Comentario al evangelio del Martes 06 de Noviembre del 2012
Queridos hermanos, paz y bien.
Buena voluntad no le faltaba a la persona que le dijo a Jesús esa frase de dichoso el que coma en el
banquete del Reino de Dios . Estaba con Jesús, le escuchaba, cenaba con Él, en fin, un buen tipo.
También a nosotros nos sobra la buena voluntad. Estamos hartos de decirle a Cristo que queremos
vivir siempre con Él.
En Rusia hay un dicho que suena así: Lo queríamos lo mejor posible y salió como siempre. Cuántas
veces hemos hecho buenos propósitos a comienzo de año, al empezar el Adviento o la Cuaresma, al
cumplir años, al terminar un retiro o unos ejercicios… Y al final, nada – o muy poco – cambia. Siempre
hay algo que se pone en contra nuestra, o mejor dicho, nos dejamos estorbar por muchas cosas, que en
realidad no son tan necesarias. Y aparcamos a Cristo a un lado, y vivimos preocupados y ocupados en
muchas cosas.
No sabemos cómo acabaría la vida del anónimo seguidor de Jesús que habló en esa comida. Escuchó
esa advertencia y quizá pensó que la cosa no iba con él: Yo nunca dejaré al Maestro por nada . O puede
ser que estuviera con Él hasta el final, en su camino hasta Jerusalén. Sólo sé que en mi vida hay
muchas excusas para no entregarme del todo a Cristo. A mi alrededor, hay mucha gente sencilla que
vive con mucha entrega su fe. A pesar del tiempo frío, de la nieve, del hielo, de la oscuridad… Su
ejemplo me anima a seguir hacia adelante, con esperanza. Porque yo también, como el anónimo
protagonista del relato, quiero estar en el banquete del Reino. Y para eso, hay que esforzarse cada día,
como si fuera el primero, y como si fuera el último de nuestra vida. Como si fuera el único. Dios nos
ayuda siempre. ¿Lo sientes?
Vuestro hermano en la fe,
Alejandro, C.M.F.
Alejandro Carbajo, cmf