Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 31, Miércoles
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Sigan trabajando por su salvación, pues Dios es quien les
da energía interior para que puedan querer y actuar * El Señor es mi luz y mi
salvación. * El que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo
Textos para este día:
Filipenses 2, 12-18:
Queridos hermanos, ya que siempre habéis obedecido, no sólo cuando yo estaba
presente, sino mucho más ahora en mi ausencia, seguid actuando vuestra salvación
con temor y temblor, porque es Dios quien activa en vosotros el querer y la
actividad para realizar su designio de amor.
Cualquier cosa que hagáis, sea sin protestas ni discusiones, así seréis
irreprochables y límpidos, hijos de Dios sin tacha, en medio de una gente torcida y
depravada, entre la cual brilláis como lumbreras del mundo, mostrando una razón
para vivir. El día de Cristo, eso será una honra para mí, que no he corrido ni me he
fatigado en vano. Y, aun en el caso de que mi sangre haya de derramarse, rociando
el sacrificio litúrgico que es vuestra fe, yo estoy alegre y me asocio a vuestra
alegría; por vuestra parte, estad alegres y asociaos a la mía.
Salmo 26:
El Señor es mi luz y mi salvación, / ¿a quién temeré? / El Señor es la defensa de mi
vida, / ¿quién me hará temblar? R.
Una cosa pido al Señor, / eso buscaré: / habitar en la casa del Señor / por los días
de mi vida; / gozar de la dulzura del Señor, / contemplando su templo. R.
Espero gozar de la dicha del Señor / en el país de la vida. / Espera en el Señor, sé
valiente, / ten ánimo, espera en el Señor. R
Lucas 14, 25-33:
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
-«Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer
y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede
ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, sí quiere construir una torre, no se sienta primero a
calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él
los que miran, diciendo:
"Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar."
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con
diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de
paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo
mío.»
Homilía
Temas de las lecturas: Sigan trabajando por su salvación, pues Dios es quien les
da energía interior para que puedan querer y actuar * El Señor es mi luz y mi
salvación. * El que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo
1. El querer de Dios y el querer humano
1.1 Pablo nos sorprende hoy con una expresión que puede sonarnos extraña: "
esfúercense con santo temor en lograr su salvación" (Flp 2,12). Pablo nos tenía
acostumbrados a un lenguaje distinto. La salvación es un regalo, la salvación es
gracia: este es el estilo del Nuevo Testamento en general, y de Pablo en particular,
por ejemplo allí donde dice: " la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo
salvación a todos los hombres" (Tit 2,11). O también: "por gracia habéis sido
salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios" (Ef
2,8). Ahora en cambio se nos habla de una salvación por la que hay que
"esforzarse", y no de cualquier modo, sino "con santo temor", según dice esta
traducción, o "con temor y con temblor", como dicen otras versiones. ¿Por qué este
cambio?
1.2 Si seguimos el pasaje de hoy encontramos algo bien profundo: " es Dios quien,
más allá de su buena disposición, realiza en ustedes el querer y el actuar". Lo que
hay detrás de este cambio (aparente) es una enseñanza sobre la relación entre
nuestra voluntad y la voluntad de Dios, entre nuestro querer y el querer de Dios.
Con humildad, pero también con deseo de aprender, entremos un poco más en esta
cuestión.
2. Dos situaciones distintas
2.1 Ante todo, conviene distinguir dos situaciones distintas. No cabe duda de que el
primer encuentro con la gracia es un puro regalo, y que en ello no cabe una obra de
nuestra voluntad, en el sentido de esfuerzo que Dios recompense. Esta gracia
primera es un don, simplemente un don. Cuando Pablo contrasta la justificación por
la fe y la justificación por las obras, se refiere a este primer encuentro. "Ser
justificado" es acceder a ese régimen de amistad y paz con Dios, y por ello no
encontramos un solo texto en que la justificación vaya unida a alguna clase de
esfuerzo o contrapartida de parte del ser humano (cf. Hch 13,39; Rom 2,13; 3,24;
4,25; 5,1.9.16.18; 1Co 1,30; 6,11; Gál 2,16.17; 3,24; 5,4; Tit 3,7).
2.2 Mas no todo queda hecho con esa justificación. El régimen de amistad y paz y
salvo con Dios pide algo de nosotros, y aquí es donde entra la segunda situación.
La primera es la del primer encuentro; la segunda es: ¿qué pasa una vez que se ha
recibido la justificación, es decir, ese don inicial que nos sitúa en el terreno de la
salvación? Es en esta segunda situación donde encuentra su lugar la acción de
nuestra voluntad, no como contrapuesta a la voluntad de Dios, sino como facultada,
robustecida, sostenida y dirigida por la fuerza y la gracia de Dios.
2.3 San Pablo habla de este segundo momento en nuestro peregrinar en la gracia
por ejemplo allí donde escribe: "habiendo sido ahora justificados por su sangre,
seremos salvos de la ira de Dios por medio de El. Porque si cuando éramos
enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más,
habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida" (Rom 5,9-10). ¿Por qué
ese tiempo futuro? ¿Por qué dice "seremos salvos"? Porque hay un lapso entre la
justificación y la plenitud de la salvación.
2.4 Ese lapso, ese espacio que aún debemos recorrer, es el tiempo para las buenas
obras, según la expresión que utiliza el mismo apóstol, que conviene citar íntegra
aquí: " El nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino
conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la
renovación por el Espíritu Santo, que El derramó sobre nosotros abundantemente
por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia
fuésemos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna. Palabra fiel es
ésta , y en cuanto a estas cosas quiero que hables con firmeza, para que los que
han creído en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y
útiles para los hombres" (Tit 3,5-8). Durante ese tiempo, en que nuestra voluntad
aprende a ser en todo obediente a la voluntad divina, cabe la recomendación que
hemos escuchado hoy: " esfúercense con santo temor en lograr su salvación."
2.5 La respuesta, pues, parece una paradoja: el "esfuerzo" mismo es un regalo.
Dios no nos regala su acción suprimiendo que nosotros actuemos sino que, como
bien explica Pablo, " es Dios quien, más allá de su buena disposición, realiza en
ustedes el querer y el actuar." Por eso los teólogos católicos han hablado luego de
las dos dimensiones de la gracia: es "operante" cuando nos justifica siendo
nosotros pecadores e incapaces de toda obra buena; luego es "cooperante" cuando
fortalece a la misma voluntad que ya ha sanado para que obre el bien. Por esto dijo
santo Tomás de Aquino que el mérito es obra de la misma gracia.
3. Exigencias del Seguimiento de Cristo
3.1 Las ternuras y ternezas del amor no deben hacernos creer que sea fácil o trivial
vivir en el amor. El evangelio de hoy nos recuerda de modo agudo, casi agresivo,
las infinitas exigencias del amor, que no sabe darse todo sin pedirlo, así como es
verdad que nada pide sino entregándose.
3.2 El amor nos trae todos los derechos, según aprendimos en la primera lectura,
pero por todo ello pide un precio: nosotros mismos. No hay alternativa. La
alternativa sería no amar, que equivale a amar la muerte. Una vida sin ataduras,
una vida en absoluta independencia, es una vida desatada de la vida, es decir: un
monumento a la muerte.
3.3 Catalina de Siena llegó a decir que el alma estaba "hecha" de amor. No puede
dejar de amar sin morir. Pero al amar necesita desposeerse, arriesgarse, hacerse
vulnerable, entregarse. Entonces todo el tema de esta vida nuestra es ese: ¿por
qué o para quién va a ser la vida que vas a entregar? Y Cristo nos dice que en él,
que es Fuente de todo Amor, y en su Evangelio, que es Palabra Máxima sobre el
Amor, está el único lugar justo para poner esa carga cuasi divina que llevamos por
ser humanos y que se llama amor.
3.4 Así entendemos que su "exigencia" es en realidad una "bendición", pues al
llamarnos y acogernos Cristo está dando una ruta, —en realidad, la única y
verdadera ruta— a nuestro propio ser de hombres o mujeres necesitados de amor y
de amar.
Fr. Nelson Medina, O.P.