XXXII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Introducción a la semana
En esta semana tenemos oportunidad de honrar a un hermano cuya vida pivotó
en torno al servicio, en su acepción más amplia y radical: servicio a la verdad
(estudió, investigó y enseñó en Colonia donde fue maestro de fr. Tomás de
Aquino), a la Iglesia (debió ser convencido para asumir el episcopado de
Ratisbona al que renunció una vez cumplida la tarea para la que fue designado),
a la verdad en el campo de la teología, de la filosofía, de las ciencias naturales…
Fraterno perfil de un predicador que estudia, ora y busca el rostro de Dios en la
historia que comparte con los que gustan la Palabra salvadora: fr. Alberto
Magno.
En los relatos evangélicos Jesús de Nazaret no da puntada sin hilo; en el
fragmento del domingo trigésimo segundo de este Ciclo B, opone la
transparencia de una más que modesta ofrenda de una viuda que deja en el
cepillo del templo (todo lo que tenía para vivir) con otras ofrendas en exceso
publicitadas de los fieles pudientes. Gesto que ilumina aquel otro de la viuda de
Sarepta quien, pese a su carencia de recursos, acoge hospitalariamente al
profeta Elías. Grandeza de los pequeños gestos. La carta a los Hebreos es el
contrapunto que nos habla de Cristo que se ofreció una sola vez para borrar los
pecados de todos. Generosidad y, al tiempo, exponente del mucho amor que
Dios nos tiene a todos.
Diversos fragmentos de textos paulinos (cartas a Tito y a Filemón) así como
fragmentos de la II y III cartas de Juan serán los argumentos de la primera
lectura de esta semana. Con nosotros está la gracia de nuestro Dios que nos
impulsa a fomentar nuestra esperanza: vivir en cristiano, al estilo de Cristo. La
lectura evangélica nos servirá todo el capítulo 17 del evangelio de Lucas y unos
contados versos del siguiente: el irrenunciable y persistente perdón (camino de
conversión, forma de hacer el propio corazón paulatinamente más grande), el
amor con amor agradecido se paga (samaritano que da gloria a Dios por ser
curado de lepra), localización del Reino en el corazón de cada hijo de Dios, reto
para que los bautizados vivamos por la fe, aquí y ahora.
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de San Jacinto (Sevilla)
Con permiso de dominicos.org