XXXII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Padre Julio Gonzalez Carretti O.C.D
LUNES
Lecturas bíblicas
a.- 1Tit. 1, 1-9: Establece presbíteros, siguiendo las instrucciones que le di.
b.- Lc. 17, 1-6: Si tu hermano te ofende, perdónalo.
Este evangelio nos habla del escándalo (vv.1-3), de la corrección fraterna (vv.3-4)
y del crecimiento de la fe (vv.5-6). Después del evangelio del rico y Lázaro, Jesús
habla del escándalo que puede dar no sólo el rico respecto del pobre, sino todo
hombre que cree en Dios a su prójimo. El dilema del AT., era ver como al rico que
no observa la Ley, todo le va bien, mientras que el pobre que pone su esperanza en
Yahvé, lleva una vida miserable (cfr. Sal.73). Los pobres en la comunidad primitiva,
no siempre fueron bien tratados (cfr. Sant. 2, 5. 12; 1Cor. 11, 20-22). Tanto el
rico, como el cristiano, no pueden dar escándalo, menos para los pobres. El
escándalo es personal, y puede ser un obstáculo para la fe, y llevar a la apostasía.
Quien quiere cumplir la Palabra de Dios, debe resistir a los escándalos, están dentro
del plan de Dios por la debilidad humana, pero en el día del Juicio, serán arrojados
al infierno el que los cause, sin arrepentirse de ello (cfr. Mt. 13, 38. 41; 7, 23;
18,7; 13,41). Debemos estar atentos, a no ser instrumentos del escándalo, porque
su fin es la perdición eterna. Pero más grave es el efecto que provoca el
escandaloso, en los pequeños, es decir, los pobres, desheredados, despreciados,
como el pobre Lázaro. Yahvé ha llamado a los pequeños su Reino de los Cielos; su
voluntad, es que no se pierda ninguno de ellos (cfr. Lc. 6, 20; Mt. 18,14). En un
segundo momento, se habla de la corrección fraterna; en la Iglesia todos somos
hermanos, por lo tanto, si alguien peca hay que perdonarlo. Para los judíos,
hermanos eran los compatriotas y otros judíos, lo mismo sucedió con los cristianos.
Deben en consecuencia obrar como hermanos, que tienen solicitud por la
santificación de los hermanos de comunidad. La comunidad eclesial está compuesta
por santos y pecadores, por lo mismo, el que peca no puede permanecer impasible,
se busca su salvación. Hay que reprenderlo, de lo contrario, pueden todos hacerse
culpables por no haber hecho nada (cfr. Lev. 19,7). Si logra convertirse, reconocerá
su culpa y perdonará a su hermano, habremos salvado al hermano. El efecto
comunitario de este perdón, es la santificación de la comunidad, por eso hay que
perdonar todas las veces que haga falta. Dios, entonces, perdonará a él su propia
culpa, y así, el nuevo pueblo de Dios será santo. El tercer momento, es la reacción
lógica ante las palabras de Jesús, es la petición que hacen a Jesús: “Auméntanos la
fe” (v. 5). Todas estas exigencias exigen un aumento de fe, pero en otra
oportunidad, les dice que lo que parece imposible al hombre, es posible para Dios
(cfr. Lc. 18, 26). Jesús anuncia la salvación, pone condiciones, pero también ayuda,
es decir, da fuerzas para cumplirlas. Él es poderoso en palabras y obras. El primer
don de la salvación es la fe, con ella se enfrentan las dificultades, sólo ha ella se la
ha prometido la salvación. Dios da fuerza divina a quien quiere hacer la voluntad de
Jesús, si cree que Él ha inaugurado el reino de Dios, tiempo de salvación, y si confía
plenamente en lo que ÉL anuncia. Reconocer su propia pobreza e incapacidad,
confiado en la obra salvífica de Cristo, logra algo sobre humano: la vida nueva. La
fe abre las posibilidades de vivir la misma vida de Dios, es decir, vida eterna. Si el
discípulo ha de perdonar siete veces al día, es resultado, de la infinita misericordia
del amor de Dios que une, purifica y perdona.
Teresa de Jesús, vivió la experiencia del perdón, sobre todo antes de su famosa
conversión: “No puedo yo creer que alma que tan junto llega a la misma
misericordia, adonde conoce la que es y lo mucho que le ha perdonado Dios deje de
perdonar luego con toda facilidad” (CV 36,12).