EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Trigésimo primero Domingo del tiempo ordinario B
Deuteronomio 6,2-6.
A fin de que temas al Señor, tu Dios, observando constantemente todos los
preceptos y mandamientos que yo te prescribo, y así tengas una larga vida, lo
mismo que tu hijo y tu nieto.
Por eso, escucha, Israel, y empéñate en cumplirlos. Así gozarás de bienestar y
llegarás a ser muy numeroso en la tierra que mana leche y miel, como el Señor, tu
Dios, te lo ha prometido.
Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus
fuerzas.
Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy.
Salmo 18(17),2-3a.3bc-4.47.51ab.
Dijo:
Yo te amo, Señor, mi fuerza,
Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador,
mi Dios, el peñasco en que me refugio,
mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoqué al Señor, que es digno de alabanza
y quedé a salvo de mis enemigos.
¡Viva el Señor! ¡Bendita sea mi Roca!
¡Glorificado sea el Dios de mi salvación,
El concede grandes victorias a su rey
y trata con fidelidad a su Ungido,
a David y a su descendencia para siempre.
Carta a los Hebreos 7,23-28.
Los otros sacerdotes tuvieron que ser muchos, porque la muerte les impedía
permanecer;
pero Jesús, como permanece para siempre, posee un sacerdocio inmutable.
De ahí que él puede salvar en forma definitiva a los que se acercan a Dios por su
intermedio, ya que vive eternamente para interceder por ellos.
El es el Sumo Sacerdote que necesitábamos: santo, inocente, sin mancha,
separado de los pecadores y elevado por encima del cielo.
El no tiene necesidad, como los otros sumos sacerdotes, de ofrecer sacrificios cada
día, primero por sus pecados, y después por los del pueblo. Esto lo hizo de una vez
para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
La Ley, en efecto, establece como sumos sacerdotes a hombres débiles; en cambio,
la palabra del juramento -que es posterior a la Ley- establece a un Hijo que llegó a
ser perfecto para siempre.
Evangelio según San Marcos 12,28b-34.
Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le
preguntó: "¿Cuál es el primero de los mandamientos?".
Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único
Señor;
y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu
espíritu y con todas tus fuerzas.
El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento
más grande que estos".
El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y
no hay otro más que él,
y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y
amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los
sacrificios".
Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos
del Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Comentario del Evangelio por:
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Sermones sobre el Cantar de los Cantares, n° 83
“Amarás al Seor tu Dios con todo tu corazn”
He leído que Dios es amor (1Jn 4,16), no que era honor o dignidad. El caso es
que Dios no es que no quiera ser honrado, ya que dice:" ¿Si soy vuestro padre,
dónde está el honor que me debéis?" (Ml 1,6) Habla aquí como padre. Pero si se
mostró como esposo, pienso que cambiaría de discurso y diría: "¿Si soy vuestro
esposo, dónde está el amor que me es debido?" Porque ya había dicho: "¿Si soy
vuestro Señor, dónde está el temor que me debéis?" (Ibid.) Pide pues ser
respetado como Señor, honrado como Padre, amado como Esposo.
Entre estos tres sentimientos, ¿cuál es de mayor precio? El amor, sin duda
alguna. Porque sin amor, el respeto es penoso y el honor se queda sin
correspondencia. El temor es servil, hasta que el amor no viene a liberarlo, y un
honor que no está inspirado por el amor no es honor, es adulación. A Dios sólo,
ciertamente, honor y gloria, pero Dios los acepta sólo sazonados por miel del amor.
El amor se basta, está a gusto consigo mismo, es su propio mérito y su propia
recompensa. El amor no quiere otra causa, ni otro fruto que a sí mismo. Su
verdadero fruto, es ser. Amo porque amo. Amo para amar... De todos los
movimientos del alma, de sus sentimientos y de sus afectos, el amor es el único
que permite a la criatura responder a su creador, si no de igual a igual, por lo
menos de semejante a semejante (cf Gn 1,26).
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”