EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Trigésimo segundo Domingo del tiempo ordinario
Primer Libro de los Reyes 17,10-16.
El partió y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una viuda que
estaba juntando leña. La llamó y le dijo: "Por favor, tráeme en un jarro un poco de
agua para beber".
Mientras ella lo iba a buscar, la llamó y le dijo: "Tráeme también en la mano un
pedazo de pan".
Pero ella respondió: "¡Por la vida del Señor, tu Dios! No tengo pan cocido, sino sólo
un puñado de harina en el tarro y un poco de aceite en el frasco. Apenas recoja un
manojo de leña, entraré a preparar un pan para mí y para mi hijo; lo comeremos, y
luego moriremos".
Elías le dijo: "No temas. Ve a hacer lo que has dicho, pero antes prepárame con eso
una pequeña galleta y tráemela; para ti y para tu hijo lo harás después.
Porque así habla el Señor, el Dios de Israel: El tarro de harina no se agotará ni el
frasco de aceite se vaciará, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la
superficie del suelo".
Ella se fue e hizo lo que le había dicho Elías, y comieron ella, él y su hijo, durante
un tiempo.
El tarro de harina no se agotó ni se vació el frasco de aceite, conforme a la palabra
que había pronunciado el Señor por medio de Elías.
Salmo 146(145),7.8-9a.9bc-10.
Hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos,
abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados.
El Señor protege a los extranjeros
y sustenta al huérfano y a la viuda;
el Señor ama a los justos
y entorpece el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones.
¡Aleluya!
Carta a los Hebreos 9,24-28.
Cristo, en efecto, no entró en un Santuario erigido por manos humanas -simple
figura del auténtico Santuario- sino en el cielo, para presentarse delante de Dios en
favor nuestro.
Y no entró para ofrecerse así mismo muchas veces, como lo hace el Sumo
Sacerdote que penetra cada año en el Santuario con una sangre que no es la suya.
Porque en ese caso, hubiera tenido que padecer muchas veces desde la creación
del mundo. En cambio, ahora él se ha manifestado una sola vez, en la consumación
de los tiempos, para abolir el pecado por medio de su Sacrificio.
Y así como el destino de los hombres es morir una sola vez, después de lo cual
viene el Juicio,
así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los
pecados de la multitud, aparecerá por segunda vez, ya no en relación con el
pecado, sino para salvar a los que lo esperan.
Evangelio según San Marcos 12,38-44.
Y él les enseñaba: "Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con
largas vestiduras, ser saludados en las plazas
y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes;
que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán
juzgados con más severidad".
Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente
depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.
Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre.
Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: "Les aseguro que esta pobre viuda ha
puesto más que cualquiera de los otros,
porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo
lo que poseía, todo lo que tenía para vivir".
Comentario del Evangelio por:
Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), carmelita descalza y doctor de la Iglesia
Manuscritos autobiográficos B,1 r°-v°
“Lo ha dado todo”
“Quiero hacerte leer en el libro de la vida, donde está contenida la ciencia del
amor”. ¡La ciencia del amor! ¡Sí, estas palabras resuenan dulcemente en los oídos
de mi alma! No deseo otra ciencia. Después de haber dado por ella todas mis
riquezas, me parece, como a la esposa del Cantar de los Cantares, que no he dado
nada todavía (Ct 8,7). Comprendo tan bien que, fuera del amor, no hay nada que
pueda hacernos gratos a Dios, que ese amor es el único bien que ambiciono.
Jesús se complace en mostrarme el único camino que conduce a esa hoguera
divina; ese camino es el abandono del niñito que se duerme sin miedo en brazos de
su padre. “El que sea pequeito, que venga a mí” dijo el Espíritu Santo por boca de
Salomn (Pr 9,4) y ese mismo Espíritu de amor dijo también que “a los pequeos
se les compadece y perdona” (Sab 6,6). Y, en su nombre, el profeta Isaías nos
revela que en el último día “El Seor apacentará como un pastor a su rebao,
reunirá a los corderitos y los estrechará contra su pecho” (Is 40,11)...
Si todas las almas débiles e imperfectas sintieran lo que siente la más pequeña
de todas las almas, el alma de tu Teresita, ni una sola perdería la esperanza de
llegar a la cima de la montaña del amor, pues Jesús no pide grandes hazañas, sino
únicamente abandono y gratitud, como dijo en el salmo 49: “No aceptaré un
becerro de tu casa ni un cabrito de tus rebaños, pues las fieras de la selva son mías
y hay miles de bestias en mis montes... Ofrece a Dios sacrificios de alabanza y de
accin de gracias”. He aquí, pues, todo lo que Jesús exige de nosotros. No tiene
necesidad de nuestras obras, sino sólo de nuestro amor. Porque ese mismo Dios
que declara que no tiene necesidad de decirnos si tiene hambre, (Sl 49) no vacila
en mendigar un poco de agua a la Samaritana (Jn 4,7). Tenía sed... Tenía sed de
amor. Sí, me doy cuenta, más que nunca, de que Jesús está sediento, entre los
discípulos del mundo sólo encuentra ingratos e indiferentes, y entre sus propios
discípulos ¡qué pocos corazones encuentra que se entreguen a él sin reservas, que
comprendan toda la ternura de su amor infinito!
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”