SANTISIMA TRINIDAD - C
Evangelio de la Misa: Jn 16,12-15
“En familia con Dios”
Los cristianos comenzamos todos nuestros actos religiosos rezando y
gesticulando: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Es más, es
muy aconsejable hacerlo en otros momentos del día: al levantarnos y
acostarnos, al inicio del trabajo u otras actividades, en momentos de apuro,
preocupación o alegría. Todo momento es bueno y cualquier lugar o
circunstancia es apropiada para hacer (rezar y gesticular) esta oración.
Es un magnífico reconocimiento de quién es Dios y de cómo le tratamos
nosotros; y por tanto es una manifestación de fe, agradecimiento y súplica
confiada. En definitiva, una auténtica oración a la Santísima Trinidad. Por tanto
parece apropiado dedicar un día, una fiesta, para honrar este misterio trinitario.
_____________________________________
Señor, Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. En tu nombre quiero hacer
expresamente
esta oración de este día; y por supuesto deseo que esta invocación salga
frecuentemente de mis labios, y lo manifieste externamente con el gesto
apropiado.
¡Qué verdad más profunda y consoladora me sugieren estas palabras!
¡Qué motivaciones más exigentes, amorosas y comprometedoras
me proponen para amar al prójimo, para disfrutar de la vida,
y para luchar amorosamente por mi santidad y el apostolado cristiano!
En concreto te pido, Señor, que no olvide iniciar y terminar mis jornadas diarias
con estas preciosas palabras: En el nombre del Padre, y del Hijo,
y del Espíritu Santo; para que todo lo que realice durante el día sea
para tu mayor gloria y alabanza, y yo cuente con tu mirada, ayuda y protección.
Gracias, Señor, Jesús, por introducirnos en los misterios de tu naturaleza divina,
y por paladear un poco la Vida y el Amor que dan razón de ser
a tu persona divina, y que dan sentido y cauce a nuestras relaciones contigo.
No lo comprendo todo, pero no me preocupa. Es normal que tu inmensidad
divina
no quepa en mi corta inteligencia humana y en mi pobre corazón.
Pero me has descubierto lo suficiente, para sentirme más seguro junto a Ti,
y más feliz en el trato familiar que me ofreces.
Nos has prometido que “el Espíritu de la Verdad, nos guiará hasta la Verdad
plena”.
Y ciertamente me siento más conforme y satisfecho viéndote y tratándote
como el mejor Padre, Creador y Señor de todas las cosas,
pero sobre todo como Padre bueno y cariñoso.
¡Que me comporte siempre con la dignidad propia de un hijo tuyo!
Quiero verte y tratarte también como el hermano que comparte nuestra
existencia.
¡Que nunca traicione tu compañía, tu amistad y tu confianza!
Quiero confiar siempre en la fuerza omnipotente de tu Espíritu, para que,
dejándome llevar por tu gracia, camine siempre optimista y feliz hacia la
santidad.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez