SANTISIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - C
Evangelio de la Misa: Lc 9,11-17
Cantemos al Amor de los amores
Es hermoso y muy significativo observar cómo ha calado esta fiesta en el
pueblo cristiano. Sin pertenecer propiamente a ningún tiempo litúrgico, lo
celebrado este día es tan básico teológicamente y tan dinamizador de toda
ascética y pastoral, que los ritos, celebraciones, cantos, procesiones,
manifestaciones artísticas, literarias y folclóricas, se han desbordado, y se podría
decir que de un modo imparable, en esta fiesta.
La jerarquía de la Iglesia lo ha permitido, y el pueblo cristiano se siente
feliz con estas celebraciones. Se trata de honrar, adorar, cantar, agradecer
solemnemente el misterio de la Eucaristía, no solo con la Santa Misa y la
Comunión, sino también con las esplendorosas y solemnes manifestaciones
públicas.
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Seor, me uno a todo el pueblo cristiano que, “como por su cuenta y riesgo”,
ha establecido esta fiesta, o por lo menos ha inventado tantos modos
de adorarte, presente en la Eucaristía; y de cantarte y agradecerte
ese favor impagable de estar tan cerca de nosotros; y poder “sentir”
esa cercanía en el Sagrario, y sobre todo en la Santa Misa y la Comunión.
¡Gracias, Seor, por este “invento” de la Eucaristía!
Que sepa corresponder como los santos, y los cristianos más piadosos,
a este don o regalo que nos haces en la Eucaristía.
En el Evangelio de la Santa Misa de este día nos recuerdas
el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces,
con el que alimentaste a las multitudes que te seguían.
¡Que corto queda ese milagro, comparado con el de la Eucaristía,
que instituiste en la Ultima Cena, y que seguimos celebrando los cristianos,
para alimentarnos con el “manjar del cielo,
que encierra en sí todo deleite”, pues te recibimos a Ti mismo!
Que la Eucaristía sea el centro y el culmen de mi vida de cristiano.
Que participe en la Santa Misa cada día con piedad y devoción.
Que te reciba en la Comunión con ansias de santidad y deseos de apostolado.
Que te acompañe todos los días junto al Sagrario con mis visitas.
En una palabra: que sea un cristiano eucarístico. Y, ahora, con tantos cristianos
de todo el mundo, Señor, quiero rezar y “cantar con el corazn”:
Cantemos al Amor de los amores,
cantemos al Señor: Dios está aquí.
Venid, adoradores, adoremos a Cristo Redentor.
Gloria a Cristo, Jesús. Cielos y tierras bendecid al Señor.
Honor y gloria a Ti, Rey de la gloria.
Amor por siempre a Ti, Dios del Amor.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez