III DOMINGO CUARESMA - C
Evangelio de la Misa: Lc 13,1-9
Responsabilidad personal
Hoy se podría leer en la Santa Misa, como todos los años el evangelio de
la Samaritana, pues tal es la importancia que este pasaje tiene, especialmente
en la Cuaresma.
No obstante consideramos el propio evangelio de este día, que también se
acomoda perfectamente al tiempo cuaresmal, pues ayuda a vivir y profundizar
en la Conversión personal, que se debe intensificar en este tiempo litúrgico,
preparatorio de la Semana Santa, y más concretamente de la celebración de la
Pascua de resurrección de Jesús. En la misma dirección están orientadas todas
las lecturas de la Misa.
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Metidos de lleno en la Cuaresma, Señor, sigues clamándonos
por la conversión del corazón y de la vida práctica.
¡Gracias por estas llamadas de atención que me haces!
Que de verdad las oiga y las medite y las tenga en cuenta en mis obras.
También, Señor, me resultan muy oportunas para mí
las advertencias hechas a los que criticaban a algunos galileos
por el modo como ofrecían los sacrificios en el templo.
La soberbia, que me acompaña siempre, me domina y me lleva
a juzgar ligeramente o a criticar con dureza a los que parecen
no tener fe, o viven alegremente sin exigirse en piedad y caridad,
o parecen tener poca profesionalidad o seriedad en la vida.
Incluso, a veces, me creo mejor que ellos porque cumplo
algunos deberes religiosos y hago algunas obras de caridad
o mantengo las formas externas de vida y convivencia social.
Que sea, Señor, humilde y sincero, para escucharte y entenderte.
Que nunca olvide tus palabras admonitorias:
“Y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera”.
Con claridad y urgencia, Señor, me invitas a la verdadera conversión
del corazón y de la vida. ¡Gracias, Señor, por estas llamadas!
Quiero, Señor, ser viña fecunda, o mejor, quiero cultivar mi viña
en mi persona y en mi vida. Comprendo tu amor al darme la vida
cuidándola con tantos talentos como estoy recibiendo de Ti:
la salud o la enfermedad, la familia y los amigos, el tiempo de trabajar,
de convivir, de divertirme y de ayudar a los demás;
además de tantos bienes materiales y sociales.
Esperas, Señor, que sea yo quien personalmente los cultive, los trabaje,
los aproveche. Ayúdame a ser verdaderamente responsable
de todo ello y por tanto que nunca ceje en mi afán
por la santidad personal y por el apostolado.
Te prometo, Señor, avanzar en esta responsabilidad durante esta Cuaresma.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez