EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Martes de la trigésima tercera semana del tiempo ordinario
Apocalipsis 3,1-6.14-22.
Escribe al Angel de la Iglesia de Sardes: "El que posee los siete Espíritus de Dios y
las siete estrellas, afirma: "Conozco tus obras: aparentemente vives, pero en
realidad estás muerto.
Permanece alerta y reanima lo que todavía puedes rescatar de la muerte, porque
veo que tu conducta no es perfecta delante de mi Dios.
Recuerda cómo has recibido y escuchado la Palabra: consérvala fielmente y
arrepiéntete. Porque si no vigilas, llegaré como un ladrón, y no sabrás a qué hora
te sorprenderé.
Sin embargo, tienes todavía en Sardes algunas personas que no han manchado su
ropa: ellas me acompañarán vestidas de blanco, porque lo han merecido.
El vencedor recibirá una vestidura blanca, nunca borraré su nombre del Libro de la
Vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y de sus Angeles".
El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
Escribe al Angel de la Iglesia de Laodicea: "El que es el Amén, el Testigo fiel y
verídico, el Principio de las obras de Dios, afirma:
"Conozco tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca.
Tú andas diciendo: Soy rico, estoy lleno de bienes y no me falta nada. Y no sabes
que eres desdichado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo.
Por eso, te aconsejo: cómprame oro purificado en el fuego para enriquecerte,
vestidos blancos para revestirte y cubrir tu vergonzosa desnudez, y un colirio para
ungir tus ojos y recobrar la vista.
Yo corrijo y reprendo a los que amo. ¡Reanima tu fervor y arrepiéntete!
Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su
casa y cenaremos juntos.
Al vencedor lo haré sentar conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he
sentado con mi Padre en su trono".
El que pueda entender, que entienda lo que el Espíritu dice a las Iglesias".
Salmo 15(14),2-3ab.3cd-4ab.5.
El que procede rectamente y practica la justicia;
el que dice la verdad de corazón
y no calumnia con su lengua. El que no hace mal a su prójimo
ni agravia a su vecino,
El que no hace mal a su prójimo
ni agravia a su vecino,
el que no estima a quien Dios reprueba
y honra a los que temen al Señor.
El que no se retracta de lo que juró,
aunque salga perjudicado;
El que no presta su dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que procede así, nunca vacilará.
Evangelio según San Lucas 19,1-10.
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad.
Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.
El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de
baja estatura.
Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar
por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque
hoy tengo que alojarme en tu casa".
Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un
pecador".
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes
a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más".
Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este
hombre es un hijo de Abraham,
porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".
Comentario del Evangelio por:
San Gregorio de Narek (c. 944-c. 1010), monje y poeta armenio
Jesús, Hijo único del, 668-673; SC 203
“Desciende deprisa”
No me elevé de esta tierra miserable,
como Zaqueo el publicano,
sobre el árbol elevado de la sabiduría
para contemplarte en tu divinidad.
Mi corta talla de hombre espiritual
no creció por buenas obras:
muy al contrario, disminuyó sin cesar
hasta hacerme regresar a beber leche como los niños (cf 1Co 3,2).
Tomando la parábola al revés,
me subí al árbol de la sensualidad
por amor a las cosas de este mundo, al gusto agradable,
como otro Zaqueo sobre otra higuera.
De ahí, gracias a tu palabra poderosa,
hazme descender deprisa como él;
ven a vivir en la casa de mi alma,
y, contigo, el Padre y el Santo Espíritu.
Haz que este cuerpo que perjudicó mi alma
le rinda el cuádruple en servicio
y de la mitad de sus bienes
a mi libre albedrío empobrecido,
con el fin de que según tu palabra de salvación enviada a Zaqueo,
yo sea también digno de oír tu voz,
siendo también hijo de Abraham,
siguiendo la fe de nuestro patriarca.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”