EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Conmemoración de los fieles difuntos
Libro de la Sabiduría 3,1-9.
Las almas de los justos están en las manos de Dios, y no los afectará ningún
tormento.
A los ojos de los insensatos parecían muertos; su partida de este mundo fue
considerada una desgracia
y su alejamiento de nosotros, una completa destrucción; pero ellos están en paz.
A los ojos de los hombres, ellos fueron castigados, pero su esperanza estaba
colmada de inmortalidad.
Por una leve corrección, recibirán grandes beneficios, porque Dios los puso a
prueba y los encontró dignos de él.
Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto.
Por eso brillarán cuando Dios los visite, y se extenderán como chispas por los
rastrojos.
Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor será su rey para
siempre.
Los que confían en él comprenderán la verdad y los que le son fieles permanecerán
junto a él en el amor. Porque la gracia y la misericordia son para sus elegidos.
Salmo 27(26),1.4.7.8.9.13-14.
De David.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?
Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo.
¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz,
apiádate de mí y respóndeme!
Mi corazón sabe que dijiste:
"Busquen mi rostro".
Yo busco tu rostro, Señor,
no lo apartes de mí.
No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda;
no me dejes ni me abandones,
mi Dios y mi salvador.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.
Carta de San Pablo a los Romanos 6,3-9.
¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos
sumergido en su muerte?
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo
resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva.
Porque si nos hemos identificado con Cristo por una muerte semejante a la suya,
también nos identificaremos con él en la resurrección.
Comprendámoslo: nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él, para que fuera
destruido este cuerpo de pecado, y así dejáramos de ser esclavos del pecado.
Porque el que está muerto, no debe nada al pecado.
Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él.
Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no
tiene poder sobre él.
Evangelio según San Mateo 25,31-46.
Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se
sentará en su trono glorioso.
Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros,
como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre,
y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de
beber; estaba de paso, y me alojaron;
desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de
comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'.
Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno
que fue preparado para el demonio y sus ángeles,
porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron
de beber;
estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y
no me visitaron'.
Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento,
de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".
Comentario del Evangelio por:
San Ambrosio (hacia 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Sobre la muerte de su hermano
“¿Por qué lloras?” (Jn 20,13)
LLoran aquellos que no pueden tener la esperanza de la resurrección, no por
que Dios lo quiera, sino que lloran a causa de la dureza de su corazón que no les
permite creer. Hay una diferencia entre los servidores de Cristo y los paganos. Es
ésta: éstos lloran porque piensan que los suyos están muertos para siempre, no
tienen consuelo en sus lágrimas, no tienen descanso en su tristeza... Mientras que
para nosotros la muerte no es el final de nuestro ser, sino el final de nuestra vida.
Ya que nuestro ser se transforma a una condición mejor, entonces, la llegada de la
muerte elimina todos nuestros llantos...
Tanto mayor será nuestro consuelo, cuanto la conciencia de nuestras buenas
obras nos promete, después de la muerte, una recompensa mayor. Los paganos ya
tienen su consuelo, pensando que la muerte será un descanso para todos nuestros
males. Y como se ven privados de gozar de la vida, piensan que quedarán liberados
de toda posibilidad de sentir el dolor de las interminables y duras penas de esta
vida. Pero nosotros, que tenemos que tener el espíritu más elevado, a causa de la
esperanza de una recompensa, debemos soportar mejor nuestro dolor, gracias al
consuelo que nos espera. Parece que los que han muerto no están lejos de nosotros
sino que nos preceden, la muerte no nos los quita, sino que los recibe la eternidad.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”