, 4-8).
1.3 Y Cristo, de nuevo en el discurso de la última cena, llegará a pedirnos una
caridad tan grande que nos haga estar dispuestos incluso a entregar la vida por los
demás: Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os
he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos (Jn 15,
12-13). Que es como si dijera: «Dentro de pocas horas veréis la prueba del amor
infinito que yo os tengo; mirad que entrego mi vida; la entrego por vosotros. Y yo
quiero que vosotros os tengáis un amor semejante, como el que yo os tengo.
Amaos hasta el punto de dar la vida unos por otros, si fuera necesario». Esto es
mucho más que un buen sentimiento de benevolencia.
2. La Humildad y los Males de la Soberbia
2.1 El énfasis en en el evangelio está claramente en la virtud de la humildad. La
Biblia nos ayuda a valorar la humildad de dos maneras: mostrando los daños que
trae su opuesto, que es el orgullo, y enseñándonos los bienes que llegan a los
corazones genuinamente humildes.
2.2 Sobre los males del orgullo aprendemos sobre todo una cosa en la primera
lectura: el soberbio se arraiga en el mal. Y esto es verdad, porque la soberbia eleva
tanto el propio criterio que la persona nunca o sólo difícilmente aceptará lo que le
contradice. Este modo de obrar enceguece y priva de ayuda al soberbio, de modo
que, cuanto más fuerte se cree, más débil es en realidad.
2.3 El evangelio de hoy presenta lo ridículo de la soberbia de un modo muy
práctico: el que busca primeros puestos para destacarse ante los demás tarde o
temprano resulta empequeñecido frente a ellos. Puesto que la soberbia se alimenta
de sus logros y nos se sacia nunca mientras que nuestros recursos y fuerzas sí se
acaban con la edad y los golpes de la vida, es obvio que en algún momento u otro
la realidad nos dejará en ridículo. Por ello mismo es buen ejercicio acostumbrarse a
la compañía de la gente sencilla pues tanto la humildad como la soberbia se
transmiten a menudo por simple contacto.
Fr. Nelson Medina, O.P.