Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 32, Jueves
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Recíbelo, pero ya no como esclavo, sino como hermano
amadísimo * Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob. * El Reino de Dios ya está
entre ustedes
Textos para este día:
Filemón 7-20:
Querido hermano: Me alegró y animó mucho tu caridad, hermano, porque tú has
aliviado los sufrimientos de los santos. Por eso, aunque tengo plena libertad en
Cristo para mandarte lo que conviene hacer, prefiero rogártelo apelando a tu
caridad, yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús.
Te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión, que antes
era tan inútil para ti, y ahora, en cambio, es tan útil para ti y para mí; te lo envío
como algo de mis entrañas.
Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta
prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo;
así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad. Quizá se apartó de ti para
que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como
hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como
hombre y como cristiano.
Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo. Si en algo te ha
perjudicado y te debe algo, ponlo en mi cuenta; yo, Pablo, te firmo el pagaré de mi
puño y letra, para no hablar de que tú me debes tu propia persona. Por Dios,
hermano, a ver si me das esta satisfacción en el Señor; alivia mi ansiedad, por
amor a Cristo.
Salmo 145 :
 
Que mantiene su fidelidad perpetuamente, / que hace justicia a los oprimidos, / que
da pan a los hambrientos. / El Señor liberta a los cautivos. R.
El Señor abre los ojos al ciego, / el Señor endereza a los que ya se doblan, / el
Señor ama a los justos. / El Señor guarda a los peregrinos. R.
Sustenta al huérfano y a la viuda / y trastorna el camino de los malvados. / El
Señor reina eternamente, / tu Dios, Sión, de edad en edad. R.
Lucas 17, 20-25:
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el Reino de
Dios, Jesús les contestó: "El Reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni
anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el Reino de Dios está dentro de
vosotros".
Dijo a sus discípulos: "Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo
del hombre, y ni podréis. Si os dicen que está aquí o está allí, no os vayáis detrás.
Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del
hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta
generación".
Homilía
Temas de las lecturas: Recíbelo, pero ya no como esclavo, sino como hermano
amadísimo * Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob. * El Reino de Dios ya está
entre ustedes
1. Un modo extraño de cambio social
1.1 Los estertores del comunismo aún resuenan en nuestros oídos. Los ecos de la
caída del muro de Berlín todavía son un himno a la libertad recobrada. La
conclusión pareciera ser que no es posible concebir al mundo sino en términos de
democracia, libre comercio, moral laica y consumismo rampante. En efecto, el
comunismo es la última gran utopía de cambio social que hemos soñado (o
padecido) en Occidente. Cambiar el mundo significó, durante décadas enteras:
revolución; y revolución significó, durante un siglo de hierro: armas y violencia.
1.2 La carta a Filemón, un documento breve y de tono coloquial, deja asomar una
lógica diversa. Pablo renuncia a su autoridad y quiere hablar en nombre del amor.
Su planteamiento es fascinante en su sencillez. Resulta que Filemón era dueño de
un esclavo llamado Onésimo, que se fugó y fue a parar junto a Pablo. Tanto
Filemón como Onésimo han sido evangelizados por Pablo y el incidente de la fuga
motiva una carta tan cálida en su expresión como profunda en sus propuestas.
1.3 Pablo no propone una ley que prohiba la esclavitud; ni siquiera pide que se
proscriba esa palabra. Pero dinamita por dentro la idea de que alguien pueda
disponer de otra persona a su antojo. A Filemón le recuerda que Cristo es Señor de
todos; todos somos esclavos de este bendito Señor, que ha sido primero en
servirnos y primero en amarnos. No importa entonces tanto cómo nos llamemos en
una escala social, importa lo que seamos en la asamblea de los elegidos y
redimidos.
1.4 Es una revolución extraña a nuestros ojos, quizá porque estamos
acostumbrados a cambiar primero los nombres de las cosas para luego decir que
las cosas son distintas. Aquí Pablo procede al revés: no cambia los nombres pero
hace nacer realidades nuevas. No proclama unos "Derechos Humanos", pero los
hace realidad. Los cambios de palabras a menudo son instrumento de propaganda o
de demagogia. Los cambios de corazones y en los hechos son obras del amor de
Dios.
2. Un Reino sin ostentación; un Rey sin fasto
2.1 En el mismo sentido nos habla el evangelio de hoy cuando presenta la llegada
del Reino de Dios como algo desprovisto de todo espectáculo. No triunfa por la
grandiosidad de esas "señales" que tanto le reclamaban a Jesús para admitir su
autoridad o el origen de su misión en Dios. El Reino prospera ciertamente; avanza
sin detenerse; incoado por el ministerio del Mesías, ya ha sido irreversiblemente
decretado para la historia humana; y sin embargo, no aplasta, no se impone por
encima de los hombres sino desde "dentro" de ellos. Por eso dice el Señor: " el
Reino de Dios ya está entre ustedes" (Lc 17,21).
2.2 Hay algo profundo aquí: Dios no reina "por encima" sino "adentro" de la
historia. Reinar por encima es crear y sostener la apariencia, emitir declaraciones
sonoras, promulgar leyes trascendentes en el marco de reuniones al más alto nivel.
Poco o nada queda de todo ello, si quienes han de cumplir esas leyes y ser
consecuentes con esas declaraciones carecen de la generosidad interior y la
tremenda abnegación que siempre se necesitan para lidiar con la raza ingrata y
egoísta de Adán.
2.3 Por eso el misterio de la cruz, trono de nuestro Rey sin fasto. La cruz es la
señal de un Rey y de un reino que nada deben a los poderes de esta tierra. Un
reino sin negocios, y por lo tanto, más allá de todo consenso y de todo comercio.
Un reino que se vuelve ámbito de amor sin condiciones y de donación sin límites.
Como Jesús en la Eucaristía.
Fr. Nelson Medina, O.P.