Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 32, Viernes
---------------------------------------
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Quien permanece en la doctrina posee al Padre y al Hijo *
Dichoso el que camina en la voluntad del Señor * El día que se manifieste el Hijo
del hombre
Textos para este día:
2 Juan 4-9:
Señora elegida: Me alegré mucho al enterarme de que tus hijos caminan en la
verdad, según el mandamiento que el Padre nos dio. Ahora tengo algo que pedirte,
señora. No pienses que escribo para mandar algo nuevo, sino sólo para recordaros
el mandamiento que tenemos desde el principio, amarnos unos a otros. Y amar
significa seguir los mandamientos de Dios. Como oísteis desde el principio, éste es
el mandamiento que debe regir vuestra conducta.
Es que han salido en el mundo muchos embusteros, que no reconocen que
Jesucristo vino en la carne. El que diga eso es el embustero y el anticristo. Estad en
guardia, para que recibáis el pleno salario y no perdáis vuestro trabajo. Todo el que
se propasa y no permanece en la doctrina de Cristo no posee a Dios; quien
permanece en la doctrina posee al Padre y al Hijo.
Salmo 118:
Dichoso el que, con vida intachable, / camina en la voluntad del Señor. R.
Dichoso el que, guardando sus preceptos, / lo busca de todo corazón. R.
Te busco de todo corazón, / no consientas que me desvíe de tus mandamientos. R.
En mi corazón escondo tus consignas, / así no pecaré contra ti. R.
Haz bien a tu siervo: viviré / y cumpliré tus palabras. R.
Ábreme los ojos, y contemplaré / las maravillas de tu voluntad. R.
 
Lucas 17, 26-37:
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Como sucedió en los días de Noé, así
será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta
el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo
mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, compraban, vendían, sembraban,
construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y
acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel
día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno
está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda
guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará. Os digo esto: aquella
noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán, estarán
dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejaran; estarán dos en el
campo: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán".
Ellos le preguntaron: "¿Dónde, Señor?" El contestó: "Donde está el cadáver se
reunirán los buitres".
Homilía
Temas de las lecturas: Quien permanece en la doctrina posee al Padre y al Hijo *
Dichoso el que camina en la voluntad del Señor * El día que se manifieste el Hijo
del hombre
1. Amar y Obedecer
1.1 Hoy san Juan nos ofrece una definición de amor: "El amor consiste en
comportarse según sus mandamientos" (2 Jn 7). Literalmente: que caminemos
según sus mandamientos. Amar no es lo que yo piense que es amor, ni lo que yo
sienta o diga sobre el amor. El amor está ligado a la obediencia, como ya habíamos
escuchado en el Evangelio: " Si me amáis, guardaréis mis mandamientos" (Jn
14,15).
1.2 ¿Por qué este lenguaje suena tan extraño en nuestros oídos? ¿Por qué nuestro
tiempo mira al amor como una experiencia de "libertad" y a la obediencia como una
experiencia de "privación de amor"? ¿Por qué pensamos a menudo que cuando
amamos no obedecemos y cuando obedecemos no amamos? Tal vez por un terrible
malentendido en torno a la voluntad. Nuestro tiempo mira la voluntad como un
absoluto que puede ser doblegado desde fuera, cosa que sucede en la "obediencia"
pero que sólo tiene sentido cuando se goza en lograr su meta.
1.3 Según este modo de pensar, obediencia significa sometimiento y capitulación,
renuncia a la propia meta, traición a la propia ruta. Amor, en cambio, quiere decir
satisfacción del deseo, logro del propio objetivo. Es evidentre que, así entendidos,
no caben juntos el amar y el obedecer.
2. Las obediencias que sí aceptamos
2.1 Sin embargo, hay obediencias que sí aceptamos. Obedecemos las leyes de
tránsito, las prescripciones médicas, las indicaciones de un instructor en el
gimnasio. No nos sentimos violentados cuando hacemos algo que el doctor nos ha
mandado, ni cuando un agente de policía nos orienta en una ciudad extraña. Y
estas son obediencias.
2.2 Podemos decir que obedecemos gustosos cuando sabemos que la obediencia
nos hará bien, o dicho de manera más breve: obedecemos cuando nos sentimos
amados. Lo duro de obedecer no es obedecer sino obedecer cuando no se siente
amor.
2.3 Mas "él nos amó primero" (1 Jn 4,19). Antes de pedir nuestra obediencia nos
pidió recibir su amor. Y quien ha conocido la verdad y dulzura de ese amor siente
que de esa fuente sólo viene el bien. Es entonces cuando amor y obediencia se
abrazan felizmente y cuando también descubrimos que no podemos decir que
amamos si no es en el ámbito del amor genuino, el amor verdadero que él nos ha
dado. De modo que obedecer no es otra cosa sino permanecer en su amor (cf. Jn
15,9). Por fuera de ese amor el amor no es amor. Obedecer es ser fiel a la lógica y
al estilo del amor que merece su nombre, el que Cristo nos dio en la Cruz y nos
renueva en el altar eucarístico.
Fr. Nelson Medina, O.P.